Jueves, 20 de marzo de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Robert Fisk *
Deben ser las monjas más caras del mundo, si uno puede guiarse por una prensa venenosa y un ambiente de guerra civil. Según el Líbano, Qatar les pagó a los enemigos de Bashar al Assad sesenta millones de dólares por liberar a las monjas. Según la prensa siria, fueron más bien 65 millones. Según las trece monjas ortodoxas griegas liberadas por los islamistas de Jabat al-Nusra después de tres meses de secuestro, nadie cobró nada.
Pero nadie queda libre en Siria sin un pago. Para los servicios de seguridad sirios, en este caso el precio fue soltar 152 prisioneras políticas, incluyendo parientes de los rebeldes. Para las monjas, que ahora están en un orfanato en el centro de Damasco, el precio sigue subiendo.
“Ahora estamos a salvo en este lugar”, dijo la hermana Irene, una de las trece, en el hall del Orfanato de la Sociedad Ortodoxa de San Gregorio, en el barrio cristiano de Al-Qassa. “Estoy feliz aquí.” Pero cuando le pidieron a la diminuta mujer de hábito negro si su superiora, la madre Pelagia Sayyaf, podía contar sus experiencias, volvió con un mensaje no muy santo. La madre Pelagia se había quedado muy mal por una entrevista emitida en la cadena oficialista Al-Dounia, contó, y había “jurado ante Dios que nunca volvería a hablar con periodistas”.
Habiendo visto la bastante elegante, aunque dañada, villa en las que las monjas y sus tres sirvientas estuvieron prisioneras en Yabrud hasta la semana pasada, me quedan algunas preguntas sobre este extraordinario episodio. Como descubrieron con horror los cristianos sirios en diciembre, las monjas y sus asistentes habían sido secuestradas en el antiguo pueblo cristiano de Maaloula –donde, como insisten las guías de turismo, se sigue hablando arameo, la lengua de Cristo– y luego llevadas a Yabrud, que hace dos años está en manos de los islamistas. Algunos dijeron que estaban muertas, pero un video las mostró vivas y bien tratadas, con una riendo con sus captores. Luego fueron liberadas. Los servicios de seguridad libaneses tuvieron que ver –dicen que no pagaron rescate–, pero cuando las monjas salieron de su cautiverio asombraron a todos agradeciendo a sus secuestradores por cuidarlas tan bien, expresaron su aprecio personal por uno de los líderes islamistas, le agradecieron a Qatar –supuestamente, los pagadores– y hasta hablaron bien de Al Assad.
Más serio todavía fue el creciente número de informes en Damasco afirmando que hubo un trato infernal y que habían sido liberadas no solamente por mucho dinero qatarí y con la ayuda de los partidos cristianos libaneses que se oponen a Al Assad. Se dice que el arreglo fue simple: cuando las tropas sirias y de Hezbolá se disponían a tomar por asalto Yabrud, hace dos semanas, las monjas fueron cambiadas por una tregua para que cientos de combatientes islamistas llegaran en paz a la cercana aldea de Rankús.
De ninguna manera, dice el régimen. Pero si esto es cierto sería la explicación de la completa falta de muertos en la toma del viejo pueblo otomano y antes romano, esta semana. El gobierno sirio confirmó que el próximo combate será para tomar Rankús, todavía en manos de los islamistas. Pero los mismos partidarios del régimen preguntan si no se suponía que había que destruir a los jihadistas extranjeros en lugar de andar liberando monjas, dado que miles de mujeres sirias fueron secuestradas y cientos violadas. Una cosa es rezar por la seguridad de las monjas –y la mayoría de los cristianos sirios están de parte de Al Assad–, pero cambiárselas en secreto a sus captores parece un poco mucho, sobre todo porque a doscientos metros de su lugar de cautiverio está la iglesia de Nuestra Señora, vandalizada por completo.
Un número creciente de sirios enojados señala que la madre Pelagia es libanesa, aunque otros dicen que de hecho es siria, y que es cercana a las fuerzas libanesas de Samir Geagea, que odia el régimen de Al-Assad. Y Qatar, que recibió las gracias de las monjas, manda fondos a los feroces enemigos islamistas del régimen. En resumen ¿qué pasa? ¿Por qué las monjas no le agradecieron al ejército sirio por su liberación en lugar de agradecerle a Jabhat al-Nusra?
Por supuesto, en Siria abundan los intercambios de prisioneros en esta época, lo que ocurre siempre en guerras civiles, y también las treguas privadas y los comités de “reconciliación”, y Líbano parece cada vez más involucrado, tal vez porque sigue tratando de alejar la guerra siria de sus fronteras. Lo que se dice en Damasco es que las negociaciones fueron llevadas “del principio al final” por el jefe del servicio interno de seguridad del Líbano, el general Abbas Ibrahim, conocido por su coraje de hablar con representantes de Al Qaida en el campo de refugiados palestinos de Ein Helweh, en las afueras de Sidón, sur del Líbano.
¿Y Qatar, que llamó a derrocar a Al Assad una y otra vez, está tratando de codear a su rival Arabia Saudita, que también da fondos a los islamistas en Siria, abriendo un canal secreto de comunicación con el régimen de Damasco, luego de años de guerra?
Qué bueno ser un experto en conspiraciones en esta Siria en guerra. O qué bueno ser una monja.
* The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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