Viernes, 16 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › TANQUES ISRAELIES BOMBARDEARON AYER AREAS RESIDENCIALES EN GAZA
Por Fares Akram *
Ha sido el día más sangriento y violento en la ciudad de Gaza. Los tanques israelíes llegaban desde el sur, bombardeando las áreas residenciales. Pero aun con esta muerte, derramamiento de sangre y caos por todas partes, estamos llenos de alegría. Doce días después de que un ataque aéreo israelí mató a mi padre, nació nuestra primera hija, sana, de 3,800 kilos, con cabello oscuro, exactamente como quería su madre. No podía creerlo cuando la vi por primera vez. La besé y abracé suavemente. Lloró cuando la alcé.
El miércoles, mientras Alaa estaba en trabajo de parto, hubo señales de esperanza para finalizar el conflicto: oímos que Hamas había aceptado el plan egipcio de un cese de fuego. “Quizá nuestro bebé y la paz lleguen juntos”, pensé. Pero durante la noche los israelíes escalaron sus ataques, apuntando a un área de la ciudad llamada Tel al Hawa, que definitivamente no es un baluarte de Hamas, es un área de grandes villas y donde vive la gente de dinero. Hablé con uno de mis amigos, que describió escenas terribles, con gente herida corriendo por las calles. Llamé al Comité Internacional de la Cruz Roja y dijeron que habían suspendido las operaciones porque los disparos de los tanques impactaron el hospital de Al Quds causando pánico y terror entre los sobrevivientes de incidentes anteriores. El edificio de la ONU, donde cayeron tres bombas, se incendió y ardió todo el día.
Alaa estaba muy asustada ante la perspectiva de dar a luz, y para hacerlo aún más aterrador podíamos oír los bombardeos cuando tomamos un taxi para el hospital Shifa. Las costumbres conservadoras musulmanas tienen vigencia en los hospitales públicos, de manera que no me permitieron entrar a la sala de partos. Fue decepcionante, pero la hermana de Alaa salía de tanto en tanto para decirme cómo iba todo.
Sabía que el parto sería largo, ya que los médicos lo indujeron. Así que fui a la entrada, donde llegaban las ambulancias. Desde un camión de bomberos de Defensa Civil vi cómo sacaban a ocho heridos, todos personal de defensa civil todavía con sus chalecos fluorescentes. Una casa cerca de su base había sido impactada por un misil. Habían corrido para evacuar la casa, pero otro misil impactó. La mayoría de ellos tenía las piernas amputadas por debajo de la rodilla y heridas severas de esquirlas.
Todo el día ayer, los israelíes intensificaron los ataques en la ciudad de Gaza y en el ala de emergencia del hospital de Shifa las ambulancias no paraban de llegar. Durante 20 minutos miré cómo llegaban los heridos y los moribundos en convoyes de ambulancias, vehículos ordinarios, autos civiles, todo lo que pudiera ser utilizado para transportar a los heridos. Algunos de ellos estaban quemados, otros con grandes heridas. Unos eran enviados directamente a la morgue. La mayoría de las víctimas parecían ser mujeres, chicas y niños, incluyendo un bebé muy pequeño. Todos los días fueron malos desde que comenzó esta guerra, pero éste ha sido el peor.
Mi madre llegó al hospital. Contenía las lágrimas, pero sabía que estaba triste pensando en mi padre, que hubiera sido tan feliz de ver a su nieta. Un miembro de la familia se va, otro nace. Nos recuerda que la vida es un círculo. Después de la violencia de ayer, siento que no estamos seguros ni en el hospital. Tengo miedo por mi mujer y mi hija. Sólo espero que el nacimiento de Somaya se vea acompañado por el fin de la violencia y las muertes. Para nuestra familia, su nacimiento es como una luz en la oscuridad.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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