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Desde Roma

Miles de fieles y turistas se dieron cita ayer desde muy temprano en torno del Foro Romano para poder ver lo más cerca posible al papa Francisco y asistir al Via Crucis, un rito que se realiza cada Viernes Santo dentro y fuera del Coliseo y que recuerda la pasión y muerte de Jesús. Fue el papa Paulo VI en la década del ’60 quien retomó esta tradición comenzada en 1750 y luego interrumpida. Un edicto del papa Benedicto XIV en 1744 había consagrado el Coliseo a la memoria de los mártires cristianos aunque algunos historiadores dudan de que dentro del entonces llamado también Anfiteatro Flavio haya muerto algún cristiano.

El papa Francisco fue recibido por cardenales y obispos, pero también por al alcalde de Roma, Gianni Alemanno, que lo esperaban en la pequeña terraza del Foro Romano que da hacia el Coliseo y desde donde el pontífice participó de la celebración.

Entre los asistentes, cientos de jóvenes con velas en las manos gritaban: “Viva el papa Francesco, viva el papa Francesco”. No faltaron, como en todas las ceremonias de las que hasta ahora ha participado el papa Bergoglio, las banderas argentinas, pero también las hubo mexicanas y muchas libanesas, dado que este año, el rito del Via Crucis fue dedicado en gran parte al Líbano, en memoria del viaje que hizo a ese país el año pasado el papa emérito Benedicto XVI. En efecto, la ceremonia de este año poco tuvo que ver con América latina pese al papa argentino, a no ser por la presencia de dos jóvenes brasileños, que llevaron la cruz en las últimas estaciones del Via Crucis para recordar a Latinoamérica pero también la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en julio en Brasil y a la que asistirá el pontífice.

Los textos que se fueron leyendo durante el rito, preparados con muchos meses de anticipación, fueron escritos por dos jóvenes libaneses, guiados por el patriarca maronita Bechara Boutros Rai, y tocaron temas como la eutanasia, el aborto, la droga, los fanatismos religiosos, la paz en Medio Oriente y el retorno de los emigrantes forzosos. Cuatro jóvenes libaneses llevaron la cruz en distintas estaciones. Una numerosa delegación de católicos maronitas libaneses había llegado muy temprano a la zona del Coliseo, cantando y enarbolando decenas de banderas con el simbólico árbol de cedro. Un coro maronita cerró la ceremonia del Via Crucis.

Al concluir la ceremonia, el Papa agradeció la presencia de todos los peregrinos y a todos los que se habían unido a la ceremonia a través de los medios de comunicación, especialmente a las personas enfermas o ancianas, y dijo que no quería agregar muchas palabras pero llamó a los cristianos “a responder al mal con el bien, tomando sobre sí la cruz, como lo hizo Jesús”.

Y refiriéndose al Líbano agregó que cuando el papa Benedicto visitó el país se vio “la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de aquella tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y muchos otros. Ha sido un signo para Medio Oriente y para el mundo entero: un signo de esperanza”.

Ayer por la tarde el papa Francisco había participado de otra ceremonia en la Basílica de San Pedro, la de la Pasión del Señor, para la cual luego de entrar a la iglesia y ante el altar mayor se quitó la mitra y oró completamente estirado sobre el piso durante algunos minutos. Hoy Francisco participará por la noche de la llamada Vigilia Pascual y mañana por la mañana celebrará la misa de Pascua en la plaza de San Pedro e impartirá la bendición “Urbi et Orbi”, a la ciudad y al mundo, que un papa imparte normalmente sólo dos veces al año, en Pascua y en Navidad, a excepción del día en que es elegido como pontífice.