Hillary Clinton calienta motores en el último tramo de las elecciones generales en Estados Unidos. Escoltada por una legión de periodistas, la candidata demócrata comenzó ayer una gira por estados clave con la mira puesta en impulsar su campaña presidencial contra el republicano Donald Trump. Ambos candidatos coincidieron en Ohio, uno de los distritos más disputados en la campaña electoral, en una jornada que es considerada tradicionalmente como el inicio de la recta final para los comicios presidenciales, fijados para el 8 de noviembre. La ex secretaria de Estado buscaba ayer solidificar su ventaja sobre el magnate neoyorquino, en una jornada en la que ambos mantuvieron encuentros con familias trabajadoras de Ohio, en el Labor Day (Día del Trabajo).

En las encuestas a nivel nacional, Clinton mantiene cierta ventaja sobre el abanderado republicano y derrotó a Trump en la recaudación de fondos en agosto. Pero la poco convencional propuesta de Trump para arribar a la Casa Blanca, incluida la impermeabilidad de su campaña a las críticas lanzadas contra su retórica antiinmigrante, asegura una ajustada contienda en los 64 días previos a la elección.

La ex secretaria de Estado, que fue criticada por los medios y por el Partido Republicano por no dar ninguna conferencia de prensa en todo el año, aprovechó para estrenar ayer un nuevo avión en el que viajará junto a los periodistas acreditados que la seguirán por todo el país, y que antes iban por separado. Con semblante relajado y sonriente, Clinton dio la bienvenida a los periodistas que la acompañaron a bordo.

En pleno vuelo les dijo que estaba más que lista para la próxima etapa de la campaña. “Estoy feliz de tenerlos a todos ustedes conmigo. He estado esperando este momento’’, afirmó. Consultada si tenía algún mensaje especial por el día festivo, Clinton dijo: “Si quieren más Labor Days felices, ya saben por quién votar”.

El nuevo jet de Clinton, un Boeing 737-800 blanco y azul con capacidad para cien personas, lleva en el fuselaje la leyenda “Stronger Together” (Juntos somos más fuertes) pintada en grandes letras azules. A tres semanas de realizarse el primero de los tres debates entre los candidatos, Clinton se esfuerza por hacerse fuerte con múltiples actos. Y parece haberse hecho permeable a las presiones para dar más acceso a los periodistas que cubren su campaña. Hasta ahora se había resistido a que la prensa viajara en su avión, como suele ocurrir en las campañas presidenciales.

Por su parte, el candidato republicano confirmó que participará de los debates presidenciales con Clinton. “Tengo la intención de estar en los tres’’, dijo Trump a los periodistas que viajan junto a él en su avión de campaña y aseguró que sólo un desastre natural lo haría cambiar de opinión. Trump también había evitado viajar con periodistas en su avión de campaña.

El republicano, por su parte, participó en una mesa redonda con miembros de sindicatos en Cleveland, y tenía previsto hacer campaña más tarde en la localidad de Youngstown, también en Ohio. Ningún candidato republicano llegó nunca a la Casa Blanca sin antes imponerse en Ohio: ahora mismo Trump está rezagado, con un 40,7 por ciento de los apoyos en el estado frente al 44 por ciento de Clinton, según la media de encuestas que elabora la web Real Clear Politics.

El primer debate será el 26 de septiembre en la Universidad de Hofstra, en Nueva York. El siguiente está programado para el 9 de octubre en el campus de la Universidad de Washington, en Saint Louis, y el último tendrá lugar el 19 de octubre en la Universidad de Nevada, en las Vegas.

Mientras su rival republicano busca con desesperación el voto de negros y latinos en actos de pequeña y mediana convocatoria, Clinton dedicó su tiempo últimamente a convencer a los hombres y mujeres más ricos del país, informó ayer el diario The New York Times. Sólo en las últimas dos semanas de agosto, la ex secretaria de Estado recaudó 50 millones de dólares en 22 eventos organizados en algunos de los lugares más exclusivos del país, como los Hamptons, Martha’s Vineyard, Beverly Hills y Silicon Valley, según consignó el domingo el diario neoyorquino.

En total, Clinton recaudó 143 millones de dólares en agosto, lo que representa su mejor mes en términos financieros desde que lanzó su candidatura a la Casa Blanca el año pasado.

“Es una tonada conocida, uno va a donde está el dinero”, explicó Jay Jacobs, dirigente demócrata de primer nivel de Nueva York al diario de esa ciudad, en un intento por justificar la decisión de la candidata de concentrarse en eventos exclusivos en vez de encabezar más actos alrededor del país o de ofrecer conferencias de prensa, algo que reclaman los medios desde hace meses.

La imagen de dirigente inalcanzable para los medios, alejada de los ciudadanos comunes y digno miembro de los círculos económicos y políticos más elitistas del país que describió The New York Times se parece mucho al perfil con que una y otra vez la atacó su rival en las primarias demócratas, el veterano senador socialista Bernie Sanders.

A lo largo de las primarias, que ocuparon la primera mitad del año, Sanders la acusó de ser la candidata de los grandes banqueros de Wall Street y de recibir millones de dólares en aportes electorales de grandes empresas. Por el contrario, Trump, pese a ser un magnate millonario, parece haber enajenado a muchos poderosos empresarios conservadores, que rechazaron poner dinero en su campaña, que actualmente se sustenta en la presencia gratuita en los principales medios de comunicación –como entrevistas y notas, tanto positivas como negativas, sobre el candidato– y en los constantes viajes y actos del magnate inmobiliario a ciudades y pueblos de todo el país.