EL MUNDO › HABLA DOUGLAS BRAVO, EX GUERRILLERO VENEZOLANO EN ARGENTINA
“La rebelión de Soto es reaccionaria”
Douglas Bravo, ex guerrillero venezolano, estuvo en la Argentina y habló con Página/12 sobre la crisis, desde Caracas hasta Buenos Aires.
Douglas Bravo, el mítico guerrillero venezolano que a fines de los ‘50 rompió con el Partido Comunista de Venezuela e, inspirado en la experiencia de la Revolución Cubana, comenzó su propia guerrilla, pasó por la Argentina, de vuelta del Foro Social de Porto Alegre. Llegó atraído por la “revolución argentina” a la que emparenta con las nuevas ideas y las formas de organización que empiezan a hacerse visibles en México, Colombia, Ecuador y Brasil y que, para Bravo, parecen augurar un nuevo mapa latinoamericano. Optimista y enérgico, siente que actualmente América latina es escenario de un resurgir de las luchas populares que, a diferencia de las décadas anteriores, cuestionan –y van más allá– de las formas de resistencia desarrolladas por la izquierda durante el último siglo, las cuales fracasaron, analiza Bravo, por su falta de radicalidad frente a los elementos dominantes de la civilización capitalista occidental.
Bravo es, actualmente, dirigente del Movimiento Tercer Camino. Tras un tiempo de militancia conjunta con Hugo Chávez, decidió separarse de la dirección oficial del Movimiento Quinta República (MVR) –actualmente en el gobierno– criticando su decisión de “institucionalizar” el enorme movimiento social desatado tras el Caracazo de 1989. Bravo se apura en diferenciar sus críticas al chavismo –desde una perspectiva emancipadora, aclara– de las declaraciones “reaccionarias” del coronel Pedro Soto.
–En los últimos días el coronel Pedro Soto salió a pedir la renuncia de Chávez ¿Quién es Soto y qué pretende?
–Soto forma parte del Frente Patriótico Institucionalista y realmente no tiene peso dentro de las Fuerzas Armadas y menos aún popularidad entre la población. Este sector lo ataca a Chávez desde un punto absolutamente opuesto al nuestro. Soto y sus seguidores son reaccionarios que responden ideológicamente a los latifundistas y a los bloques comerciales y especulativos en contra de la agroindustria. La posición nuestra, en cambio, en enfrentar a Chávez por no hacer la revolución y por no enfrentarse de forma contundente a la globalización. Soto lo acusa al presidente de comunista, estatista y fidelista cuando, paradójicamente, ninguna empresa petrolera se ha opuesto a Chávez. Esta corriente militar es la misma que, en su momento, acusó a Rómulo Betancourt, el presidente más anticomunista de Venezuela, de comunista.
–¿Qué lo motivó venir a la Argentina?
–Argentina es ahora una de las expresiones más significativas del contrapoder; de lo que nosotros llamamos espacios convivenciales de libertad. Aquí está surgiendo algo inédito –lo cual no quiere decir que no recoja elementos del pasado– en las formas de organización, en las formas de lucha, en los objetivos y en los personajes sociales que entran en acción. Es decir, podríamos ubicar los sucesos argentinos del 19 y 20 de diciembre en una línea de emergencia de elementos nuevos que van buscando lo que nosotros hemos llamado en Tercer Camino “una nueva civilización”. Esto es diferente a todo lo que vivimos en la década del ‘60 y ‘70. Las luchas de entonces, bellas, heroicas, donde murieron los mejores hombres, que movilizaron a miles de millones de personas, sin embargo, no rompían con el horizonte del capitalismo, estaban inscriptas en ese marco; mientras que lo que está apareciendo, mucho más pequeño en número, contiene el germen de cosas mucho más trascendentales.
–¿Cómo es eso?
–En Venezuela, el 27 de febrero de 1989 –lo que se conoció como el Carachazo– salieron a la calle los marginales y en tres días de movilización desarticularon no sólo al poder tradicional, sino también a los partidos de izquierda. Y eso era lo bueno porque los partidos de izquierda, aunque no tengan el poder, forman parte de la civilización capitalista. Después, el 1 de enero de 1994, irrumpe el fenómeno zapatista, también de contenido inédito con elementos de una nuevacivilización. Están también los movimientos de Ecuador. Son empujes formidables sobre lo que va a venir en América latina y el Caribe. Y finalmente se presenta lo de Argentina de tal manera que el 19 y el 20 tiene para nosotros algo particularmente significativo. Y algo más: la continuidad de lo que pasó el 19 y el 20 se observa, no desapareció el fenómeno; persiste la búsqueda de la nueva manera de sentirse feliz. Y que los piqueteros estén en la calle es el comienzo.
–¿Cómo se inscribe la realidad venezolana en este escenario y cuál es el papel de Hugo Chávez?
–Cuando surge el 27 de febrero de 1989, veníamos de un largo reflujo de 11 años: un largo tiempo sin iniciativa política por parte de los sectores populares y con un crecimiento del precio del petróleo desde 1974, lo cual influyó notablemente. En el Caracazo salen a la calle los marginales, los trabajadores y los estudiantes, los campesinos empiezan a tomar tierras y se movilizan los militares donde se encontraba Chávez, que ya formaba parte de un equipo que habíamos organizado juntos en 1981. Chávez se reunió conmigo en esos días para analizar cómo actuar en esa coyuntura con los oficiales que tenían mando de tropa, entre ellos él que estaba en Caracas. Pero la situación era tan conflictiva que no le permitía a ese equipo de militares reagrupar sus fuerzas; allí renace el MVR. Entonces, esa particularidad de Venezuela de la participación de los oficiales en las luchas sociales y políticas tiene un alto contenido y es lo que permite a Chávez irrumpir el 4 de febrero de 1992.
–¿Y ahora?
–El Caracazo abrió un poder constituyente: no se presenta bajo el marco de la República, ni dentro de la concepción de la ilustración, del positivismo y del marxismo. Ese proceso continúa el 10 de marzo con un tremendo cacerolazo en todo el país y ese mismo año, se produce otro desprendimiento militar: todos esos hechos son hijos legítimos del 27 de febrero. Y Chávez está dentro de ese proceso. Tras la movilización, el poder tradicional, como primer paso, sacrifica al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, que estaba en su segundo período y que había obtenido una de las mayores votaciones. Chávez, finalmente, es capturado: se metió en el proceso electoral y desaparecieron las formas novedosas de lucha y organización. No es que haya sido un traidor, esas son palabras muy bajas y no caben. Simplemente hizo política tradicional, tras lo cual viene una larga política de concesiones.
–Usted viene del Foro Social de Porto Alegre, ¿qué le pareció?
–Creo que en el Foro se reunieron organizaciones comunitarias de base que hicieron muy vivas las discusiones. Sin embargo, se anunció por radio y televisión que no estarían presentes las así llamadas “organizaciones terroristas” que había señalado George W. Bush en su discurso después de los atentados. Es decir: el 11 de septiembre, con la nueva concepción de la guerra y la nueva doctrina militar norteamericana, estuvo presente en Porto Alegre. Hay que indagar qué intereses hubo para manejar esto de tal manera.
–¿Cuáles fueron esas organizaciones que no pudieron participar?
–El Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Estaban presentes pero oficialmente no los invitó absolutamente nadie. Ojalá los argentinos sean ahora los que convoquen a un congreso mundial sobre el nuevo poder para que se conozca el fenómeno social de los piqueteros.