Anders Behring Breivik, juzgado por la masacre de 77 personas el año pasado en Noruega, reanudó ayer su testimonio en el que debería abordar la matanza de Utoya. En el quinto día de su juicio, Breivik hará el relato detallado del tiroteo que duró unos 75 minutos en el que mató a 69 personas, esencialmente adolescentes, el 22 de julio de 2011, entre cientos de jóvenes laboristas reunidos en una isla en un campamento de verano. Aquel día también colocó una bomba de casi una tonelada cerca de la sede del gobierno de centroizquierda noruego, dejando otros ocho muertos. Breivik dijo estar en guerra contra las elites que permiten la islamización de Europa y reconoció los hechos, pero se niega a declararse culpable. “Mañana (por ayer) probablemente será la jornada más difícil”, declaró el jueves por la noche Geir Lippestad, el abogado del extremista de derechas. La cuestión de la salud mental de Breivik, juzgado penalmente irresponsable en un primer informe psiquiátrico y luego responsable en un segundo informe, es clave en este juicio que debe durar 10 semanas. Si es declarado penalmente irresponsable, se arriesga a ser internado de por vida en un psiquiátrico. Si se lo considera responsable, se lo enfrenta a 21 años de cárcel, una pena que puede luego ser prolongada mientras siga siendo considerado peligroso.