Jueves, 1 de noviembre de 2012 | Hoy
EL MUNDO › EN PARAISóPOLIS, LA POLICíA BUSCA A NARCOTRAFICANTES
Los agentes brasileños entraron en la mayor favela de San Pablo tras el homicidio de al menos cuarenta personas, entre ellos varios policías que fueron ejecutados, así como víctimas de la venganza policial.
La policía brasileña lanzó una gran operación en la mayor favela de San Pablo tras el homicidio de al menos 40 personas, entre ellos varios policías que fueron ejecutados. La Operación Saturación, que comenzó el lunes dentro y alrededor de la favela de Paraisópolis, en el sur de la ciudad, está destinada a “asfixiar el creciente tráfico de drogas” y reducir el número de robos y asaltos, dijo el secretario de Seguridad estatal, Antonio Ferreira Pinto. Unos 600 integrantes del batallón de choque de la policía militar, fuertemente armados, fueron desplegados en esa zona, área vecina al acaudalado distrito de Morumbi. “El objetivo es enfrentar el crimen organizado, destruir su estructura”, dijo el mayor Alexandre Gasparian, que supervisa la operación, en su puesto de comando fuera del estadio de Morumbi.
La operación durará un período de tiempo indeterminado y será extendida a otros distritos de esta enorme ciudad, capital económica de Brasil, que tiene una población de más de veinte millones de personas en toda su área metropolitana. El lunes, por la noche, al menos diez personas fueron víctimas de homicidio en San Pablo y otra persona murió en la cercana Sao Bernardo dos Campos, la mayoría atacadas por hombres armados en coches o motocicletas. En septiembre, la cifra de homicidios en San Pablo saltó a 144, contra 71 en el mismo mes del año pasado, y al menos 40 personas han muerto desde el jueves, según cifras de la Secretaría de Seguridad.
Un total de 98 policías fueron ejecutados en el estado de San Pablo este año, la mayoría fuera del horario de trabajo, en emboscadas.
Muchas de estas ejecuciones de policías fueron seguidas por muertes indiscriminadas, a balazos, de sospechosos de robo o narcotráfico. Según los familiares de las víctimas, estos homicidios constituyen actos de venganza de policías militares. Pero Lucas Tavares, vocero de la policía civil de San Pablo que investiga los crímenes, dijo que la Operación Saturación fue lanzada luego de que la policía recibiera datos de Inteligencia de que había criminales, armas y drogas dentro de Paraisópolis.
“Es una de esas operaciones que la policía militar monta periódicamente y no tiene nada que ver con la reciente ola de asesinatos. Habrá más acciones de este tipo en los próximos días”, afirmó. Tavares minimizó informaciones de prensa sobre que la represión policial está ligada a una guerra no declarada entre la policía militar y la organización de narcotraficantes en prisión conocida como PCC (Primer Comando de la Capital).
Ferreira Pinto dijo el lunes que algunas de las órdenes para atacar a la policía militar vinieron de allí, en referencia a Paraisópolis. Pero Tavares indicó que hasta ahora no hay pruebas de que el PCC, que surgió en las prisiones de San Pablo en los ’90, estuviera involucrado. En una entrevista concedida al diario Folha de Sao Paulo, Ferreira Pinto rechazó informaciones de prensa de que el PCC tiene 1343 miembros en 123 ciudades del estado.
“La facción es mucho menor de lo que dicen. No llegan a 30 o 40 individuos, que están presos hace mucho tiempo y se dedican a vender drogas. Nosotros hemos ahogado ese tráfico con grandes arrestos”, dijo. En la operación del lunes en Paraisópolis fue detenido un sospechoso, Edson Santos, alias Nene. Según el diario O Estado de São Paulo, Nene, de 31 años, integra el PCC y es la mano derecha del encarcelado barón de las drogas Francisco Antonio Cesario da Silva, alias Piauí.
Arrestado en agosto, Piauí ordenó las muertes de algunos policías, pero no hay evidencias de que esté vinculado con el PCC, según Tavares. Desde que comenzó la operación, la policía arrestó a ocho sospechosos e incautó al menos 125 kilos de marihuana, diez kilos de cocaína, cincuenta paquetes de drogas sintéticas y cinco armas ilegales. El martes, la vida seguía su curso en la principal avenida de Paraisópolis, mientras la policía instalaba doce retenes en la favela, donde viven 80.000 personas. “Quedamos sorprendidos con la operación policial, ya que las muertes no ocurrieron aquí”, dijo Valeria Silva, residente de 30 años. “No tenemos grandes problemas aquí. Es seguro. Hasta hay bailes por la noche: funk, pagode, samba. No te metes en problemas a menos que los busques”, sentenció.
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