Sábado, 10 de marzo de 2012 | Hoy
EL MUNDO › MAS DE CINCUENTA MIL PERSONAS SALIERON A LA CALLE EN ROMA PARA RECHAZAR CIERRES DE FABRICAS
La marcha se hizo en defensa de los derechos laborales y porque la Fiat y su gerente general, Mario Marchionne, amenazan con cerrar dos fábricas más en Italia, sin importar la masa de trabajadores que quedarán en la calle.
Por Elena Llorente
Desde Roma
Mientras el gobierno italiano se enfrentaba ayer duramente a nivel diplomático con el inglés, a causa de la muerte de un ingeniero italiano en Nigeria, más de 50 mil trabajadores y estudiantes marchaban por las calles de Roma en ocasión de una huelga nacional del sindicato metalúrgico contra el gobierno de Mario Monti y la Fiat.
El gobierno italiano y el presidente de la República, Giorgio Napolitano, protestaron públicamente porque no fueron avisados de una operación comando de las fuerzas especiales inglesas para liberar a algunos secuestrados por organizaciones islámicas extremistas en Nigeria. La operación fue un completo fracaso y los secuestrados murieron, entre ellos un ingeniero italiano, sobre cuyo caso se supone que se estaban haciendo tratativas.
Tal vez sensibilizada por esta noticia, la manifestación se realizó casi sin incidentes en uno de los recorridos permitidos por la policía que, en este caso, después de las violentas marchas de octubre pasado, decidió filmar todo paso a paso mediante cámaras colocadas en el itinerario. No faltaron, sin embargo, algunos estudiantes heridos por otros de derecha en una trifulca, y el lanzamiento de huevos contra un banco sobre cuyas paredes los estudiantes colocaron un cartel que decía “Con los deseos de una pronta bancarrota”. Otros, mientras tanto, hicieron una breve toma de un local del INPS (Instituto Nacional de Previsión), en simbólica referencia al sistema jubilatorio transformado por Monti. Entre los manifestantes serpenteaba un pulpo gigante con una inscripción que decía “Finanzas globales” y, en los tentáculos, llevaba muñecos con las caras de Monti, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Pero, curiosamente, el partido más tradicional de la izquierda, el Partido Democrático (ex comunistas), no adhirió a la marcha porque participaban los No TAV, los militantes ambientalistas y radicales que cuestionan el Tren de Alta Velocidad (TAV) que se está construyendo en el norte de Italia.
La FIOM (Federación de Empleados y Obreros Metalúrgicos), el sindicato que organizó la huelga, es uno de los más poderosos de Italia y de los más combativos. A punto tal que la Fiat ha decidido hace algún tiempo no permitir el retorno al trabajo de los asociados a este sindicato que cuestionan los acuerdos firmados con los trabajadores. Por eso, la manifestación no sólo apuntó sus cañones contra el gobierno, pidiéndole que no toque el artículo 18 del estatuto de los trabajadores que garantiza la estabilidad en el trabajo, sino también contra la Fiat y su gerente general, Mario Marchionne, que amenaza con cerrar dos fábricas más en Italia, sin importar la masa de trabajadores que quedarán en la calle. Desde que Fiat pasó a ser socia mayoritaria de la norteamericana Chrysler, mira con mucha atención el mercado estadounidense y de otros países, incluso América latina, donde el costo de un trabajador para la empresa es mucho menor que en Italia. El secretario de la FIOM, Maurizio Landini, dijo al concluir la marcha desde un palco colocado en plaza San Giovanni que “Marchionne debería manifestar su disponibilidad para abrir nuevas tratativas con los trabajadores, además de hacer nuevas inversiones en Italia y, sobre todo, garantizar las libertades sindicales”.
La ausencia del Partido Democrático en la marcha, por lo demás, causó no pocas críticas, aunque algunos de sus dirigentes se presentaron a nivel personal. Entre ellos el senador Vincenzo Vita, quien explicó que “lamentablemente mi partido no ha entendido que ésta es una manifestación en defensa del trabajo y no contra la TAV. Creo que en un momento tan difícil como éste era importante estar presente”. Los metalúrgicos en cambio recibieron el apoyo de otros partidos de centroizquierda, como Italia de los Valores (IDV), Comunistas Italianos e Izquierda, Ecología y Libertad, cuyo líder y presidente de la región Apulia, Nichi Vendola, marchó ayer junto a ellos. En una nota, el IDV pidió que el gobierno de Monti “escuche los pedidos de los trabajadores, que son el verdadero recurso para la reactivación económica”. “Es gravísimo –dijo además– que el gobierno insista con reformar el artículo 18, que no tiene nada que ver ni con las razones ni con la solución de la crisis.” Por su parte, Oliviero Filiberto, secretario general de Comunistas Italianos, dijo a los periodistas que “el artículo 18 es un pilar de nuestra democracia, porque Italia es una república basada en el trabajo y no en la explotación”, mientras Vendola calificó de “indispensable” la presencia junto a los manifestantes porque hoy en día “los derechos de los trabajadores son el centímetro con el que se puede medir la democracia”.
De su lado, los No TAV desfilaron contenidos, llevando una locomotora de cartón con el cartel donde se leía “Saquen las manos de Val di Susa”, el valle donde se construirán vías y túneles para el TAV.
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