Jueves, 21 de octubre de 2010 | Hoy
EL MUNDO › LA CANDIDATA OFICIALISTA DE BRASIL AVENTAJA A SU RIVAL POR ONCE PUNTOS, SEGúN LOS úLTIMOS SONDEOS
Rousseff recibió el apoyo del ala izquierdista del Partido Verde; la petista se comprometió a reducir en un 80 por ciento la deforestación de la selva amazónica. La ecologista Marina Silva dio libertad de acción a sus votantes.
La candidata presidencial del Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff, recibió el apoyo de dirigentes del Partido Verde y de la hija del luchador ambientalista Chico Mendes, asesinado en 1988, y se comprometió a reducir en un 80 por ciento la deforestación de la selva amazónica. Rousseff amplió a 11 puntos su ventaja sobre el opositor socialdemócrata José Serra para la segunda vuelta del 31 de octubre, reveló la encuestadora Ibope, divulgada por la TV Globo. Un sondeo del día anterior mostró la misma tendencia.
La discípula de Lula presentó 13 propuestas ambientales en el encuentro en el que recibió el apoyo del ala izquierdista del Partido Verde, que salió tercero en las elecciones presidenciales del 3 de octubre, con la candidatura de Marina Silva, quien se declaró neutral para el ballottage. En realidad, el Partido Verde dio libertad de acción a sus afiliados, ya que dentro de la fuerza conviven posiciones encontradas respecto de apoyar a la candidata oficialista o a Serra.
La ex jefa de ministros de Lula dijo que su programa ambiental concuerda con el plan de Silva, que logró 19,6 por ciento de los votos, y recordó haber sido la jefa de la misión brasileña en la reunión climática de la ONU en Copenhague. Rousseff destacó que Brasil fue el único país que propuso metas voluntarias para reducir hasta 2020 entre el 36,1 por ciento y el 38 por ciento las emisiones de gases causantes del efecto invernadero. “Marina es una gran militante tanto social como ambiental”, dijo Rousseff, tras recibir el respaldo de los “marinistas” del Partido Verde.
Rousseff también debió enfrentar una protesta del grupo ambientalista Greenpeace que reclamaba “deforestación cero” en la selva amazónica.
La candidata los dejó entrar al espacio donde estaba hablando en Brasilia y rechazó cambiar su visión de la cuestión ambientalista a cambio de apoyo electoral. “No soy hipócrita. Asumo el compromiso de reducir el 80 por ciento de la deforestación en la selva amazónica. Lo que sí habrá es tolerancia cero a la deforestación” ilegal, dijo a los manifestantes de Greenpeace.
Entre los “verdes” que votaron a Silva en la primera vuelta del 3 de octubre estuvo presente para dar su voto a Rousseff la hija de Chico Mendes, sindicalista de los trabajadores extractores de caucho en el estado de Acre, asesinado por su causa en 1988, del PT. “No quiero a Brasil volviendo atrás”, dijo Angela Mendes, quien encabeza un instituto en homenaje a la lucha ambientalista de su padre. En cambio, Ilzamar Mendes, viuda de Chico Mendes, anunció que votará a Serra.
Además de recibir el apoyo de una parte de los verdes, Dilma vio cómo su candidatura se despega de la rival. Rousseff amplió a 11 puntos su ventaja sobre el ex gobernador de San Pablo. Según el sondeo de Ibope, la petista sería elegida presidenta con el 51 por ciento de los votos, contra el 40 por ciento de Serra. Esto si se calculan todos los votos. Si se restan los nulos y blancos, la ventaja es mayor (56 por ciento a 44).
Hay quienes explican el repunte de la candidata por la activa participación del popular presidente Lula da Silva en la campaña. Ayer el mandatario acusó a Serra de “irresponsable” por haber afirmado que cambiará toda la política económica en caso de ser electo. “Cuando hay un candidato que de forma irresponsable comienza a decir que va a cambiar la política económica, él tiene que explicar lo que eso significa para el pueblo, lo que significa cambiar la economía, en un momento en el que Brasil es un ejemplo mundial de desarrollo, generador de empleo y de estabilidad”, dijo Lula en conferencia de prensa.
El presidente fustigó así las declaraciones del candidato socialdemócrata, quien dijo que en caso de ganar realizará un “cambio amplio en la política económica, para encarar también la cuestión de gasto público”, en referencia a un supuesto ajuste fiscal.
Lula combatió la promesa electoral de Serra de aumentar un 10 por ciento el salario mínimo y las pensiones a través del recorte en el gasto público, además de pagar un salario extra a los beneficiarios del plan social Bolsa Familia, una de las claves del consumo interno brasileño, con 40 millones de beneficiarios.
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