EL MUNDO › LA RECONQUISTA DE LA CIUDAD IRAQUí FUE EQUIPARADA CON LA INVASIóN ESTADOUNIDENSE DE 2003 POR SU VALOR

Mosul es la espada contra el Estado Islámico

Combatientes iraquíes y kurdos, apoyados desde el aire por EE.UU., participaron del operativo para recuperar la segunda ciudad de Irak, en poder del EI desde 2014. Diversas ONG piden establecer rutas de escape seguras para los civiles.

Estados Unidos se juega una carta fuerte en la reconquista de Mosul. En el mayor operativo militar desde la invasión de 2003, combatientes iraquíes y kurdos, apoyados desde el aire por Washington, participaron del ataque para recuperar la ciudad iraquí, segunda en importancia y bajo control del Estado Islámico (EI) desde 2014, con fuertes bombardeos y combates. En el primer día de la ofensiva, las fuerzas iraquíes retomaron nueve poblados ubicados al noreste de la ciudad norteña, el lugar desde donde el líder del EI, Abu Bakr al Baghdadi, proclamó su califato, como denomina a los territorios contiguos bajo su dominio a ambos lados de la frontera sirio-iraquí. En la operación para recuperar el bastión jihadista se juega la integridad territorial y el futuro de los iraquíes, y su capacidad para mantenerse unidos pese a las diferencias sectarias entre la mayoría chiíta, que controla el gobierno, y la minoría sunnita, cuyos enfrentamientos desangran el país hace más de una década. El objetivo, además, es golpear a la milicia radical sunnita para afectar su prestigio y capacidad de reclutar militantes en Irak y Siria, además de Libia y otros países del norte de Africa.

La operación militar se produce un día después de que el EI perdiera la ciudad siria de Dabiq, lugar reservado, según los jihadistas, para la batalla más épica, la del juicio final. Sin Dabiq en Siria –reservada como escenario y puesta en práctica de la retórica y la propaganda del EI–, el grupo fundamentalista, en clara situación de debilidad, enfrenta ahora una histórica ofensiva en Mosul, la ciudad más grande en su califato, capital de la provincia de Nínive.

El primer ministro iraquí Haider al Abadi y sus socios confían en que la victoria contribuya a dar apoyo y legitimidad a su gobierno, que por estos días atraviesa una profunda crisis. “Hoy declaro el inicio de estas victoriosas operaciones para liberarlos de la violencia y el terrorismo del EI”, anunció Al Abadi, en un mensaje televisado horas antes de iniciada la embestida contra los jihadistas. Además hay una profunda preocupación por el 1,5 millón de civiles atrapados en la ciudad, según datos de Naciones Unidas.

Aunque el propio Al Abadi prometió la victoria y el pronto izamiento de la bandera iraquí en Mosul, el general estadounidense Stephen Townsend, comandante de las tropas de ese país en Siria e Irak, advirtió que la operación puede durar semanas e incluso extenderse aún más tiempo. La alianza ofensiva, con 30.000 combatientes, supera en número a la milicia jihadista que, de acuerdo con las cifras de los peshmerga, cuenta con 4000 soldados en Mosul y sus alrededores.

A pesar de contar con menos efectivos que la alianza, los jihadistas no son un enemigo fácil: no sólo habrían cavado profundas trincheras en la ciudad, sino que habrían construido un sistema de túneles con el que pueden moverse sin ser detectados. Además, calles y edificios están sembrados de artefactos explosivos improvisados. El gobernador de la provincia de Nínive, Nofel Hamadi al Sultan, dijo a los habitantes de Mosul que la ofensiva será el golpe mortal al terrorismo.

El megaoperativo militar, que el portavoz del Parlamento iraquí equiparó con la invasión estadounidense de 2003 por sus dimensiones y significado, cuenta además con el apoyo aéreo de la coalición internacional contra el EI, en los papeles integrada por 60 países, pero donde casi todas las operaciones se producen con participación de Estados Unidos y con la ayuda del Reino Unido y Francia.

En lo que va de la ofensiva, el grupo Los Batallones de Mosul anunció que la resistencia mató a cuatro miembros del EI y quemaron la casa de uno de sus líderes. Al menos siete combatientes de las fuerzas kurdas peshemergas murieron y otros once resultaron heridos durante los combates.

Las nueve poblaciones –ubicadas en la zona de Al Hamdaniya, situada en la línea de la ofensiva de Al Jazer, a 17 kilómetros al noreste de Mosul– fueron recuperadas tras un intenso bombardeo aéreo y de artillería terrestre. También iraquíes y kurdos bombardearon Bashiqa y otras áreas de Sahel Nínive con el objetivo de irrumpir en la primera localidad, donde está desplegado un contingente de fuerzas de Turquía. En declaraciones a la prensa, el presidente de la región del Kurdistán, Masud Barzani, que visitó ayer a las tropas peshmergas en el frente de Al Jazer, al noreste de Mosul, aseguró que existe una coordinación completa y elevada con Bagdad respecto de la operación militar y señaló que ésta es la primera vez que los ejércitos kurdo e iraquí participan en una operación unificada.

El armado de la ofensiva sobre Mosul, la gran batalla de Irak y la más anunciada, se da tras un año de operaciones militares. Durante 2016, el ejército iraquí liberó parte de la provincia de Nínive y recuperó la estratégica ciudad de Al Qayarah, clave en la ofensiva. También los kurdos llevaron una amplia intervención militar contra varias localidades cercanas a Mosul y Estados Unidos envió 600 soldados más a Irak, donde tiene establecidos más de 4600 efectivos.

La situación humanitaria despertó la preocupación de organizaciones como Save the Children, que advirtió ayer sobre el riesgo de vida de medio millón de niños a medida que las fuerzas iraquíes y de la coalición se aproximan a Mosul, por lo que pidió establecer rutas de escape plenamente identificadas y seguras de explosivos.

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La ofensiva sobre Mosul, la gran batalla de Irak y la más anunciada, se da tras un año de operaciones militares preparatorias.
 
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