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El presidente José Mujica sorprendió ayer al sugerir un tratamiento alternativo para los adictos al paco en Uruguay. “A los adictos hay que sacarlos del medio ambiente, tenerlos un poco aislados y que se cansen”, sugirió el representante de la centroizquierda nacional. La del mandatario no fue sólo una idea abstracta para calmar los reclamos de la sociedad; el ex militante Tupamaro propuso métodos concretos. “Se les puede dar instrucción militar. Hay que diferenciar servicio militar de instrucción, que no significa andar a los tiros ni nada de eso. También los podemos mandar al campo. El asunto es sacarlos de sus lugares y ponerlos a hacer trabajo físico”, explicó a la revista Búsqueda, un medio muy crítico del Frente Amplio.

Como para tranquilizar a sus oyentes, Mujica aclaró que esas eran sólo algunas ideas que está barajando con sus asesores. Pero son ideas muy diferentes de las que rigieron durante los cinco años de gobierno de Tabaré Vázquez, su correligionario y antecesor. Médico de profesión, el ex mandatario enfrentó el problema de las drogadicciones desde el enfoque de la reducción de daños y no de la persecución y represión judicial.

Pero Mujica parece querer dar un golpe de timón en este campo. El problema, para el presidente uruguayo, es que existen demasiadas trabas para poder internar o aislar a los adictos. “El problema es que hoy te tiran una parafernalia de derechos, que no sabés lo que es; me rindo. ¡Hay una producción abogadil en este país, brutal! Te agotan”, se quejó el dirigente que pasó toda la última dictadura uruguaya tras las rejas, despojado de sus derechos.

Según los medios uruguayos, las ideas de Mujica no cayeron bien entre sus compañeros. Ayer el secretario de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani, no quiso criticar al presidente, pero aseguró que el Estado debe apoyar los tratamientos que demuestran que dan resultados positivos.