George Bush se despidió ayer de los estadounidenses satisfecho. Cinco días antes de la asunción de Barack Obama, el aún presidente se congratuló por su mayor éxito, el haber evitado un nuevo 11 de septiembre. “Pueden cuestionarse muchas de las decisiones tomadas. Pero lo que no puede cuestionarse son los resultados en materia de seguridad. Estados Unidos lleva más de siete años sin un ataque terrorista en su territorio”, dijo, orgulloso, en un discurso televisado anoche. Ese es su legado, agregó. Por eso, además de desearle suerte a Obama para los próximos cuatro años, le pidió que no se duerma en los laureles. “Tenemos que mantenernos resueltos y no debemos jamás bajar la guardia”, advirtió.

A pesar de los aplastantes niveles de impopularidad que le otorgan las encuestas –menos de un cuarto de la población apoya su paso por la Casa Blanca–, Bush agradeció a los norteamericanos por su confianza y por haberlo acompañado en los últimos ocho años. Les aseguró que el mundo es más libre y más seguro gracias a su esfuerzo. “Hemos construido una coalición de más de 90 países a través del mundo para luchar contra el terrorismo y hacer avanzar la causa de la libertad, en lo que se ha convertido en el gran combate de nuestros tiempos”, dijo, como si estuviera relatando una historia épica.

“Es posible que ustedes no estén de acuerdo con algunas decisiones difíciles que he tomado –reconoció–. Pero espero que estén de acuerdo en que estuve dispuesto a tomar decisiones difíciles.” A principio de esta semana, Bush dio su última conferencia de prensa como presidente y, por primera vez, se autocriticó, especialmente por haber dado por ganada la guerra de Irak tras la toma de su capital, Bagdad. Ayer, en cambio, volvió a mostrarse orgulloso de su gestión y convencido de que los fines justifican los medios.

El eje de su mensaje fue, como era previsible, sus esfuerzos para garantizar la seguridad nacional. Como al pasar, enumeró sus supuestos logros en material social y humanitaria. Según Bush, su gobierno mantuvo una “lucha incansable” contra el sida en Estados Unidos y en el mundo. Recordó su programa Ningún Niño Queda Atrás, que estableció un conjunto de medidas para mejorar el desempeño de las escuelas primarias y secundarias y la ampliación de los beneficios del sistema de salud público, Medicare. Dos medidas que la oposición demócrata calificó entonces como insuficientes.

Bush le dedicó parte de su discurso a la crisis económica, el principal tema de discusión hoy en las casas norteamericanas. La única mención que hizo fue recordar que durante su gobierno se bajaron los impuestos y que durante los primeros años de su gestión el país y el empleo crecieron.

Antes de finalizar, como es tradición, le dejó algunas recomendaciones a su sucesor que asumirá el próximo martes. Primero se refirió a Obama como “un hombre cuya historia refleja la promesa duradera de nuestra tierra”. Para luego recomendarle al primer presidente afroamericano en la historia de EE,.UU. que “aun con la turbulencia que provoca la crisis financiera internacional, debemos rechazar el aislacionismo y a su compañero el proteccionismo”, instó el hombre que impulsó incansablemente los tratados de libre comercio en el mundo y, particularmente, en América latina. “Retirarnos tras nuestras fronteras sólo invitará al peligro”, agregó, retomando el tono de advertencia que impregnó todo su discurso y su gobierno.

La última recomendación parecía casi una ironía. “Estados Unidos debe mantener su claridad moral siempre”, aseguró, serio, mirando directo a la cámara, en un plano cerrado.