EL MUNDO
Los periodistas también molestan, para Tony Blair
El diario británico “The Independent” denunció que Londres está “obstruyendo” su cobertura. El gobierno británico recibió condenas por sus críticas a cómo la BBC muestra la guerra.
El diario británico The Independent, que está en contra de la guerra y tiene varios periodistas, entre ellos Robert Fisk, en Irak, denunció ayer que el Ministerio de Defensa obstruye la labor de los corresponsales que no forman parte de los contingentes de periodistas que acompañan a las tropas de Gran Bretaña. Por otra parte, el Instituto Internacional de Prensa (IPI) condenó ayer los intentos de algunos ministros británicos de “socavar” la cobertura de la guerra en Irak que realiza la BBC londinense. En los últimos días, el gobierno británico criticó duramente a algunos medios, en especial la estatal BBC, por la manera “demasiado imparcial” con la que está manejando la información; concretamente, a favor del régimen iraquí, al “situar en el mismo plano la dictadura de Saddam y las democracias de Estados Unidos y Gran Bretaña”.
Según The Independent, las vidas de sus periodistas corren peligro, debido a la negativa del gobierno británico a brindarles ayuda. Como ejemplo de ello, el diario menciona el caso de periodistas que, por no pertenecer al pool oficial, no tienen permiso para dormir en las bases militares de las fuerzas británicas o norteamericanas, por lo que tienen que pernoctar en sus automóviles en calles inseguras. De acuerdo con el diario, un portavoz militar británico de alto rango confesó a un grupo de periodistas que viajan por su propia cuenta por Irak: “Mi trabajo consiste en complicarles la vida lo más que pueda”.
El canciller británico, Jack Straw, se ha quejado del simplismo de los canales informativos de 24 horas, que intentan dar una nueva noticia en cada informativo. John Reid, presidente del Partido Laborista y miembro del gabinete de guerra, acusa a la BBC de actuar “como amigo de Saddam”. El problema es quizá que la BBC intenta cumplir con su fama de ser el medio más creíble del mundo en tiempos de guerra. Una tarea que la coalición angloamericana no facilita después de haber anunciado nueve veces la toma del puerto de Umm Qasr y decir desde el segundo día que controla Basora o que sus soldados han sido ejecutados, como denunció Tony Blair con gran énfasis en base a meras deducciones nunca confirmadas.
El contraste entre televisión y prensa es que los medios visuales tienden a difundir todas las imágenes que tienen, incluidas las masacres en los mercados de Bagdad, y las explicaciones posteriores sobre quién puede ser el responsable de esas muertes acaban por diluirse ante la evidencia del terror que vive la población civil.
La prensa escrita, en cambio, tiene más tiempo para elegir. Y mientras el pacifista The Independent lleva las masacres a portada, The Times y The Telegraph abrían ese día con el reparto de ayuda humanitaria.
Los ejecutivos de las cadenas defienden el trabajo de sus redacciones, pero también los periodistas se sacan de encima las acusaciones del gobierno. “Están enfadados porque pueden controlar dónde van los reporteros pero no pueden controlar lo que ven”, responde el comentarista político estrella de la BBC, Andrew Marr. El enviado especial de la BBC a Bagdad, Rageh Omaar, relata en un artículo en el Telegraph el maltrato que reciben de las autoridades para desmentir que sean rehenes de Saddam. Omaar explica la tensión que pasan los enviados especiales, obligados a trabajar en las instalaciones del Ministerio de Información y temerosos de ser el objetivo de los misiles estadounidenses. El problema, explica, quizá sea que “las expectativas de la coalición de una victoria rápida y telegénica han resultado ser demasiado ambiciosas”.