Lunes, 21 de marzo de 2016 | Hoy
EL MUNDO › POR PRIMERA VEZ EN 88 AñOS, UN MANDATARIO ESTADOUNIDENSE VISITA LA ISLA
El cardenal Jaime Ortega acompañó el recorrido del presidente norteamericano y su familia en el que sólo al ingresar al Palacio de los Capitanes Generales pudieron guardar los paraguas. Hoy será el encuentro con Raúl Castro.
Por Katalina Vásquez Guzmán
Página/12 En Cuba
Desde La Habana
Las banderas se juntaron una vez más. El auto que sacó a Obama del aeropuerto José Martí y lo condujo, primero, a la embajada de su país en la capital habanera lucía en frente las banderas de Cuba y Estados Unidos que se mojaron por igual, como los escoltas gringos y los cubanos de a pie que esperaban al presidente en el Centro Histórico mientras llovía sin parar. Por primera vez en 88 años, un mandatario estadounidense pisó suelo cubano y el cielo se hizo sentir. Pasadas las cuatro de la tarde, cuando aterrizó la familia presidencial norteamericana, la lluvia se descargó en la capital de la isla por más de dos horas seguidas. Algunas calles se inundaron mientras los pocos cubanos que quedaban fuera de casa buscaron refugio para su curiosidad.
Los exteriores de La Habana lucían deshabitados desde la mañana de ayer. La mayoría de hombres y mujeres que esperaban la visita del presidente afrodescendiente en el Centro eran turistas y periodistas quienes, por miles, siguen llegando a La Habana para el cubrimiento del acontecimiento más destacado en la historia reciente de Cuba.
A las cinco de la tarde, mientras la zona más turística de La Habana se volvía en caos por el bloqueo de vías hasta para los peatones y los cientos de hombres de inteligencia que hervían en cada esquina, el auto oficial en el que Obama recorrería La Habana comenzó su marcha. A esa hora, Cuba ya era tendencia en las redes sociales y, sobre todo, en las calles de la capital. La cocina de Ained Calad no era la excepción. Desde el almuerzo, sus familiares y amigos santiagueros y habaneros se reunieron frente a la televisión para constatar el preciso momento en que la historia de la relación Cuba y Estados Unidos marca un antes y después. En Centro Habana, estos cubanos del proyecto musical Guámpara Music escuchaban atentos los reportes del canal Telesur para tratar de entender cómo, en lo inmediato, la llegada de Obama ayudará al desbloqueo que, en la práctica, está en manos del Congreso controlado por los republicanos. Los demócratas, en cambio, apoyaron la visita del presidente a la isla que incluye una reunión hoy con su par cubano Raúl Castro y una intervención pública con el pueblo en el Teatro Alonso. “Bueno, el pueblo, entre comillas, porque para llegar allí hay que tener invitación”, precisan los músicos mientras se comparten un dulce de leche que se llevan a la boca mientras TeleSur explica que ya casi Obama ingresará a la Catedral. “Gente de la seguridad y gente del Partido Comunista, del corazón del partido, es la que estará allí sentada, el pueblo pffff”, le dice a Página/12 un taxista habanero que pide ocultar su nombre.
Aunque no se trata de un pueblo católico en su mayoría, el papel del cardenal Jaime Ortega fue fundamental para lograr esta reconciliación de la mano del papa Francisco. Por eso, el Cardenal acompañó el recorrido de Obama y su familia en el que, solo al ingresar al Palacio de los Capitanes Generales, pudieron guardar los paraguas. “Mira qué curioso, llevamos semanas, quizá meses, sin lluvia, y justo cuando llegan los papas, Kerry o el presidente este, el cielo manda su regalo”, anota Javier Rodolfo, conductor de bicitaxi en la zona histórica, donde casi ni pudo trabajar ayer por el continuo interrogatorio del que era objeto en cada calle. “Mira que no le cabe un policía yanqui a esta ciudad, bueno ni cubano uniformado o cubano de civil, o bueno, de paramilitares, que esos sí no te llegan preguntando sino subiéndote al camión, no me los quiero cruzar ni hoy ni nunca”, le relata el hombre de 50 años a este diario escapándose del torrente aguacero.
En casa de Guámpara la explicación del analista en la tele es motivo de risas. “El mayor consenso de Obama y el Congreso opositor a su gobierno estaría en Cuba”, dice el experto para quien nadie debe suponer que, avanzar en la normalización o la “convivencia” entre gobiernos distintos, quiere decir que Cuba tenga que renunciar a uno solo de sus principios. La isla, comunista, y Estados Unidos, imperio capitalista, se dieron un apretón de manos que pasará la historia del mundo y, sobre todo, de los cubanos. “Sobería intacta” se lee en las pantallas de la televisión cubana a lo largo de la tarde del histórico domingo mojado.
Ained, fotógrafa de la Guámpara, cede a su curiosidad y, con paraguas en mano, sale a la calle a intentar llegar lo más próximo posible al presidente. Ni la prensa acreditaba puede cruzar las barreras de la policía cubana uniformada que, incluso, impide el paso de autos oficiales de policía por las esquinas de Centro Habana cercanas a Plaza de San Francisco. Hasta El Templete, sembrado de ceibas, llegó el presidente con sus dos hijas y su esposa vestidas de flores y vestidos cortos con plantas en sus manos que recibieron del Ministerio de Relaciones Exteriores en su aterrizaje en el José Martí.
Ante los monumentales árboles, Obama y los congresistas demócratas que lo acompañan escuchan al historiador de la ciudad Eusebio Leal. “Las ceibas originales se las llevaron, plantaron unas nuevas esta semana”, comenta Ained de 30 años, para quien, por supuesto, hay esperanza en la visita de Obama, pero se verá reflejada cuando el desbloqueo económico que nos les permite trabajar en Estados Unidos se levante.
“Esta es una visita histórica y una oportunidad histórica”, dijo Obama. Cuando se abrió la Embajada de EE.UU. en este país, en agosto del año pasado, el mandatario aseguró que con ella “podemos con mayor eficacia promover nuestros valores y nuestros intereses, y también entender mejor” a los cubanos. ¿Qué bola, Cuba? Había dicho un par de horas atrás en su cuenta de Twitter apenas tocó la isla antes de bajar del avión presidencial. Un rato después, en la limusina oficial, el presidente logró lo que sus partidarios y amigos del desbloqueo de Cuba le insistían desde su llegada al poder: hermandad con el pueblo cubano.
A las ocho de la noche, antes de que cayera el sol, el presidente y sus cientos de escoltas abordaron los autos oscuros que, con creces, sobrepasaron los viejos autos de la Cuba, hermosos almendrones de colores pastel, que aún permanecen en las isla como auténticas reliquias así como la dignidad cubana.
Entre tanto, John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, se verá hoy con la delegación oficial del gobierno colombiano que negocia con la guerrilla de las FARC el fin del conflicto en Colombia. Mañana, tanto gobierno como rebeldes presenciarán el partido de béisbol invitados por Obama.
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