Desde Roma

“El gobierno ha llegado a su fin pero, la culpa no es de los mayas”, dijo el primer ministro, Mario Monti, ayer al concluir una misa de Navidad a la que asistió junto a los empleados de la presidencia del Consejo de Ministros. Y en efecto, algunas horas después, presentó oficialmente su renuncia al presidente de la República, Giorgio Napolitano. Monti permanecerá al frente del gobierno para cumplir con las cuestiones administrativas hasta las nuevas elecciones parlamentarias, previstas en principio para fines de febrero. Según establece la Constitución italiana, el presidente Napolitano comenzará consultas con los distintos partidos políticos y grupos parlamentarios a partir de hoy y posiblemente hoy mismo disolverá las Cámaras, dando comienzo oficialmente a una nueva campaña electoral.

Se abre así para Il Professore, como lo llaman en Italia dado que era el rector de la famosa Universidad Bocconi de Milán, un período de nuevas decisiones porque varios partidos y organizaciones de centro –entre ellos la Unión de Centro de Pierferdinando Casini y otros– lo quieren llevar como candidato a primer ministro en las próximas elecciones, cosa que no le resulta simpática al ex premier Silvio Berlusconi. En efecto, después de haberlo apoyado aunque de mala gana hace un año, Berlusconi le declaró la guerra a principios de diciembre y rápidamente cambió de idea. Dijo entonces que si Monti se presentaba como candidato, él se retiraría, pero claro, se refería a candidato de su partido y no del centro. Por eso llegó a definirlo después despectivamente como “un jefecito de unos partiditos de centro”.

Ahora Berlusconi dice que, si Monti se presenta con esos partidos, perderá la oportunidad de ser candidato a la presidencia de la República, cargo no electivo en Italia sino propuesto y votado por el Parlamento. De hecho, una eventual lista con Monti a la cabeza les sacaría votos a Berlusconi y sus aliados, porque ambos se dirigen al mismo tipo de electores. Este es el mayor temor de Berlusconi.

El futuro de Monti quedará más claro a partir del domingo, ya que se espera que en la tradicional conferencia de prensa de fin de año anuncie sus proyectos personales. De la renuncia de Monti se habla desde el 8 de diciembre, luego de que Berlusconi decidiera volver a la arena política y comenzara a darle batalla, lo cual en términos parlamentarios significaba que el PDL (Pueblo de la Libertad, el partido de Berlusconi) no aprobaría de ahora en más nuevas leyes enviadas por el gobierno de Monti al Parlamento. Berlusconi y sus aliados buscaban no aprobar algunas leyes que podían perjudicar a sus militantes, como la que prohibía la presentación de candidatos que tuvieran una condena judicial. El PDL y el mismo Berlusconi empezaron a hablar pestes de Monti, acusándolo de haber dejado al país en la miseria, peor que antes en definitiva, cuando Il Cavaliere era el premier.

Por eso Monti consideró que había llegado el momento de renunciar a su cargo y dijo que lo haría cuando la ley de estabilidad (ley de presupuesto) para el próximo año fuera aprobada. La ley fue aprobada el viernes y Monti decidió renunciar ayer mismo luego de una breve reunión con el Consejo de Ministros y después de que las Bolsas de valores europeas hubieran cerrado, para no echar leña al fuego como se dice, dado el delicado equilibrio de los mercados.

Los agitados trece meses de gobierno de Monti, que nacieron como una necesidad acordada por el centroderecha y el centroizquierda, ante la crisis desesperante que estaba hundiendo al país por la situación internacional y el gobierno de Berlusconi, han dejado a muchos italianos con la soga al cuello. Aumento de impuestos, de tasas varias entre otros en el servicio sanitario nacional, reforma del sistema jubilatorio y de las leyes laborales, restricciones en los presupuestos destinados a la educación y al sistema hospitalario, entre muchas otras cosas, han significado y seguirán significando un gran esfuerzo para los sectores populares que, además, se ven castigados por la desocupación que afecta sobre todo a los jóvenes.

Para Monti, en cambio, según dijo a los embajadores de todos los países a los que saludó el viernes en ocasión de las fiestas navideñas, Italia está mucho mejor que un año atrás, por lo menos para un sector de la economía que Monti busca seducir. “El camino que hemos seguido en estos trece meses ha hecho que nuestro país sea hoy más confiable, más competitivo y más atractivo para los inversionistas extranjeros,” explicó el ahora ex primer ministro.