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Los jueces y los médicos italianos han optado por el enfrentamiento abierto con el gobierno de Silvio Berlusconi. Los médicos secundaron ayer masivamente una huelga contra la decadencia de la sanidad pública, y los jueces decidieron dejar vacíos los tribunales el próximo 11 de marzo. La magistratura se oponía a la reforma judicial, pero también quería airear su irritación por los continuos insultos de Berlusconi. En conjunto, las huelgas acentuaron la sensación de que Italia vivía en una situación de crisis permanente.
La ANM, que agrupa a todos los sindicatos judiciales, consideró que el gobierno de Berlusconi no quería “reformar la Justicia sino a los jueces”, e interpretó el proyecto de ley, actualmente en el Parlamento, como un intento de “domar” a los magistrados y someterlos al control gubernamental. En tanto, la huelga de la sanidad pública tuvo un seguimiento muy alto, que el principal sindicato convocante, Anaao-Assomed, cifró en un 90 por ciento.
Incluso algunos centros médicos privados se unieron a la protesta, que afectó a unos 155 mil profesionales y obligó a retrasar unas 90 mil visitas e intervenciones: sólo se realizaron las operaciones que no admitían espera, y los servicios mínimos se limitaron a las urgencias.