Desde Madrid

ETA parece estar dispuesta a conmemorar su 50 aniversario del modo más sangriento. Un día después de haber volado la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, el grupo separatista vasco asesinó a dos agentes de este cuerpo militar ayer en la isla de Mallorca colocando una bomba lapa bajo su vehículo. El atentado coincide con el comienzo de la temporada veraniega y se produce un par de días antes de que lleguen los reyes de España a su residencia de verano. La isla, uno de los principales destinos turísticos del país, tuvo que cerrar ayer durante dos horas su aeropuerto, al tiempo que algunos gobiernos europeos, como el de Londres, advertían a sus ciudadanos de los riesgos de viajar a España donde “los ataques pueden ser indiscriminados, incluso en lugares frecuentados por expatriados y viajeros extranjeros”. Hacía muchos años que el terrorismo vasco no emprendía una ofensiva tan intensa.

El objetivo de ETA ayer fueron dos jóvenes guardias civiles, Carlos Sáenz de Tejada García, de 28 años, nacido en Burgos, y Diego Salva Lezaun, de 27, natural de Pamplona. Habían llegado hacía apenas unas horas a la pequeña población mallorquín de Calviá con la intención de realizar prácticas en la isla, cuando a las 13.50 los sorprendió la explosión de una bomba lapa en el interior de su vehículo. Según informaciones de la policía los expertos se encontraban en horas de la tarde desactivando otro explosivo similar colocado en otro coche, aunque no trascendió quién era el objetivo de la banda. Es la primera vez que ocurre un atentado mortal en las islas Baleares, que ayer fueron blindadas por aire, tierra y mar durante unas horas con la intención de detener a los terroristas antes de que abandonen la zona.

La virulencia del ataque, al que hay que sumar el atentado provocado el día anterior, parece dar la razón a los expertos en la lucha antiterrorista que pronosticaban una salida por la tangente del terror como estrategia de la banda para romper el aislamiento político al que se encuentra sometida luego de que rompiera unilateralmente la tregua hace dos años y medio, cortando de ese modo toda posibilidad de final dialogado de la violencia con el gobierno español. Las autoridades policiales están habituadas a que ETA sacuda los veranos de la península con una serie de atentados para espantar el turismo, pero nadie esperaba que los ataques fueran de semejante contundencia.

Con casi 900 muertos en su haber, 750 de sus dirigentes presos y más de 200 asesinados por los grupos de ultraderecha, sobre todo en los años ’80, ETA cumple hoy 31 de julio 50 años de lucha armada en pos de la independencia vasca. Duramente golpeada por el accionar policial, en septiembre de 2007 cayó su aparato logístico en Cahors, Francia, y en mayo del año pasado fue detenido su máximo dirigente, Thierry, la banda quiere enviar un potente mensaje a los presos en las cárceles que se plantean por primera vez seriamente la inutilidad de continuar con la guerra contra el Estado español, una batalla que dan por perdida en un ejercicio de crudo realismo. Aunque se desconoce en manos de quién está en estos momentos la dirección del aparato militar, está claro que se trata de una salida desesperada que tiene por objetivo aunar filas y recuperar consenso en la parte de la sociedad vasca que todavía cree en la opción armada para lograr sus fines políticos.

En una especie de “asamblea virtual” celebrada en 2008 entre sus máximos dirigentes presos y en la clandestinidad, la banda diseñó la estrategia para los próximos cinco años que no incluye el abandono de la violencia y que se centra en convencer a parte del Partido Nacionalista Vasco, el que se sitúa en torno del soberanista Joseba Eguibar, de que se sume a la lucha independentista atacando con dureza al sector considerado más españolista. En ese sentido, pretende ayudar a la creación de una improbable “alianza nacional” que la propia ETA se reserva el derecho de tutelar, una manía que la ha caracterizado desde antaño. “El objetivo de la alianza nacional será el de fijar un protocolo para responder y aplicar la estrategia en el pueblo, con indicación expresa de que ETA pone a disposición de la nación organizada su fuerza armada”, expresa el documento hecho público por la prensa española a finales de junio de este año y que permitió vislumbrar a las fuerzas de seguridad que se venía una ofensiva militar en toda regla. Ayer, las palabras comenzaron a volverse realidad.

El documento más que acentuar las contradicciones en el campo del nacionalismo democrático, como pretendía la organización, sembró las dudas y puso a hervir el caldero de la rabia dentro de la propia izquierda radical. El brazo político de ETA considera que con este documento la dirección armada de la banda deja en claro que ellos son meros subordinados en este proceso y comienzan a musitar por lo bajo algo que todos esperan digan ya de una vez en voz alta, que la lucha armada “es un lastre”. Una prueba del malestar que existe dentro de las filas nacionalistas pro etarras es el silencio que guardan durante estas horas luego de los dos atentados que han sacudido el verano español. El gobierno, mientras tanto, ante la certeza de la ejecución de esta potente “ofensiva aniversario” ha disparado todas las alarmas, a pesar del malestar que genera en la industria turística duramente golpeada por la crisis, el incremento de la presencia policial en las calles y los principales lugares públicos.