Miércoles, 2 de marzo de 2011 | Hoy
EL MUNDO › KHADAFI ENVIó A LAS TROPAS LEALES Y LOS MERCENARIOS A RECUPERAR LAS CIUDADES QUE CONTROLAN LOS OPOSITORES EN LIBIA
La oposición no perdió fuerza, pero el régimen libio se empecina en mantenerse en pie y reconquistar ciudades como Zawiya, Nalut y Wazin. En Benghazi (en el este) los manifestantes conformaron un comité militar.
Desde su guarida en Trípoli, la capital del país norafricano, Muammar Khadafi ordenó un contraataque. El dictador libio envió a las tropas del ejército que aún le responden y a las bandadas de mercenarios que le sirvieron de mano violenta desde el inicio de las revueltas populares a recuperar las ciudades del oeste que controla el pueblo sublevado. La misión culminó sin éxito, aunque algunos pobladores citados por los medios de comunicación extranjeros temen más acciones violentas. El hijo menor del líder, Saif al Islam, volvió a negar la represión sobre las protestas que comenzaron el 17 de febrero. Mientras tanto, la comunidad internacional continúa en su estrategia de dejar a Khadafi cada vez más solo. La Asamblea Nacional de Naciones Unidas (ONU) expulsó al país del Consejo de Derechos Humanos y la Unión Europea comprometió una reunión extraordinaria para tratar los conflictos en Libia, que se realizará el 11 de este mes (ver aparte). Estados Unidos alertó sobre los riesgos de una guerra civil si Khadafi no da el brazo a torcer; el Reino Unido insistió en el veto al espacio aéreo de Libia, y varios otros países, como Francia y España, se negaron a una probable intervención militar sin el amparo de la ONU.
Pese a que se empecine por demostrar lo contrario, la situación del gobierno libio es de suma debilidad. Con las ciudades más importantes del este en manos del pueblo y la oposición, las células del ejército que aún responden a sus órdenes sólo lograron reacomodarse en la frontera que separa Libia de Túnez. Ese territorio se convirtió en el camino obligado de escape desesperado de multitudes, y la ONU teme una catástrofe humanitaria (ver aparte). El impedimento de la entrada de medicamentos y alimentos provenientes de la comunidad internacional es otra táctica del gobierno para resistir la rebelión, que si bien no logró avanzar sobre la capital libia, no pierde fuerza.
La contraofensiva oficialista se centró en las ciudades del oeste, como Zawiya, Nalut y Wazin, bajo el control de los manifestantes desde el último fin de semana. Zawiya, un punto estratégico en el plan del pueblo que se opone al régimen para poder tomar Trípoli –se encuentra a 50 kilómetros–, se convirtió en el epicentro de los nuevos ataques, que se extendieron por seis horas en la madrugada de ayer. Sin embargo, los manifestantes lograron soportar los embates en igualdad de condiciones, ya que contaban con tanques y armas de oficiales y soldados del ejército que abandonaron al gobierno y se unieron a su lucha.
Según los testimonios que recogieron medios internacionales presentes en el convulsionado país, los pobladores en alerta temen más ataques del gobierno en las occidentales Nalut y Wazin, que se hallan semiincomunicadas del resto de los territorios, debido a que militares leales a Khadafi custodian las rutas y los caminos que unen unas con otras.
En el sector este del país, especialmente en Benghazi, la primera ciudad que cayó bajo control popular, los manifestantes conformaron un comité militar que integra a varias ciudades sublevadas. Media docena de jóvenes provenientes de Burayqah, un poblado ubicado a las afueras de Benghazi, se presentaron voluntariamente, al igual que muchos otros a lo largo de la jornada, para conformar el “ejército libertador”. Hassan bin Jawad, de 19 años, explicó al diario británico The Independent: “Estoy listo para convertirme en mártir por liberar a mi pueblo del tirano. Marcharemos hacia Trípoli y liberaremos nuestra capital. Estamos listos para morir por nuestro pueblo”.
El nuevo órgano discute la conveniencia de poner en marcha un nuevo avance sobre la capital, en donde Khadafi se encuentra atrincherado. El general Ahmed Qatrani, que abandonó la lealtad al régimen para plegarse al pueblo, excluyó esa idea. “Estamos en contacto con los opositores de allá, pero nos piden que no hagamos nada. Dicen ser capaces de dirigir ellos mismos la insurrección”, afirmó el jefe militar.
Después de la movilización del lunes, que fue reprimida por las fuerzas oficialistas –según el diario local Quryna, murieron varias personas–, los pobladores comenzaron a sufrir la escasez de alimentos. El diario El País de España ejemplificó la situación con el relato de las largas filas de hombres y mujeres en panaderías y almacenes, ávidos de aprovisionarse de víveres.
Saif al Islam, el hijo menor del líder del régimen, contribuyó a la ceguera del gobierno libio al reiterar, en una entrevista ofrecida a la televisión británica, que no hubo represión por parte del oficialismo. “Reto a todo el mundo a aportarme la prueba de que el gobierno de Muammar Khadafi reprimió a su pueblo”, desafió frente al micrófono de la cadena de noticias Sky News. Por otra parte, reconoció que ya no había “ejército organizado” en el este del país, pero negó que el régimen hubiera perdido el control de esa zona. “La autoridad civil todavía está allá y está en contacto con Trípoli. Hay un problema en el este, hay que admitirlo. Pero el este sólo representa 20 por ciento del país. El resto está bien”, relativizó cuando la insurrección ya está en su tercera semana.
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