Martes, 22 de febrero de 2011 | Hoy
EL MUNDO › YEMEN
Miles de personas iniciaron una sentada en Saná y varios miles de chiítas se manifestaron en Saada para exigir la caída del régimen yemení, amenazado por una ola de protestas que en una semana se cobró 12 vidas, incluyendo la de un manifestante ayer en Adén, al tiempo que los ulemas condenaban la represión de las protestas. Los manifestantes, entre los cuales había estudiantes, así como diputados de la oposición y militantes, se congregaron en una plaza frente a la Universidad de Saná, foco de la contestación en la capital, que bautizaron “Plaza Tahrir”, en clara referencia a la sublevación en Egipto (foto). El presidente yemení, Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 32 años, declaró ayer en una conferencia de prensa que no piensa renunciar y sólo se irá “por medio de las urnas”, en un momento en que se intensifican las protestas contra él en su país. “Me piden que me vaya, pero me iré solo por medio de las urnas”, declaró el presidente a la prensa. Por su parte, los ulemas (clérigos musulmanes) prohibieron usar la fuerza contra los manifestantes y condenaron los arrestos arbitrarios y la tortura, en un comunicado emitido ayer tras una reunión de esos clérigos musulmanes, mientras las rebeliones populares se propagan por el mundo árabe. “Cualquier agresión contra los manifestantes es un crimen”, señalaron los ulemas sunnitas y los zaiditas (rama del chiísmo predominante en el norte de Yemen), que también condenaron los ataques contra los miembros de las fuerzas de seguridad.
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