Martes, 9 de agosto de 2011 | Hoy
EL MUNDO › DOS JóVENES CUENTAN POR QUé TUVIERON QUE VENIR A ESTUDIAR A BUENOS AIRES
Pablo Cossio y Gonzalo Cabrera se consideran expulsados por un modelo que se apoya en la mercantilización de la enseñanza. Estudiantes secundarios y universitarios, así como trabajadores del cobre convocan hoy a un paro nacional y marchas en el vecino país.
Por Adrián Pérez
Cruzaron la cordillera de los Andes para acceder a una formación de calidad. Con un pasado familiar marcado por la dictadura pinochetista, Pablo Cossio y Gonzalo Cabrera se consideran expulsados por un modelo que se apoya, básicamente, en la mercantilización de la educación. Página/12 conversó con los miembros de la asamblea de estudiantes chilenos exiliados por la educación. “Nos movilizamos en solidaridad con una sociedad que intenta cambiar el sistema educacional”, expresó Cabrera. “Si fuimos el primer país en instaurar el neoliberalismo, tenemos que ser los primeros en salir y servir de ejemplo para que Latinoamérica camine hacia otro sistema”, señaló Cossio. A partir de las 17 de hoy, la asamblea estudiantil marchará desde el Obelisco hasta el Consulado chileno –junto a la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES), organizaciones sociales y partidos de izquierda– para apoyar el paro nacional convocado en el país trasandino por estudiantes y trabajadores.
Pablo tiene 21 años y llegó a Buenos Aires hace cuatro meses para cursar el CBC. Se fue de Santiago enojado con el modelo político. “El capital económico nos hizo emigrar a un país que no te cobra por estudiar”, apunta el joven, que piensa seguir Sociología en la UBA. “Estamos luchando por terminar con el fin del lucro en la educación”, sentencia. Gonzalo (24) lleva cuatro años y medio en el país y está promediando la carrera de Sociología en la UBA. Ambos participan en la asamblea de estudiantes exiliados porque consideran que es necesario difundir la lucha de sus compañeros chilenos y presionar al gobierno, que, además de no responder a las demandas, reprime a los estudiantes.
“Lo interesante es que esta asamblea traspasa las fronteras, lo vemos en el trabajo con los compañeros argentinos donde se da un debate muy interesante –señala Gonzalo–. Nosotros tenemos la experiencia de la educación privada y los argentinos saben cómo defender la educación pública.” El colectivo chileno se reúne con estudiantes de la FUBA y CUES. Pablo agrega que la asamblea toma fuerza a medida que se suman otros sectores. Ya realizaron contactos con estudiantes colombianos y la idea es poner el tema de la educación pública en boca de todos. “Esperamos que la lucha que se está dando en Chile sea un ejemplo a seguir en toda Latinoamérica. Pensamos que Buenos Aires es la instancia precisa por ser una ciudad cosmopolita”, analiza Pablo.
A partir de la represión del jueves, la asamblea se puso como objetivo denunciar al gobierno de Piñera por la falta de libertad de expresión en las calles. Los jóvenes coinciden en que, para esto, el rol de la asamblea es fundamental porque permite visibilizar el problema y contribuye a que la comunidad internacional tome conciencia sobre el conflicto. “El movimiento que se produjo en Chile traspasó lo educacional y se convirtió en un movimiento social”, dice Gonzalo. Esa afirmación cobra fuerza después de la multitudinaria marcha organizada anteayer por los familiares de los estudiantes en lucha. Y se afianza en la convocatoria para el paro nacional de hoy, en que, a los estudiantes secundarios y universitarios, se sumarán el Colegio de Profesores, la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, la Confederación de Estudiantes de Chile y los trabajadores de la Corporación Nacional del Cobre.
El 11 de julio, 16 mil trabajadores de Codelco y 30 mil contratistas realizaron un paro nacional al cumplirse 40 años de la nacionalización de la explotación del cobre impulsada por Salvador Allende. “Ahí se empieza a formar una alianza obrero-estudiantil. Chile está enviando un mensaje a los estudiantes de Latinoamérica para que se unan, desde abajo, contra un Estado capitalista que socava todo sentido de conciencia pública”, considera Pablo.
Gonzalo sostiene que, a diferencia de la “revolución pingüina” de 2006, el actual movimiento de estudiantes no está dirigido por el PC chileno o la Confech, que aceptaron las propuestas de Michelle Bachelet. “Con Piñera y la derecha en el poder es más difícil que esos sectores quieran negociar porque, además, se ven sobrepasados por el movimiento estudiantil. Estas mesas de negociación tienen por objeto diluir la movilización.” En la misma línea, Pablo opina que uno de los errores cometidos en ese entonces fue permitir la intervención de partidos políticos en el conflicto. “Ahora el movimiento tiene una dirección que va tras la educación gratuita, laica y de calidad y se va a luchar por eso hasta las últimas consecuencias. Nos vamos a sentar a negociar pero con las propuestas de los estudiantes, no del gobierno”, asegura.
Las últimas encuestas ubican al movimiento estudiantil con un 80 por ciento de aceptación en la sociedad chilena. Piñera, en cambio, araña el 26 por ciento. “Hoy va a ser un día decisivo para saber cómo se posicionan los actores de cara al desenlace del conflicto”, agrega Pablo y concluye que el movimiento se fortaleció más a partir de la represión.
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