Martes, 9 de agosto de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › EL CURA PARíS, QUE PROMOVIó LA MARCHA DE AYACUCHO, HABíA RECOMENDADO PERDONAR A VIDELA
El cura de Ayacucho Miguel Angel París, que había incitado al reclamo de los vecinos por la muerte de la beba, en 2008 era párroco de la catedral de Azul. Allí dijo que apoyaba al campo contra el Gobierno y que había que perdonar al genocida Videla.
Por Horacio Cecchi
Cuando organizó la marcha de reclamo contra la inseguridad en Ayacucho, después del “crimen” de la beba de tres meses Antonia Olano, el párroco de Ayacucho Miguel Angel París no tuvo presente tanto ánimo de piedad como sí había guardado tres años antes, cuando se proclamó por el perdón al dictador Jorge Rafael Videla. La proclama del “perdona a nuestros genocidas” fue pública y la realizó a una FM de su entonces sede parroquial, la ciudad de Azul, el 23 de mayo de 2008, en pleno enfrentamiento entre los capangas de la Sociedad Rural y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner por las retenciones a la soja. Las declaraciones de París desataron en aquel momento un vendaval de críticas y hasta una resolución de repudio de la Legislatura bonaerense que, en aquel momento tan sensible, le significó el freezer celestial: lo desplazaron como párroco de la catedral de Azul a cura de la parroquia de Ayacucho. Tres años después, París volvería a demostrar su necesidad de colocarse en el centro de su homilía mediática.
El 23 de mayo de 2008, la periodista Virginia Navarro, del programa Claro como el Agua, de la FM del Pueblo, de la ciudad de Azul, invitó al cura Miguel Angel París a hablar de la colecta que llevaría adelante Cáritas el día 8 de junio de ese año. La entrevista fue salpicada, pero los temas que fue respondiendo el cura estaban todos vinculados entre sí. Dos días más tarde, se realizaría un doble acto por el festejo del 25 de Mayo: el organizado por el Gobierno, en Salta, y el convocado por los grandes dirigentes empresarios en Rosario. En aquel momento, los capangas de la SRA y los empresarios del agro amenazaban con futuras “acciones” si no se derogaban las retenciones. En la entrevista que le realizaron, París justificó el “piquete” de lo más rancio del agro y sostuvo que “él se veía al costado de las rutas”, y que “iría con gusto a la fiesta del campo”, en referencia al acto convocado por el agro en Rosario.
Aclaró que lo haría porque un grupo de familias de Azul “colabora con la parroquia”, motivo suficiente para bendecir hacia ese costado. “La principal injusticia es que el Estado se lleve el fruto de tu trabajo”, intentó explicar París. “Las familias que más tienen son las que más donaron a la Iglesia y en especial a la catedral de Azul”. Pero su declaración más provocativa fue cuando sostuvo que “hay mucha guitarra, mucho verso, cuando escucho hablar a ciertas mujeres con pañuelo blanco me hierve la sangre”. Y agregó que “sólo puede perdonar el que ama, si Dios a mí me ama y me ha perdonado, tengo que hacer exactamente lo mismo (...) aunque el prójimo sea un Videla o bueno (...) los otros”.
La declaración desembocó en un escándalo mayúsculo con epicentro en Azul. La APDH Azul consideró “lamentable que un miembro de la Iglesia haya hecho esas declaraciones” y aclaró que las ONG de derechos humanos “no están con el perdón sino con la justicia”. Hubo reclamos porque París continuó dando misa y apareciendo en actos públicos. Recibió denuncias a cada paso: el 9 de Julio cuando ocupó el palco oficial por los festejos en Azul, la secretaria de Derechos Humanos bonaerense, Sara Cobacho, repudió su presencia; se sumaron los docentes de la Universidad Nacional del Centro, sede Tandil; también la APDH. Isabel Pareja, de 80 años y pañuelo blanco, cartel en mano con la foto de su hijo Alfredo, detenido desaparecido en 1977, seguida de un centenar de personas, entró en la catedral para mantener un tenso y simbólico silencio mientras desde fuera se escuchaban cánticos contra la Iglesia y el cura. También se lo vio en un acto público por el Día del Maestro, el 11 de septiembre.
Veinte días después de la entrevista, el escándalo ya había llegado a la Legislatura bonaerense. El 12 de junio de ese año ingresaba en la Comisión de Derechos Humanos de Diputados bonaerenses un pedido de resolución de repudio a las declaraciones del cura, presentado por el entonces diputado del FpV Ricardo Emir Gorostiza. El pedido llevaba el número D/1142/08-09 y el 17 de julio ya había sido aprobado en comisión y pasó al recinto. El 24 de septiembre de 2008, la Cámara aprobaba el repudio.
“(...) ante la pregunta del conductor –describe el texto de la resolución–, sobre si sería posible perdonar a quienes no se arrepienten de los daños cometidos, como aquellos que cometieron crímenes de lesa humanidad, el cura párroco respondió: ‘... aunque sea duro, hay que perdonar a Jorge Rafael Videla...’.”
Tanta capacidad de reunir rebaño en su contra derivó en una medida freezer-eclesiástico: París pasó de la catedral de Azul a la iglesia de Ayacucho. Le bastó poco tiempo para encontrar el modo de convocar a los medios nuevamente. El 27 de julio pasado la trágica muerte de Antonia Olano, de tres meses, derivó en la versión de su madre, desbordada por la situación y con el primer discurso que se le pueda haber venido en mente: ladrones, robo, miedo e inseguridad. No hizo falta demasiado para que en un pueblo chico, el caso llegara a oídos del cura. A las 16 ocurrió y a las 20.30 la marcha ya estaba en marcha. Cuando algunos medios ansiosos de ola y reclamo le preguntaron sobre la versión de la madre, París respondió: “Yo le creo, es de una familia bien”.
“Hubo medios que dijeron cosas que yo nunca dije”, sostuvo el intendente de Ayacucho, Darío David. “Me sorprende y me preocupa la miseria humana, los dirigentes políticos que se agolpaban en la puerta de mi casa.”
David recordó los difíciles momentos que pasó cuando la marcha convocada por el cura París derivó en su casa, donde algunos la apedrearon y pretendieron entrar para agredirlo. El intendente de Ayacucho sostuvo anoche en el programa televisivo 678 que “el cura París tuvo una gran responsabilidad e irresponsabilidad”. Recordó que cuando supo de la muerte de la beba y la denuncia de la madre consultó al pediatra que había atendido a la niña. “Un pediatra muy reconocido que me dijo que para él había sido una broncoaspiración. Con ese dato, con que no habían encontrado pruebas de que hubiera ocurrido un robo, no faltaba nada, y con el transcurso de las horas se empezó a pensar en una muerte natural. Pero había algunos que parecía que no querían que se escuchara eso”. David agregó que, una semana después de ocurrido el hecho, “hay una convocatoria de la Sociedad Rural de Ayacucho. Convocaba a una nueva marcha para esclarecer el crimen de la beba y enjuiciar a los responsables, cuando ya estaba claro que había sido una muerte sin violencia”.
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