Algunos no van por decisión propia, como la mandataria argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Pero el caso del presidente de Honduras, Porfirio Lobo, es otra cosa. Es que la presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, no lo invitó a la ceremonia de posesión de cargo, que se llevará a cabo el 1º de enero de 2011. Lobo fue el único mandatario latinoamericano que fue excluido de la lista de invitados para los festejos en los que Rousseff recibirá la banda presidencial de parte del presidente saliente Luiz Inácio Lula da Silva. Las relaciones entre Brasil y Honduras están suspendidas desde el golpe de junio de 2009 que destituyó al ex jefe de Estado Manuel Zelaya, quien se refugió durante meses en la embajada brasileña de Tegucigalpa. Brasil, al igual que el resto de los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas, no reconoce la legitimidad del gobierno de Lobo, ya que consideran que las elecciones que lo catapultaron a la presidencia no fueron llevadas a cabo en un proceso democrático.