Viernes, 28 de mayo de 2010 | Hoy
EL MUNDO › LOS TRADICIONALES ALIADOS DE IZQUIERDA DE RODRIGUEZ ZAPATERO HUYERON ESPANTADOS
Ayer, el PSOE logró aprobar el “tijeretazo”, como ya se conoce popularmente al ajuste, con el voto solitario de sus 168 diputados. La oposición juntó 167 voluntades y el gobierno se salvó por los pelos de quedar al borde de una moción de censura.
Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quedó ayer en situación de extrema debilidad luego de que el Parlamento aprobara su duro plan de ajuste por sólo un voto. Los nacionalistas catalanes de Convergencia I Unió marcaron, con su decisión de abstenerse y a la vez pedir la renuncia del primer ministro, la peor jornada que ha atravesado el gobierno socialista desde su llegada al poder, en 2004. Hasta la prensa más cercana al oficialismo entiende que después de lo ocurrido ayer los días de la administración Zapatero están contados.
Someter a la votación del Parlamento el plan de ajuste elaborado por el gobierno para tranquilizar los mercados era una decisión obligada, arriesgada pero imprescindible para Zapatero si quería que su plan económico tuviera una mínima credibilidad internacional. Desde el momento en que aceptaron las duras condiciones impuestas por la Unión Europea para reducir el déficit público disparado luego del estallido de la crisis económica en 2008, los socialistas se enfrentaron a la más dura soledad política imaginable. Por una parte, el conservador Partido Popular anunció que compartía la necesidad del ajuste pero no sus detalles, algo que su líder Mariano Rajoy volvió a argumentar ayer en el Congreso. Mientras que los tradicionales aliados de izquierda del gobierno huyeron espantados cuando comprobaron que aceptarlo significaba reducir el sueldo de los funcionarios, congelar las pensiones y achicar el ya de por sí maltrecho estado de bienestar español.
Ayer el PSOE logró aprobar el “tijeretazo”, como ya se conoce popularmente al ajuste, con el voto solitario de sus 168 diputados. La oposición juntó 167 voluntades y el gobierno se salvó por los pelos de quedar al borde de una moción de censura, gracias a la abstención de los nacionalistas catalanes de Convergencia I Unió, de Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro. Si se perdía la votación, reconocían ayer diversas fuentes socialistas, a Zapatero no le hubiera quedado otra opción que presentar la renuncia y convocar a elecciones anticipadas.
El mandato del premier socialista termina en 2012, pero tal y como están las condiciones en este momento es muy probable que se cumpla el pronóstico agorero que realizó ayer el portavoz de CIU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, al afirmar que “se acabó su etapa, esto ya no se aguanta más”, anticipando que su formación, que tiene el tercer grupo parlamentario, votará en contra de los presupuestos generales del Estado, cuyo proyecto el gobierno ni siquiera ha enviado al Congreso. La tradición indica que si el Poder Ejecutivo no puede aprobarlos tampoco puede gobernar, por lo que Zapatero estará condenado a convocar elecciones anticipadas antes de que concluya el año. Los nacionalistas catalanes le exigieron ayer al gobierno que termine de “hacer los deberes”, que apruebe la reforma laboral que le exigen el Fondo Monetario Internacional y los mercados financieros y que luego presente la renuncia.
La dura crisis económica y las aún más duras medidas anunciadas por los socialistas para intentar salir del pozo se han traducido en una pérdida importante de intención de voto a favor de Zapatero. Si antes de verse obligado a presentar un plan impopular los conservadores ya lo aventajaban por un par de puntos porcentuales en casi todos los sondeos, a partir del momento en que el Poder Ejecutivo dio a conocer sus medidas la distancia se amplió hasta llegar al 7 u 8 por ciento actual. En otras palabras, si los comicios se realizaran en este momento, el Partido Popular obtendría probablemente con facilidad la mayoría absoluta, a pesar de que la formación que preside Mariano Rajoy no ha planteado un descontento de fondo con el ajuste y muchos presumen que sus medidas económicas pueden llegar a ser aún más drásticas.
La situación política de la administración socialista se ha visto tan complicada que Rodríguez Zapatero decidió ayer a última hora suspender el viaje que tenía previsto a Brasil, a la cumbre de la Alianza de las Civilizaciones, una iniciativa mundial que partió de su gobierno. El premier ha preferido quedarse para estar presente en el delicado Consejo de Ministros que se desarrollará hoy en el que se tratará la reforma laboral, entre otros temas espinosos. El gobierno es consciente de las resistencias que despiertan en las propias filas socialistas las medidas impopulares que está poniendo en marcha y Zapatero ha tenido que intervenir con dureza para acallar las críticas internas. La suspensión de su viaje se ha interpretado como un modo de evitar que el gobierno aparezca dividido en torno de cuestiones tan delicadas como las que deberán ser aprobadas hoy en el Consejo ministerial.
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