Viernes, 11 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › MARIO MONTI SE PERFILA COMO EL SUCESOR DE BERLUSCONI
Monti podría ser el futuro primer ministro a partir del domingo, día clave en el que la prometida renuncia de Silvio Berlusconi se haría efectiva. Entre hoy y mañana debería ser aprobada por el Parlamento la ley de estabilidad.
Por Elena Llorente
Desde Roma
El futuro político inmediato de Italia parece estar tomando forma. Al menos por los trascendidos, el prestigioso y respetado economista Mario Monti podría ser el futuro primer ministro a partir del domingo, día clave en el que la prometida renuncia de Silvio Berlusconi se haría efectiva.
Pero por ahora son sólo trascendidos. Antes, entre hoy y mañana, debería ser aprobada por el Parlamento la ley de estabilidad, las nuevas medidas económicas solicitadas por la Unión Europea para tratar de equilibrar las cuentas del país, estimular el crecimiento económico y tranquilizar a los mercados. Pero el panorama presentado ayer por el Banco Central Europeo no es muy alentador: Italia en 2012 crecerá sólo el 0,5 por ciento.
Ante ésta y otras noticias negativas que llenan los medios de comunicación, muchos italianos son reacios a creer que las cosas vayan a cambiar radicalmente después de la retirada de Berlusconi. Retirada que, por lo demás, no significa la anulación de su presencia en política ni la de su partido en el gobierno. Porque aunque el nuevo gobierno estuviera presidido por Monti, no se sabe aún quiénes serán sus ministros ni qué partidos formarán parte de él.
“No cambiará nada aunque se vaya Berlusconi. Los poderes económicos fuertes seguirán teniendo el control. Debería irse toda la clase política”, sostiene Gaetano Ferrieri, un ex consultor fiscal de la región Veneto que desde hace 160 días está en huelga frente a la Cámara de Diputados en Roma. “El pueblo tiene que retomar el control. Nuestro proyecto no tiene el apoyo de ningún partido porque estamos en contra del sistema político. Sólo los ciudadanos simples nos ayudan. Queremos llegar a crear una asamblea constituyente de ciudadanos y un movimiento nacional para conseguir las reformas”, dijo a este diario. Ferrieri está en una carpa y ha pegado alrededor carteles con las medidas que, en su opinión, deberían tomarse para reducir los costos del Estado, entre ellas reducción del 50 por ciento del salario a los políticos y del número de parlamentarios.
Anna Garegnani, en cambio, jubilada, que vivió siendo niña uno de los períodos más difíciles de la historia de este país, la Segunda Guerra, es menos pesimista. “Creo que las cosas estarán mejor cuando se vaya Berlusconi. Habrá que hacer sacrificios, claro, aunque ahora mucha gente no está muy acostumbrada a hacerlos. La educación cívica ha faltado en estos años. El único ejemplo que se ha difundido es que cada uno se debe preocupar sólo del propio beneficio. Una vez que se vaya Berlusconi con todas sus bufonadas, tenemos que retomar la dignidad como país. Esperamos que las cosas cambien realmente. Necesitamos más optimismo, más esperanza.”
Cuando se trata de jóvenes, la esperanza parece haberse esfumado. No creen o creen poco en los cambios. No tienen trabajo o, si lo consiguen, son contratos provisorios que pueden durar algunos meses o tal vez un año. Natalino y Liana Pisanu, 29 años ella, 33 él, son un matrimonio de Cerdeña. Han tenido que trasladarse a Roma porque en Cerdeña no encontraban trabajo. Tienen dos hijos, de 8 y 3 años, que dejaron en su pueblo natal, a cargo de la madre de ella. “Escándalos, escándalos y basta. Eso es todo lo que hay. Y en cuanto pueden les sacan dinero a los ciudadanos”, dice ella muy enojada refiriéndose al gobierno. “Tengo 29 años, tenemos dos niños, pero no logramos reunir el dinero suficiente como para construirnos una casa”, agrega angustiada. Y Natalino, por su parte, añade: “Yo era electricista pero tuve que dejar mi trabajo autónomo por todos los impuestos que tenía que pagar. Ahora trabajamos en el hotel como mozos. No hay esperanza, aun si cambia el gobierno. Tengo 33 años e Italia siempre ha sido así”.
“A mi manera de ver no cambiará positivamente”, comenta de su lado Nicoletta Rinaudo, 32 años, profesora de idiomas y desocupada. “Tal vez empezaremos a saber todo lo que no hemos sabido y que ha sucedido en estos últimos 20 años y será durísimo. De todas maneras, el que Berlusconi se vaya no resuelve todo. Es más, nos daremos cuenta del nivel de la m... en la que estamos navegando. Y para los jóvenes, cada vez será peor, porque los políticos tienen ya asegurada su jubilación pero ¿y la nuestra? ¿Quién la pagará? ¿Existirán los fondos cuando nos llegue la hora?”
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