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Siria

 Por Santiago O’Donnell

Difícil de discernir la situación en Siria, pero se ve peligrosa. No es que no haya información, pero en un punto es contradictoria. En Siria no pueden entrar periodistas extranjeros y la prensa local está fuertemente controlada por el gobierno basista. Cuando eso pasa, los diarios, las radios, la tele y los portales de Internet recurren a las agencias internacionales de noticias. Las agencias tampoco pueden mandar periodistas o fotógrafos a Siria, pero igual se las arreglan para mandar crónicas y fotos todos los días, que se recortan y multiplican en el universo mediático. Pero las fotos y las crónicas hablan de países muy distintos.

Por un lado, los despachos informan todos los días que hubo seis, nueve, once muertos por enfrentamientos entre manifestantes y soldados sirios usualmente en lugares remotos o poco conocidos del país, donde la insurrección estaría muy fuerte. Así, sin nombres ni historias de vida, pero llenos de análisis sobre la brutal represión que viene ejerciendo el régimen de Bashir al Assad. Despachos fechados en Jerusalén, El Cairo o Bagdad, que citan como única fuentes a grupos cívicos sirios recientemente formados que no tienen reconocimiento a nivel internacional. Hace algunos años es probable que las agencias no hubieran dado como ciertas las versiones de los grupos cívicos sin haberlas chequeado. Pero la avidez por las noticias y la politización extrema de la agenda mediática las lleva a hacerlo y eso complica un poco las cosas.

Por otro lado, esas mismas agencias, ante la imposibilidad de meter a sus propios fotoperiodistas dentro de territorio sirio, recurren a la agencia oficial siria para comprar u obtener imágenes de desfiles oficiales o manifestaciones pro gobierno en Damasco. Fotos de un país idílico, sin conflictos, que ama a su líder. Algo difícil de creer, pero también es cierto que las crónicas de las agencias no dan cuenta de estas movilizaciones y muestras de cariño, lo cual hace más difícil ignorarlas.

Algo parecido pasaba en Libia hasta la caída de Khadafi, pero Siria es un país mucho más importante a nivel estratégico. Es una de las grandes potencias del mundo árabe, con grandes reservas petroleras y un ejército de los más poderosos de la región, después del israelí, para no hablar de impacto de la cultura persa a nivel regional y mundial. Tiene mucha injerencia en zonas calientes como Irak, donde controla a través de la frontera el apoyo a la insurgencia y Medio Oriente, donde apoya a las facciones islamistas de Hamas y Hezbolá, los principales adversarios de Israel. Además Siria es un aliado importante de Irán en su actual estado de virtual guerra fría con Estados Unidos y la Unión Europea.

Assad gobierna desde que heredó la presidencia de su padre, Hafez, en julio del 2000. Su padre había gobernado a Siria durante tres décadas a través del partido laico Baaz, que ha sido acusado por intelectuales y artistas sirios de ejercer un fuerte control político y policial de la sociedad siria. Desde el estallido de la Primavera Arabe hay noticias de fuerte represión en Siria y no pocos auguran el fin de la era Assad. Por eso vale la pena buscar otras fuentes. Está lo que dicen los gobiernos. Está el gobierno sirio, por supuesto, que asegura que hay una campaña extranjera para alentar el terrorismo en el país y que el gobierno actúa responsablemente para controlar esta situación. Y están los gobiernos extranjeros. A diferencia de las agencias extranjeras, ellos sí tienen gente en Siria, tienen a sus espías. Tanto los gobiernos enfrentados como los amigos de Siria, todos tienen informantes y se mueven acorde con lo que saben en el escenario internacional. Hace un par de meses el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas condenó a Siria por maltratar al embajador estadounidense durante una manifestación de la oposición. ¿Está bien que el embajador participe de una manifestación opositoria? No me parece, pero el problemita con el embajador es apenas una excusa. Lo importante es que el tema Siria entró al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el que avala y legitima las invasiones, y que China y Rusia dejaron hacer, soltándole la mano a su viejo aliado. Esa señal la entienden todos.

La semana pasada la Liga Arabe, compuesta por veintidós naciones, suspendió a Siria por una represión que ya llevaría ocho meses. Después exigió, so pena de sanciones, que se le permita ingresar a una delegación de observadores para ver qué está pasando. Assad habría aceptado.

Después, esta semana, hablaron Rusia y Estados Unidos a través de su canciller y vocero de la cancillería, respectivamente. Rusia es un país que fue muy importante y va en camino a volver a hacerlo y bajo el liderazgo de Putin busca retomar su lugar en el escenario internacional. “Esto ya se parece a una guerra civil”, dijo el canciller Sergei Lavrov cuando le preguntaron sobre un supuesto ataque del Ejército Sirio Libre (ESL) a una base de la Fuerza Aérea. El ESL estaría compuesto por soldados disidentes del ejército sirio. Al parecer gozan de las simpatías de Rusia, pero no tanto de las de Estados Unidos. Porque Larov se apuró en contestarle al vocero del Departamento de Estado norteamericano, Mark Toner. “No se trata de una guerra civil, ya que la violencia es impartida desde el Estado. El ESL le es funcional al presidente Bashir al Assad. Pedimos su inmediata disolución.” Estados Unidos mantiene una relación sinuosa con Siria. Bush lo incluyó en el Eje del Mal, después lo sacó. Obama arrancó prometiendo una política de reacercamiento (“reengagement”) con Siria, pero nunca creó un mecanismo para llevarla adelante. Después la Primavera marchitó la promesa y las relaciones se congelaron. Qué raro que Estados Unidos deje pasar una insurgencia en territorio enemigo. Se ve que los muchachos del ESL prefirieron arreglar con los rusos. Señal de los tiempos que corren.

La cosa es que si Rusia, Estados Unidos, Naciones Unidas y la Liga Arabe dicen que algo malo está “pasando en Siria”, más allá de las carencias de los servicios informativos, es dable pensar que algo malo está pasando. Protesta, terrorismo, represión, insurrección, guerra civil: algo. En un país que es mucho más poderoso que Túnez y Libia y mucho menos vulnerable que Egipto, ubicado nada menos que entre Irak y Medio Oriente, dos de los grandes polvorines que tiene el mundo en este momento. Habrá que ver qué cuentan los observadores de la Liga Arabe, si es que finalmente los dejan entrar. Pero suena peligroso.

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Imagen: AFP
 
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