En 1986, su nombre fue un símbolo del fin de las dictaduras en el mundo. Corazón Aquino lideró las masivas protestas que terminaron con la larga dictadura de Ferdinando Marcos en Filipinas e inauguró una democracia como la primera mujer en gobernar su país-archipiélago. Aquino, cuyo marido fue asesinado por la dictadura, murió ayer a los 76 años después de una larga batalla con el cáncer. Una multitud se concentró frente al hospital de Manila para despedirla.

Aquino siempre repitió que había llegado a la política “por accidente”. La ex presidenta hasta decía que no le gustaba ese trabajo y que sólo el asesinato de su marido, el senador Benigno Aquino Servillano, conocido en Filipinas como Ninoy, la había colocado en el lugar de líder de oposición. Periodista y político de gran popularidad, Ninoy fue asesinado en 1983 después de pasar ocho años en prisión y haberse transformado en el símbolo de la resistencia a la dictadura.

Su muerte fue un grave error político para los Marcos, conocido por sus extravagancias –la primera dama, Imelda, tenía una colección de miles de zapatos que mostraba con gusto a la prensa internacional– y por su salvaje corrupción en un país pobrísimo. A los 50 años, Corazón Aquino pasó a ser Cory y se puso al frente de la resistencia pacífica, que se transformó en un movimiento masivo. La futura presidente vivía en ese momento en Boston, Estados Unidos, donde estudiaban sus cinco hijos.

La familia estaba en el exilio desde 1980. De vuelta en su país, Aquino lideró un movimiento con momentos casi gandhianos: cientos de monjas rezando el rosario frente al palacio presidencial o hincadas de rodillas deteniendo a los tanques, multitudes que les daban caramelos a los soldados que iban a reprimirlos, marchas del silencio con centenares de miles de participantes. El frente interno de la dictadura se disolvió con regimientos enteros que desertaban y el 25 de febrero de 1986, Aquino juraba como presidenta ante un miembro de la Corte Suprema en el Club Filipino. Al mismo tiempo, Marcos juraba en el palacio de Malacañang que seguiría siendo presidente, pero esa misma noche dejaba el país con su familia en un avión.

La presidencia de Aquino abundó en crisis, como el terremoto de 1990 y el tifón de 1991, que dejó miles de muertos y arrasó islas enteras. Como ex presidenta, volvió a la política sólo en 2000 participando de las protestas pacíficas contra el presidente Joseph Estrada, acusado de corrupción.

En marzo de 2008, se supo que Aquino sufría de un cáncer de colon sin cura. El gobierno filipino decretó una semana de duelo nacional y hoy se anunciarán los planes para su sepelio.