Jueves, 20 de marzo de 2014 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Kim Sengupta *
Los infantes y marineros que salieron de la base estaban pálidos y deprimidos, listos a alejarse lo más rápido posible del lugar donde habían sido humillados. Sobre su cuartel ucraniano ya ondeaba la bandera rusa y la entrada tenía una guardia de enmascarados de uniforme que se identificaban como efectivos del Directorio de Inteligencia del Kremlin.
Con lágrimas en los ojos, Irina Vorodinova susurró que estaba “orgullosa de ellos, hicieron todo lo que pudieron y no tendrían que tener que irse de esta manera”. Su hijo, un capitán, todavía no había salido. Su marido, un capitán retirado, esperaba en otra de las entradas. “Nuestra familia, nuestros padres, todos estuvieron en las fuerzas armadas. Ahora tratan así a nuestros hombres. No es correcto.”
Casi todos los efectivos se habían sacado el uniforme para dejar la jefatura naval ucraniana en Sebastopol. Los pocos que aceptaban hablar, lejos de las cámaras, mostraban un fuerte temor al futuro. Algunos contaron que los rusos no habían cumplido su palabra de darles más tiempo y que los que habían entrado fueron agresivos y los insultaron. Sasha contó que “cuando entraron estábamos desayunando y ellos empezaron a tirar cosas al piso. No eran rusos, eran autodefensas y trataban de provocarnos. Nos acusaron de traidores por no cambiar de bando, pero yo no podría unirme a un bando donde estén ellos”.
La caída de la base naval de Sebastopol fue un golpe amargo para Ucrania, porque era el símbolo de su orgullosa flota, era lo que quedaba de su cadena de mando sobre sus tropas en Crimea y también el principal punto de comunicaciones con los rusos. El encargado de esas comunicaciones, el almirante Serguei Gaiduk, comandante de la Flota del Mar Negro, sigue sin aparecer, después de ser capturado por autodefensas que lo acusaban de “tener prisioneros a sus marineros” y lo amenazaron con un juicio. Se dice que fue finalmente llevado por oficiales del servicio de seguridad ruso, el FSB, pero no se sabe dónde está y la fiscalía de Sebastopol negó saberlo. El presidente interino de Ucrania Olexander Turchynov, le dio un ultimátum a las autoridades crimeas para que soltaran al almirante, aunque no dijo qué hará si Hayduk no aparece. Como ya quedó claro en las últimas semanas, la impotencia de Kiev es completa.
Mientras tanto, el otro almirante del Mar Negro, el ruso Aleksandr Vitko, visitó su nuevo cuartel ovacionado por sus tropas y por las autodefensas. Según parece, otras bases que todavía están en manos ucranianas serían tomadas ahora por los rusos. Ya el martes cayó el servicio de navegación y mapeo en Simferopol y la base de Yevpatoria, mientras que la guarnición de Perevalnoye, la primera en ser rodeada por los rusos, estaría considerando rendirse. Según parece, las tropas están divididas entre los que se quieren quedar en Crimea bajo órdenes rusas y los que piensan irse a Ucrania.
Kiev y Moscú habían acordado una tregua en el tema bases hasta el viernes, cosa que terminó siendo ignorada, aunque todavía puede haber una verdadera ofensiva sobre las que quedan en manos ucranianas cuando termine el plazo. Los comandantes ucranianos se quejaron repetidamente por la falta de instrucciones del gobierno de Kiev respecto de cómo tratar a los rusos y al parecer nadie recibió ninguna orden de resistir la toma de bases. De hecho, hay muy poca vocación de enfrentar a un enemigo vastamente superior en número y equipamiento. Un vocero naval en Sebastopol, Serguei Bogdanov, dijo que “no estamos usando armas ni las vamos a usar”.
En la base aérea de Belbek, que lleva semanas rodeada por autodefensas, el coronel Yuli Manchur dijo que “ya es tarde para recibir órdenes como esa. Durante toda la crisis, cuando le pedía órdenes al Ministerio de Defensa, me decían que usara mi iniciativa. Bueno, es lo que voy a hacer ahora”. Manchur se hizo famoso cuando marchó con sus hombres, desarmados, hasta quedar cara a cara con las fuerzas especiales rusas.
“Hace días que no tenemos problemas, pero sabemos lo que pasó en Sebastopol y eso puede pasar aquí en cualquier momento”, dijo Manchur. El problema es que los rusos ya no controlan las autodefensas y cuando uno le da armas a gente así, siempre hay problemas. Son un problema para nosotros ahora y van a ser un problema para los rusos en el futuro.”
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12
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