Fidel Castro apareció en público por tercera vez en una semana. Antenoche la televisión cubana mostró de nuevo al veterano lider cubano discutiendo animadamente sobre los conflictos internacionales y sus secuelas en la economía. Esta vez no fue un video, sino simplemente fotos, que había sacado y entregado uno de los hijos del ex presidente, Alex Castro. En ellas se lo ve discutiendo en uno de los salones del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial en La Habana, a donde llegó para transmitir sus preocupaciones sobre un posible ataque norteamericano a Irán, una teoría que ya explicó varias veces en sus reflexiones publicadas en la prensa local. Mientras en la isla los cubanos se acostumbraban a la vuelta de Fidel Castro a la vida pública, en Madrid los presos políticos seguían llegando a Barajas.

Ayer pisaron suelo español los periodistas Normando Hernández, de 40 años y condenado a 25 de cárcel, y Omar Rodríguez, de 44 años y condenado a 27 de cárcel. Llegaron en un vuelo comercial de Iberia, acompañados por 13 familiares y fueron trasladados, igual que los siete ex presos políticos que desembarcaron el martes pasado, a un hotel en las afueras de la capital. Allí los esperaba la Cruz Roja para hacer todos los chequeos médicos de rutina, antes de iniciar los trámites migratorios para conseguir permisos de trabajo y residencia. Está previsto que hoy lleguen a Madrid otros dos miembros del Grupo de los 75, condenados todos a prisión tras la llamada primavera negra de 2003.

Sin embargo, la negociación aún no terminó. La Iglesia Católica sigue intentando convencer a los 40 presos políticos que deberán ser liberados gradualmente en los próximos cuatro meses de que acepten viajar a España. Ayer el diario miamense El Nuevo Herald adelantó que Oscar Elís Biscet no quiere dejar la isla cuando sea excarcelado. “El siempre ha dicho que no y todavía sigue diciendo que no. Y yo respeto su posición”, explicó la esposa del médico disidente, Elsa Morejón. La mujer agregó que habría otros nueve presos políticos que se niegan a exiliarse en Europa, uno de los puntos acordados entre la Iglesia Católica y el gobierno cubano.

Desde el Arzobispado y el gobierno de Raúl Castro evitaron comentar sobre esas versiones y también sobre los análisis internacionales que sostienen que las reapariciones de Fidel Castro en este momento suponen un aval al aparente giro político del gobierno. No dijeron nada, pero el veterano líder de la Revolución sigue apareciendo, cada vez más activo. El jueves a la noche la televisión lo mostró discutiendo sobre política exterior, uno de sus temas preferidos como editorialista.

Llevó al Centro de Investigaciones de la Economía Mundial un escrito que pidió lo hicieran circular entre los economistas del exterior. El mensaje es una advertencia. “Es necesario analizar los graves peligros de una guerra en Medio Oriente”, explicó el veterano dirigente cubano, quien sin dar demasiadas vueltas pronosticó una ataque nuclear occidental sobre Irán. “Conozco que algunos compañeros se preocupan seriamente de que yo arriesgue mi credibilidad, al afirmar algo tan importante como sería un conflicto que inevitablemente se volvería nuclear”, agregó Castro.

Sentado en la cabecera de una mesa grande, habló de forma pausada, pero sostenida. La discusión duró algo más de una hora, según comentaron después miembros de la institución, y durante todo ese tiempo se lo vio con buen semblante y con fuerzas para seguir un rato más. Los buenos diagnósticos, como los que se escuchaban ayer, no hicieron más que inflar las expectativas a un mes de su cumpleaños número 84. El 13 de agosto el pueblo cubano esperara con ansiedad, otra vez, verlo de pie frente a un micrófono en la Plaza de la Revolución.