El príncipe Salman, de 79 años, se convirtió ayer en el nuevo rey de Arabia Saudita, el primer exportador de petróleo del mundo y un país clave en Medio Oriente, tras la muerte del rey Abdalá.

La muerte del soberano, de unos 90 años –se desconoce su fecha de nacimiento exacta–, fue anunciada por la televisión estatal en la madrugada de ayer. El rey Abdalá reinó oficialmente durante una década, pero manejaba las riendas del poder desde el ataque cerebral sufrido diez años antes por su medio hermano, el rey Fahd. Enfermo de una neumonía, Abdalá llevaba ingresado desde el 31 de diciembre en Riad, aunque su avanzada edad y las numerosas hospitalizaciones alimentaban los rumores sobre el futuro del reino saudita.

Su hermanastro Salman, de 79 años, nombrado príncipe heredero en junio de 2012, lo sucederá en el trono, mientras que Muqrin, otro hermanastro de Abdalá, se convierte en el nuevo príncipe heredero. “Seguiremos, con la fuerza de Dios, en el camino recto que este Estado siguió desde su creación por el rey Abdelaziz ben Saud”, afirmó el nuevo monarca en un mensaje televisado. Asimismo, designó como segundo príncipe heredero a Mohamed ben Nayef, hasta ahora ministro del Interior, y nombró titular de Defensa a uno de sus hijos, Mohamed ben Salman.

Abdalá mantuvo la primera potencia petrolera mundial a resguardo de las crisis del mundo árabe, pero también defraudó las expectativas de los reformistas, sobre todo en lo que se refiere al papel de las mujeres en la sociedad. Caracterizado por su espeso bigote y barba negra, el monarca ejercía una fuerte influencia en la política regional.

Frente al creciente poder de los movimientos islamistas radicales, Arabia Saudita se convirtió en un importante apoyo de Abdel Fatah al Sisi, actual presidente egipcio, tras el derrocamiento del islamista Mohamed Mursi.

También jugó un papel clave en el apoyo a la oposición del presidente sirio Bashar al Assad, autorizando el entrenamiento de combatientes rebeldes en su territorio a cargo del ejército estadounidense.

El rey fue enterrado ayer mismo después de las oraciones de la tarde y los saudíes fueron invitados a rendir pleitesía al nuevo rey y al príncipe heredero en el palacio real. Las reacciones de este aliado de Washington y de los occidentales en la lucha contra los jihadistas de Estado Islámico y Al Qaida no tardaron en llegar.