Lunes, 16 de junio de 2014 | Hoy
EL MUNDO › EL PRESIDENTE DE COLOMBIA FUE REELECTO, APOYADO POR LA IZQUIERDA, EN SU APUESTA A NEGOCIAR CON LAS FARC
Con el 50,94 por ciento de los votos, Santos se impuso, frente al 45 por ciento que logró el candidato uribista Zuluaga.
Por Katalina Vásquez Guzmán
Página12 En Colombia
Desde Bogotá
Al mediodía John Valencia ya andaba por la sede de Juan Manuel Santos. Convencido de que votar por el mandatario era una apuesta por la paz, madrugó, marcó su voto y corrió a buscar un lugar en primera fila seguro de que el presidente candidato sería el mismo presidente electo. No se equivocó. Con el 50,94 por ciento de los electores a su favor, Santos fue reelegido, frente al 45,01 por ciento que logró Oscar Iván Zuluaga, delfín del ex presidente Alvaro Uribe, que provocó un debate en contra de los diálogos de paz que adelantan hoy el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en La Habana.
La paz fue la principal carta del presidente actual para seguir en el poder, a lo que se sumó la izquierda del país con el apoyo de Clara López, candidata presidencial del opositor Partido Polo Democrático Alternativo. “Tenía que ser así, que muchos se sumaron al clamor por la paz de los colombianos para lograr que Santos ganara, y que no echara a perder el proceso de paz”, opinó John Valencia, ciudadano bogotano de 31 años, que, celular en mano, fotografió minuto a minuto la espera por Santos en su sede de campaña. “Lo quiero ver, que salga ya para gritarle que es un ‘berraco’, que se la jugó por la paz y por eso es que lo elegimos, a ver si algún día nuestros hijos, o así sean nuestros nietos, conocen otro país”, decía John emocionado, mientras se ondeaban banderas de diversos partidos arengando “Sí se pudo, sí se pudo”.
El Polo Democrático, Cambio Radical, la comunidad Lgbt, afrodescendientes, mujeres, los Progresistas, el Frente Amplio por la Paz estaban todos presentes, triunfantes al caer la tarde. Hasta una bandera del desmovilizado grupo guerrillero M-19 se movía al compás del tono folclórico que interpretaron en tarima. “Tenía que ser así, vuelvo y le digo, si no nos unimos, el uribismo vuelve y sube al poder y eso sería lo peor”, comenta Valencia, aclarando que en las pasadas presidenciales Santos consiguió la presidencia como candidato de Uribe. “Ahora Uribe es víctima de su propio invento: la reelección”, comentaba el ciudadano.
Como en la primera vuelta, el mandatario arrasó en las zonas costeras y limítrofes, mientras Zuluaga fue vencedor en el centro del país. El candidato de derecha que proponía suspender las negociaciones de paz en La Habana si es que alcanzaba la presidencia: alcanzó 6,9 millones de votos, mientras Santos lo aventajó hasta sumar 7,8 millones. En la de ayer disminuyó la abstención y se oyó de nuevo en alto el pedido por la paz.
En la última semana, el presidente anunció que incluso se iniciarán diálogos exploratorios con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). A decir de analistas, esto le repuntó una subida en su popularidad, así como el apoyo del gabinete del actual alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, que aceptó la renuncia de sus principales aliados, quienes se dedicaron a reforzar la campaña de Santos en la capital. Esta vez, más del 50 por ciento de los votos totales los sacó en Bogotá, cuando en la primera vuelta había sido vencedor Zuluaga. “Bogotá reaccionó –le decía a este diario John Valencia–, yo como bogotano quiero que él siga en el poder, y siga haciendo cambios positivos para nuestro futuro.”
Junto a sus hijos y esposa, Santos ofreció un discurso emotivo explicando que, además de invertir todas sus energías en el propósito de la paz, impulsaría la economía y reformas a la salud y la educación. “No podemos seguir siendo un país desarrollado en medio de tanta desigualdad; no podemos sentirnos bien de ser ricos en medio de tanta pobreza, de las huellas de la guerra”, comentaban a más de cinco mil seguidores en su sede al norte de Bogotá. “Eso sí es un demócrata”, gritaba John a todo pulmón. El público arengaba con el coro: “Paz, paz, Colombia quiere paz”.
“Este es el fin de más de 50 años de violencia, y es el comienzo de una nueva Colombia con más libertad, con más justicia social, en paz consigo misma”, exponía el reelecto presidente con voz firme, instigando también a las guerrillas a ser “serias” ahora que se está negociando el fin de su lucha armada. “Este es el fin”, les dijo a los insurgentes, invitándolos a comprometerse con el posible giro hacia un nuevo país.
Agradecido por el apoyo de distintos sectores, incluida la oposición, Santos detalló que “colombianos de muy diferentes convicciones políticas, incluyendo muchos que no simpatizaban con mi gobierno, se movilizaron alrededor de una causa, que es la causa de la paz. Se movilizaron porque saben que la historia tiene sus momentos, y que éste es el momento de la paz. El momento de terminar este largo y cruento conflicto. El momento de reconocer y responderles a todas las víctimas”. Según la Unidad Nacional para la Atención y Reparación de Víctimas, en el país más de seis millones de hombres y mujeres han sufrido de manera directa el conflicto armado. Las muertes suman 220 mil en un conflicto interno donde el narcotráfico ha impuesto una nefasta cuota de inyección económica a las luchas tanto rebeldes como paramilitares.
“Eso sí, Santos firma la paz con las FARC en La Habana, pero yo no sé qué va a hacer con todos los paramilitares que siguen matando, robando y traficando con las Bacrim (bandas criminales)”, se preguntaba Valencia mientras sorteaba empujones de la multitud. La justicia transicional, como la reparación a las víctimas, y la verdad sobre las violaciones a derechos humanos durante décadas, son algunos de los grandes retos del electo presidente, así como la justicia sobre las ejecuciones judiciales “falsos positivos” ocurridas durante su período como ministro de Defensa de Uribe.
Cuando la multitud lo ovacionaba y pedía que se pronunciara contra éste, ahora su principal contradictor que lo señala de traidor, Santos dijo con alma y en tono pausado: “Gobernaré con el mayor respeto por mis adversarios. De eso se trata la paz: de entender que estamos en diferentes orillas en la contienda política pero respetamos nuestras diferencias. No somos enemigos. No guardamos rencor. Desterremos para siempre el odio y la violencia de nuestra democracia”.
Entretanto, el perdedor Zuluaga felicitó a Santos y invitó a sus votantes a seguir luchando. “Lucharemos para que todas las promesas que hemos dicho se las cumplamos a todos los colombianos”, manifestó sin referirse a las denuncias por supuestos crímenes al apoyar a un hacker que consiguió ilegalmente información sobre los diálogos de paz en La Habana. El próximo 23 de junio continuará la próxima ronda de negociaciones entre la guerrilla más antigua del continente y el que ahora es llamado el gobierno de la paz. “Por nuestros hijos y por las nuevas generaciones de colombianos, ¡vamos a conformar una selección nacional de gobierno para seguir construyendo un país más justo e igualitario!”, sentenció el ganador de las presidenciales, confiado en que el camino está abonado para que la guerrilla se comprometa a dejar las armas y, con ello, el país transite un nuevo momento en que él mismo aspira a consolidarse como líder histórico.
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