EL MUNDO
Un empate que no gustó a nadie en la lucha de calles de Caracas
Dos manifestaciones adversas compitieron ayer por las calles de la capital de Venezuela: una por Hugo Chávez y la otra en contra. Ninguna se impuso claramente y la polarización sigue avanzando.
Los números reales aún son una incógnita, pero las marchas chavista y antichavista –de vestuario rojo los primeros, con negro de luto los segundos– en conmemoración del 13º aniversario del Caracazo, parecen contabilizar casi un empate. No hubo enfrentamiento entre bandos aunque sí incidentes aislados: guerra de consignas que terminaron con lanzamiento de naranjas y mandarinas (que se repartían al inicio de las manifestaciones) entre unos y otros. En la madrugada, estallaron dos pequeños explosivos en un local del oficialista Movimiento Quinta República (MVR), sin causar daños de importancia y un artefacto similar fue lanzado en la Plaza Francia, del exclusivo sector Altamira, al este de Caracas. La Asamblea Nacional, por su parte, suspendió ayer por cinco meses la entrada en vigencia de la nueva ley del Estatuto de Funcionario Público, cuya derogación era una de las principales banderas de la marcha opositora.
Este resultado no era el esperado por la oposición, que aspiraba repetir la masividad lograda el 23 de enero y así proyectarse hacia la huelga general o convocar a un plebiscito revocatorio. Tampoco era el deseo del gobierno, que quería una manifestación hegemónica como la realizada el pasado 4 de febrero, la fecha del fracasado golpe de Hugo Chávez en 1992. Fue, al fin de cuentas, una medición de fuerzas por las calles de Caracas. A la concentración antichavista en la Plaza Morelos se presentó, puntualmente, el coronel Pedro Soto, el primero de los militares rebeldes que ya fue dado de baja por el consejo de investigación que le promovió su fuerza. Se mostró de civil y no hizo ninguna declaración a la prensa. La oposición cargaba con sus ya tradicionales cacerolas. La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), principal convocante, llevó sus propias “brigadas de orden” y al final del acto, su presidente Carlos Ortega, entregó a William Lara, presidente del Parlamento, un documento que critica el paquete de 49 leyes que Chávez decretó en noviembre de 2001. Froilán Barrios, un directivo de la CTV, puntualizó las próximas medidas que ya fueron aprobadas por la central empresarial más importante, Fedecámaras: el 4 de marzo se tomarán las 36 inspectorías del trabajo del país y el 18 de ese mes se prevé un paro nacional. Otro de los carteles más llamativos de la oposición rezaba “Peña presidente”. Hacía referencia al alcalde mayor de Caracas, Alfredo Peña, quien desembarcó en el gobierno de Chávez como independiente, se afilió al MVR y luego se alejó. Peña es uno de los débiles candidatos de la oposición que, junto con el ex miembro del Copei y actual gobernador Enrique Mendoza y el diputado de Primero Justicia, Julio Borges, lideran las encuestas con una preferencia electoral que oscila entre un 14 y un 17 por ciento en caso de que se celebraran los comicios hoy.
En la marcha de apoyo a Chávez sobresalía una gran pancarta con los rostros de varios ex presidentes socialdemócratas y democristianos con la leyenda “No volverán”. “Las calles son del pueblo, no de la oligarquía” y “Allí están, ellos son, los que roban la Nación” fueron los consignas preferidas a la hora de enfrentar, cara a cara, a transeúntes antichavistas. A la vez, la agresión con frutas también fue para los periodistas que cubrían el evento. “Digan la verdad, digan la verdad”, vitoreaban. El ministro de Defensa, José Vicente Rangel, se dirigió a los simpatizantes del gobierno y dijo: “Esta no es democracia de vitrina sino una democracia de pueblo, donde pueden realizarse dos marchas sin alterar el orden”. Rangel, además, señaló que la oposición no cuenta con el apoyo de los militares, ni del pueblo ni de Estados Unidos y que eso los tiene “desesperados”. Al mismo tiempo, se libraba otra batalla entre chavistas y antichavistas por televisión y radio. El gobierno transmitía dramáticas imágenes del Caracazo, donde se observaba gente saqueando, policías disparando y familiares llevando a sus heridos en brazos, intercaladas con intervenciones públicas del entonces presidente, Carlos Andrés Pérez. La música era el tema “Desaparecidos” del panameño Rubén Blades. Por su parte, la oposición mostraba al sindicalista Ortega acusando al gobiernode empobrecer al pueblo, de “festejar” el Caracazo y llamando a una “vigilia de luto”.