Lunes, 16 de junio de 2014 | Hoy
Por Gustavo Veiga
Es noble darse cuenta de un error y enmendarlo rápido. Sabella lo cometió y se corrigió. Los dos cambios juntos refrescaron a la Selección. La pusieron más veces en situación de gol. No se entendió la línea de cinco, ni por qué Campagnaro jugó por Gago, ni tampoco la ausencia de un referente del área, ni Messi tirado tan atrás. Pero el técnico reaccionó, rearmó el 4-3-3 y sacó el partido del horno cuando se le quemaba el plato por amarrete. Quizá se equivocó porque pensó en lo que cantaba el Flaco Spinetta: “Pronto viene un mareo/una visita guiada sobre Bosnia”. Y de tanto pensar en las módicas virtudes de los bosnios, se olvidó de las que tiene su propio equipo. Higuaín distrajo marcas, se enchufó Agüero, el mejor del mundo hizo una apilada y se ganó, con lo justo, porque el técnico abrió los ojos a tiempo. Enhorabuena.
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