Lunes, 15 de diciembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › EL PARTIDO LIBERALDEMóCRATA OBTUVO UNA VICTORIA ARROLLADORA DEL OFICIALISMO JAPONéS
El electorado nipón le otorgó otro mandato a su programa de saneamiento de la economía y para reforzar la posición militar del país.
El Partido Liberaldemócrata (PLD) de Japón, liderado por el primer ministro conservador Shinzo Abe, obtuvo una victoria arrolladora en las elecciones parlamentarias anticipadas celebradas ayer, informó la cadena televisiva NHK. El electorado nipón le otorgó a Abe otro mandato por cuatro años para continuar su ambicioso programa de saneamiento de la economía y para reforzar la posición militar del país. El primer ministro tiene ahora una mayor base de apoyo para llevar adelante otros proyectos, como el controvertido retorno a la energía nuclear, así como una reforma de la Constitución pacifista. Junto con su pequeño socio de coalición Nuevo Komeito, el partido de Abe obtuvo una mayoría de dos tercios en la poderosa Cámara de Diputados y cosechó al menos 317 de los 475 escaños, según la emisora japonesa. Todo indica que la Cámara baja reelegirá el 24 de diciembre a Abe como primer ministro.
Abe fue beneficiado en estas elecciones por la fragmentación y debilidad de la oposición. Muchos electores simplemente no veían otra alternativa que dejar en el poder al líder del PLD. La participación en las urnas registró un mínimo histórico que alcanzó el 52 por ciento. Las encuestas indican que la mayoría de los japoneses está en contra de una nueva puesta en marcha de los reactores nucleares, que fueron desconectados hace casi cuatro años a causa de la catástrofe de Fukushima. Abe pretende poner nuevamente en funcionamiento los dos primeros reactores a principios del año que viene. Abe, que gobierna desde 2012, adelantó dos años las elecciones legislativas en un intento por buscar un apoyo plebiscitario a su política de gasto público y flexibilidad monetaria, bautizada popularmente como Abenomics.
Con esta victoria, Abe podría quedarse otros cuatro años más en el cargo de primer ministro para tratar de sacar a la tercera mayor economía del mundo de la profunda deflación y el estancamiento en el que se encuentra desde hace algún tiempo. Sin embargo, su política económica no arrojó resultados contundentes hasta ahora. Aunque la devaluación del yen, ocasionada por la abundante liquidez, aumentó los beneficios de las grandes empresas exportadoras, los precios de importación subieron al mismo tiempo, lo que afecta a consumidores y a pequeñas empresas. Tras un aumento del impuesto al consumo en abril, Japón volvió a caer en recesión.
Entretanto sigue creciendo la gigantesca deuda pública, la más alta entre todas las naciones industrializadas. Recientemente, la agencia de calificación Moody’s rebajó la nota de solvencia de Japón. La determinación de Abe de llevar a cabo reformas estructurales también genera algunas dudas, al tiempo que las negociaciones con Estados Unidos sobre un Tratado de Libre Comercio Asiático-Pacífico avanzan con dificultad. Por su parte, el lobby campesino de Japón se opone vehementemente a una apertura del mercado agrícola fuertemente protegido. A muchos japoneses también les preocupa la agenda internacional de Abe. El primer ministro afirmó en las últimas horas que se esforzará por lograr la comprensión del pueblo para llevar adelante la proyectada modificación de la Constitución pacifista de la posguerra.
Abe aspira a reforzar la política de seguridad de Japón, algo que es visto con recelo por China y Corea del Sur. Las relaciones de esos dos países vecinos con Japón se encuentran en tensión por las disputas sobre la soberanía de varias islas y por la manera en que Japón afronta su pasado bélico.
Político hábil y persistente, Abe –un conservador y ferviente nacionalista de 60 años– supo dejar atrás, durante una corta y anodina campaña, su lado más duro, los gestos nacionalistas y su defensa del revisionismo histórico, que tanto irritan a sus vecinos y a una parte de los japoneses más liberales. Este político hiperactivo y trabajador, que visitó 50 países en menos de dos años de mandato, consiguió devolver el poder en diciembre de 2012 al PLD, que gobernó Japón entre 1955 y 2009 de forma prácticamente ininterrumpida. Abe lleva el poder en la sangre. Su abuelo, al que cita habitualmente en discursos y en su página de Facebook, fue el ambicioso e imperialista primer ministro Nobusuke Kishi, detenido como criminal de guerra, aunque luego fue exculpado. Su padre, Shintaro Abe, fue ministro de Asuntos Exteriores en los gobiernos del carismático Yasuhiro Nakasone en los ’80.
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