Martes, 1 de septiembre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › HOY EN POLONIA SE CONMEMORAN LOS 70 AñOS DEL INICIO DEL CONFLICTO ARMADO
Rusia insistió con que Stalin no tuvo que ver con el origen de la guerra. Pero diversos países de Europa central consideraron como desencadenante el pacto de no agresión nazi-soviético. La discusión dominará la cumbre de los mandatarios europeos.
Por Shaun Walker *
Desde Moscú
Los líderes de Europa se reunirán hoy en la ciudad polaca de Gdansk para conmemorar el 70º aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial, en medio de una áspera disputa entre Moscú y el resto de los países sobre quién desencadenó el conflicto.
La discusión, altamente politizada, fue escalando a lo largo de todo el verano boreal a medida que diversos países de Europa central consideraron al pacto de no agresión nazi-soviético como el precursor de la guerra. Rusia, por su parte, respondió de manera furiosa e insistió con que Josep Stalin no tenía nada que ver con el desencadenamiento de las hostilidades en el continente y que incluso Polonia tenía parte de la culpa.
La disputa, sin dudas, dominará la cumbre de hoy, a la que asistirán la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro ruso, Vladimir Putin, y el secretario de Relaciones Exteriores británico, David Miliband. Y todas las miradas estarán puestas, a su vez, sobre Putin, quien visita Polonia por primera vez desde el 2005 y, en el pasado, reaccionó con ira hacia las críticas europeas sobre el rol de Stalin en la guerra y las atrocidades cometidas por el régimen soviético. Un diplomático de la comitiva de Putin aseguró que el discurso de hoy del hombre fuerte de Moscú estará dirigido a “contrarrestar” las falsas teorías sobre el comienzo de la guerra.
El esfuerzo ruso se encuadra dentro de un marco más amplio que intenta retratar todo el período de la Segunda Guerra como un gran logro soviético. A comienzos de este año, por ejemplo, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, ordenó la creación de un organismo digno de una novela de Orwell para garantizar la vigencia del punto de vista oficial del Kremlin: la Comisión para Prevenir la Falsificación de la Historia en detrimento de los intereses de Rusia. Si bien la Comisión fue ridiculizada por buena parte de los historiadores locales, los dictámenes de la misma podrían avalar “acciones” contra aquellos que quieran “reescribir la Historia” y, eventualmente, bloquear todo intento por esclarecer algunos de los capítulos más oscuros de la historia del país.
A medida que se acercaba el aniversario, además, desde Moscú se encargaron de subir el tono de la polémica. El domingo pasado, en una entrevista en la televisión, Medvedev afirmó que era “una burda mentira” decir que Stalin había tenido alguna responsabilidad por lo sucedido. Y Natalia Narochnitskaya, una historiadora amiga del Kremlin y miembro de la comisión, acusó a Polonia de presentarse como “una víctima inocente” del conflicto. De hecho, afirmó Narochnitskaya, durante los meses previos al estallido de las hostilidades Varsovia habría estado negociando con Berlín una invasión a Rusia. “Una infamia absoluta”, contestó el gobierno polaco. Ayer, en vísperas de la cumbre, Putin, quien mantendrá hoy un encuentro con Donald Tusk, primer ministro polaco, pareció adoptar un tono conciliatorio y, en un artículo publicado en un diario local, calificó el pacto nazi-soviético como “inmoral”. Agregó, sin embargo, que la Unión Soviética se había visto obligada a firmar el acuerdo en vista de los fracasos absolutos de Francia e Inglaterra por frenar los avances expansionistas de Adolf Hitler en Europa occidental.
Putin, asimismo, tocó otra fibra sensible en las relaciones ruso-polacas: la masacre de Katyn de 1940, cuando tropas soviéticas ejecutaron a 22 mil oficiales e intelectuales polacos y los enterraron en un bosque del oeste de Rusia. Durante años, Moscú culpó a los nazis por la matanza y tan sólo con la caída del comunismo se supo la verdad. Putin aludió a las ejecuciones masivas y se refirió a ella como un “crimen”. Las aspiraciones polacas de obtener un pedido de disculpas oficial en sentido amplio quedaron lejos de ser satisfechas.
El debate, es claro, tiene un fuerte anclaje en la política actual, puesto que, cada vez más, diversos países del centro y del este europeos, especialmente los bálticos, se manifiestan “alarmados” por el deseo ruso de mantenerlos en su área de influencia. En este sentido, la interpretación que se haga de la historia cobra aún más importancia. “Lo que Rusia tiene en común con países como Estonia, Polonia, Ucrania y otras naciones poscomunistas es que aún se encuentra intentando construir una identidad nacional. Y en esa tarea la edificación de un relato es muy importante”, aseguró Fyodor Lukyanov, editor de la revista Rusia y los asuntos globales.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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