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Desde Madrid

Durante meses, Iñaki Urdangarin, el yerno del rey de España, ha sido el centro de una investigación legal a gran escala sobre el supuesto desvío de millones de euros del dinero público hacia paraísos fiscales en todo el mundo. Pero en lo que posiblemente sea el hecho más espectacular hasta la fecha, el diario español El País publicó ayer que Urdangarin, el duque de Palma, tendrá que enfrentar cuatro acusaciones por fraude a la Administración, falsificación de documentos, malversación de fondos públicos y prevaricación.

Las filtraciones de la investigación por corrupción indicaron que una organización sin fines de lucro, Noos, de la que Urdangarin era copresidente entre 2004 y 2006, supuestamente canalizó dinero público, ganado por enormes recargos de precios a los gobiernos regionales españoles para la organización de eventos deportivos, hacia cuentas bancarias privadas. Urdangarin repetidamente ha negado todo delito, diciendo en unos maratónicos fines de semana de interrogación por una corte de Mallorca el mes pasado, que él había demostrado su inocencia. Citando fuentes cercanas a la investigación, El País insistió en que el ex jugador de handball olímpico supuestamente evitará sólo uno de los cinco posibles cargos.

Durante meses, morbosos detalles del caso –la supuesta evasión impositiva por más de medio millón de euros vía una ONG para niños con enfermedades terminales–, el aparente cobro de 700.000 euros por un informe financiero de trece páginas sobre un estadio de un club de fútbol y el uso de empresas offshore en Belice y en el Reino Unido encontraron la forma de esquivar el sistema judicial español e hicieron su camino hacia los informes que publicaron los diarios en primera plana.

El escándalo ha causado daño a la imagen pública de una monarquía que previamente era famosa por su reputación intachable. El vocero y abogado de Urdangarin, Mario Pascual Vives, hizo un solo comentario a la prensa: no hablaría más con ellos, en un intento de extinguir lo que llamó “pirotecnia de los medios”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.