Jueves, 1 de octubre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Paola Bianco *
A partir de la crisis bursátil que protagonizó semanas atrás, China pasó de repente a explicar todos los problemas económicos internacionales.
La crisis financiera desencadenada en agosto aparece, en principio, ligada a la dinámica del emergente asiático, que realizó tres devaluaciones consecutivas en agosto que terminaron por ubicar al yuan 4,4 por ciento por encima del dólar. Estos movimientos provocaron caídas en todas las Bolsas del mundo, que llevaron a algunos analistas, incluso, a catalogar la jornada del 24 como “lunes negro”. Pero, más allá de los calificativos, ¿cuál es el impacto real de la economía china en los países de la región? ¿No existen, acaso, otros factores que condicionan a las economías latinoamericanas o, todo es atribuible al emergente asiático? Y, ¿son sólo factores económicos los que provocaron la actual crisis internacional, o bien, subyacen a ésta intereses geopolíticos y geoeconómicos que permiten un diagnóstico más realista?
Por efecto de la crisis financiera de China, las materias primas llegaron en agosto a su nivel más bajo desde el mismo mes de 1999, según la consultora Bloomberg. El petróleo cayó por debajo de los 40 dólares el barril y la cotización del cobre se situó en su nivel más bajo, a 2.21 dólares la libra. En la región, esta dinámica de los mercados agudizó los déficit fiscales por caída de precios de exportaciones, produjo devaluaciones y pérdida de reservas para sostener las monedas en varios países. Intereses geopolíticos y políticas nacionales que configuran la actual crisis internacional.
Si analizamos la realidad en perspectiva, vemos que la crisis que protagonizó China sólo vino a agudizar la tendencia de precios a la baja, sobre todo del petróleo –que influye en el resto de los precios de las materias primas–, que venía en picada desde más de un año.
Pero la deflación de este recurso tiene otras causas, no China. El desarrollo de un sector geoestratégico para Estados Unidos, la industria del fracking, por medio de la cual se incorporan al mercado los “no convencionales” como el shale; la reincorporación de Irán al mercado petrolero mundial como resultado del acuerdo Irán-EE.UU y la política de la OPEP de mantener la oferta, geopolíticamente determinada a partir del alineamiento de las monarquías petroleras de Medio Oriente con el país del Norte, determinan el aumento de la oferta hidrocarburífera mundial y la consecuente caída abrupta del precio del petróleo.
Esta política se convirtió en instrumento de guerra económica, o guerra no convencional, para eliminar la amenaza al orden unilateral que representan los emergentes. En primer lugar contra Rusia, a partir de la crisis de Crimea, que llevó al país a una devaluación abrupta en julio y a una pronunciada pérdida de reservas para sostener la moneda que terminó por contagiar a China.
En América latina, la caída del precio del crudo afecta a los cuatro principales productores, México, Venezuela, Brasil y Argentina, aunque las consecuencias más negativas, las padece Venezuela que es el mayor exportador de la región, el quinto exportador mundial y el país que posee la mayor reserva petrolera del mundo, la Faja del Orinoco, por cierto nacionalizada, La disminución de la renta petrolera de Venezuela también impacta en los países del Caribe, que reciben financiamiento al desarrollo de Petrocaribe, e influyó en el proceso de apertura económica de Cuba.
El tercer factor desencadenante de la actual crisis internacional es la estimación del alza de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Si bien la FED decidió mantener la tasa en el mismo nivel recientemente, esto sólo significa una postergación que provoca volatilidad en los mercados. Según el Banco Mundial, la medida podría frenar los flujos de capital hacia los emergentes hasta en un 45 por ciento durante sólo un año y reducir hasta 2,2 por ciento la producción. La política de la FED, no sólo produce inestabilidad económica sino que promueve la concentración.
Por último, ¿podemos explicar la retracción de la economía brasileña por la crisis china o esta se relaciona con el ajuste fiscal aplicado por el gobierno de Rousseff? La situación económica de Brasil es el cuarto factor que afecta el comercio regional, a partir de la caída de la demanda brasileña, que se contrajo por el ajuste.
¿Cuál es entonces, el movimiento que rompe con esta lógica ortodoxa? La ampliación del mercado interno, que constituye hoy la única forma de distribuir ingreso, a partir de la creación de trabajo, disminuye la dependencia de los mercados externos y el impacto de cualquiera de las “crisis” que genera el capitalismo, que lo único que producen es concentración y costos para los países menos desarrollados.
* Analista internacional (Flacso). Periodista (Agencia Nodal).
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