EL MUNDO › OPTAN ENTRE DOS CANDIDATOS DE DERECHA EN GUATEMALA

El ballottage de los parecidos

En la segunda vuelta de mañana, eligen entre Otto Pérez Molina, un ex militar acusado por la CIDH de perpetrar crímenes de lesa humanidad, y Manuel Baldizón, un empresario neoliberal que pregona la vuelta de la pena de muerte.

No será variada la oferta electoral de mañana en el ballo-ttage presidencial de Guatemala. Los 7,3 millones de ciudadanos habilitados para votar deberán decidir entre Otto Pérez Molina, un ex militar acusado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos de perpetrar crímenes de lesa humanidad, y Manuel Baldizón, un empresario neoliberal que pregona la vuelta de la pena de muerte para combatir la inseguridad. El escenario de estas elecciones es un país inundado por lluvias tropicales, que provocaron destrozos en las redes viales del país, y una tasa de homicidios que ronda los 50 cada 100.000 habitantes, lo que representa más de seis veces la media mundial. El general Pérez Molina (Partido Patriota) le lleva a Baldizón (Líder) 17 puntos de ventaja, con más del 58 por ciento de intención de votos. En la primera vuelta, el militar había aventajado al empresario por 36 a 23 por ciento. El analista político guatemalteco Luis Fernando Mack toma la probable victoria del ex general como una paradoja de la democracia. “Los militares retornan al poder por un mecanismo diferente. No por golpes de Estado, sino por democracia. Vuelve al país un imaginario de militares y Guerra Fría”, explica en diálogo con Página/12 el coordinador de Desempeño Electoral de Partidos Políticos. En cualquier caso, para el sociólogo y doctor en Ciencia Política ninguno de los dos candidatos se presenta como alternativa popular. “Pelean por el control del Estado y los negocios que se pueden hacer a través de éste”, concluye.

En un país con la mitad de la población sumida en la pobreza y una desnutrición que golpea al 15 por ciento, las campañas de ambos presidentes se destacaron por haber excedido en cinco o seis veces el tope de gastos fijado por el Tribunal Electoral Supremo. El órgano fracasó en su rol de controlar los financiamientos, y ninguno de los dos candidatos se aprestó a revelar de dónde provinieron los fondos de las campañas. Pérez Molina y Baldizón gastaron entre 30 y 40 millones de dólares. “Esa es otra de las cosas que nos preocupan. Hay sospechas de que buena parte de ese dinero vino de narcos o de otros grupos de crimen organizado. Gane quien gane, va a haber una deuda con estos grupos”, asegura Mack.

Según el presidente Alvaro Colom, cárteles enquistados en el país como Los Zetas manejan un negocio que quintuplica los recursos del Estado. El mandatario saliente se precia de haber incautado 32.000 millones de dólares en cocaína. Guatemala es parte de la ruta centroamericana, por donde circula el 90 por ciento de la sustancia consumida en Estados Unidos.

El presidente de centroizquierda se va del gobierno sin presentar candidatos, ya que la jugada del divorcio de su esposa Sandra Torres para evadir la norma que prohíbe a familiares buscar la sucesión salió mal, y su candidatura fue impugnada. “Colom tomó un camino peligroso, que fue utilizar los programas sociales como mecanismo clientelar para perpetrarse en el poder”, acusa el analista. Así y todo, cualquiera que gane deberá tejer múltiples alianzas legislativas, ya que la gobernante Une-Gana (socialdemócrata) tiene amplia mayoría en el Parlamento, con 47 legisladores que pondrán en el centro del debate los temas de desnutrición, pobreza y empleo. “El tema de la pobreza no lo ha tocado ninguno de los dos candidatos. Han hecho referencia de forma generalizada, pero no han dicho cómo la van a atacar o a reducir y eso es preocupante”, dijo el politólogo indígena Alvaro Pop. El 11 de septiembre, sobre 158 legisladores, Pérez obtuvo apenas 54, mientras que Baldizón quedó con una insignificante bancada de 14 legisladores.

Si de tejer alianzas se trata, Baldizón, quien cerró su campaña ayer rezando ante 2000 personas, ya lo puso en práctica. La ex candidata presidencial Rigoberta Menchú le dio su apoyo público al quedar eliminada de la contienda, con menos del 3 por ciento de los votos. “Es un hombre joven y tiene la fuerza para sacar adelante al país”, sostuvo la líder indígena y Premio Nobel de la Paz de 1992. Sin embargo, esa alianza no fue tan efectiva como se pensaba y no sirvió para polarizar al electorado lo suficiente. Además de las arengas de la pena de muerte, el empresario prometió el pago de un decimoquinto salario anual a los trabajadores y la clasificación a la selección a un mundial de fútbol.

Otto Pérez Molina, subido al caballito de la mano dura, es visto por gran parte de la población como el “General de la Paz”, por ponerse a la cabeza en la década del noventa de los pactos de punto final con la insurgencia, tras la guerra civil que dejó 200.000 muertos. Sobre su cabeza pesa la condena de la CIDH por la muerte del guerrillero Efraím Bámaco y de perpetrar masacres en la región indígena de Nebaj en la década del ochenta. También fue objeto de investigación por parte del escritor norteamericano Francisco Goldman, quien lo acusa de ser el autor intelectual del asesinato del obispo que redactó el Nunca Más guatemalteco, en 1998.

El que gane las elecciones hereda un Estado camino a la bancarrota, en parte responsabilidad también de esos mismos candidatos, que bloquearon año tras año en el Congreso los intentos de Colom de una reforma fiscal.

Guatemala, donde la recaudación llega apenas al 10 por ciento del PIB y la evasión por parte de empresas y sectores no asalariados es gigantesca, cerrará 2011 con un déficit fiscal del 3 por ciento y con un proyecto de presupuesto para 2012 por 7570 millones de dólares, el más alto en la historia.

Informe: Juan Nicenboim.

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Propaganda electoral de Otto Pérez, favorito en la segunda vuelta de mañana en Guatemala.
 
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