El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó la noche del jueves a San Salvador, respondiendo a una visita que su homólogo salvadoreño, Mauricio Funes, hizo en septiembre a Brasilia aprovechando la amistad que los une, debido a que su esposa, Vanda Pignato, es una brasileña identificada con el Partido de los Trabajadores. Esta es la quinta visita que el presidente brasileño realiza al país centroamericano desde 2003. En 2007 incluyó a El Salvador como parte del programa de cooperación energética que impulsa con Estados Unidos para generar energías limpias a base de biocombustibles.

“Sé la carga que llevas en tus espaldas para gobernar este país, sé las presiones que sufres, pero Mauricio, hay algo que te va a hacer tener el mismo éxito que nosotros: jamás pierdas la paciencia y no tomes ninguna actitud precipitada, cuenta hasta diez y ahí tomas tu decisión”, le aconsejó Lula a Funes tras una reunión en la casa de gobierno.

Lula tenía previsto firmar ayer la concesión de un préstamo de 500 millones de dólares destinado a programas sociales y la renovación de la flota de autobuses del sistema de transporte colectivo que el gigante industrial sudamericano proporcionará. El mandatario brasileño quiere convertir a El Salvador en “socio estratégico” en Centroamérica.

Asimismo, Brasil tiene previsto financiar la construcción de una planta de etanol en el departamento de Usulután, sureste del país, donde además se fomentará el cultivo de miles de hectáreas de caña de azúcar para alimentarla, lo que reactivará la actividad económica y generará empleo e ingresos.

“El Salvador es un país estratégico para nosotros”, declaró Lula en una entrevista ayer con el diario La Prensa Gráfica. “Vengo ahora para dar seguimiento a los esfuerzos de profundización y diversificación de las relaciones de Brasil con América Central”, señaló Lula. En 2008, el gigante sudamericano lanzó su mirada sobre el istmo y pidió tener la categoría de “observador regional” del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA).

El presidente brasileño y la política social que a lo largo de sus más de siete años en el poder aplicó en Brasil son un modelo para Funes, elegido con el apoyo de la ex guerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en las elecciones de marzo del pasado año.

A diferencia del FMLN, que se inclina por el socialismo del siglo XXI que propugna Hugo Chávez en Venezuela, Funes está luchando por la aplicación de la exitosa política brasileña en el país centroamericano, cuya pobreza y desigualdad han expulsado a cerca de 2,8 millones de salvadoreños al exterior, en su mayoría a Estados Unidos.

Ayer por la mañana en un hotel del oeste capitalino, Lula y Funes participaron en un encuentro –a puertas cerradas– de empresarios brasileños y salvadoreños. Tras la reunión con los empresarios, se dirigieron a la catedral de San Salvador para depositar una ofrenda floral en la tumba del asesinado arzobispo Oscar Arnulfo Romero, quien fuera considerado “la voz de los sin voz”. Romero fue asesinado por los grupos de ultraderecha hace 30 años.

“En esta historia de la Iglesia progresista, había un hombre aquí en El Salvador, don Oscar Romero, que era un símbolo de la lucha de la Iglesia en Centroamérica, y cuando se supo la muerte de monseñor Romero hubo un gran impacto en todos aquellos que luchaban por las libertades democráticas”, declaró Lula. “Romero tiene que ver mucho con mi trayectoria política” que se inició en los años setenta, en el marco de la corriente de la Teología de la Liberación, afirmó Lula en un emotivo discurso. “Algo que es sagrado y de lo que los asesinos no se dieron cuenta, es que nosotros los cristianos creemos en otro mundo, en otra vida sin duda mejor que aquí en la Tierra, y cuando nos asesinan, asesinan apenas nuestro cuerpo, nuestras ideas continúan caminando por los continentes, paseando en la mente de la gente”, exclamó. “Estamos contentos de que el presidente de Brasil haga este gesto porque indica cómo piensa de este hombre de Dios”, exclamó el obispo auxiliar de San Salvador, monseñor Gregorio Rosa Chávez.

Lula no quiso pronunciarse, ayer en San Salvador, sobre la muerte del preso político cubano Orlando Zapata, cuando se encontraba de visita en Cuba. “No podemos juzgar a un país o la actitud de un gobernante en función de la actitud de un ciudadano que decide empezar una huelga de hambre”, respondió Lula a la única pregunta de un periodista luego de firmar acuerdos de cooperación con el presidente Mauricio Funes. “Un ciudadano que entra en huelga de hambre está haciendo una opción, en mi opinión una opción equivocada”, subrayó el mandatario. “Ahora aprendí a no dar mucha opinión sobre las actitudes de los otros gobiernos porque muchas veces nosotros metemos la cuchara donde no deberíamos”, subrayó.

En cuanto a la relación de su país con Irán, cuestionado por los Estados Unidos, durante una conferencia de prensa, Lula afirmó que él visita los países que quiere sin tener que rendirle cuentas a nadie excepto al pueblo brasileño, que querrá saber los resultados. “Irán es un país que tiene 80 millones de habitantes, que tiene una base industrial importante, es un país con el cual Brasil exporta más de mil millones de dólares por año, y voy a Irán como a cualquier otro país del mundo”, afirmó Lula.

El presidente brasileño destacó que no solamente viaja a Irán, sino que también visitará Palestina, Israel y Jordania “como ya fui a todos los países del mundo”. Lula partió ayer de El Salvador tras una visita oficial de dos días, con la que puso fin a una gira por varias naciones latinoamericanas.