EL MUNDO › WASHINGTON, NUEVA YORK Y NEWARK SE ACOSTUMBRAN A VIVIR CON MIEDO

El final para las ciudades abiertas

“Estábamos acostumbrados a una sociedad abierta”, se lamentaba una turista ayer en Washington ante las nuevas medidas de seguridad por la controvertida elevación del alerta antiterrorista en partes de EE.UU. Aquí, un retrato de cómo se vive eso en la capital del país.

Por Andrew Buncombe*
Desde Washington

Keith Murray, un empleado de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos, resumió ayer el ánimo de miles de personas agobiadas por la información conflictiva de la amenaza de otro ataque de Al-Qaida. “Una parte mía no está totalmente convencida de que exista este tipo de amenaza”, dijo, mientras estaba esperando un ómnibus en L’Enfant Plaza, en el centro de Washington. “No creo que sea por política. Creo que hay un montón de preguntas sobre lo seguros que estamos y cómo recogemos esa inteligencia.”
Después de una serie de declaraciones y contradeclaraciones sobre la amenaza de un ataque de Al-Qaida –primero el gobierno dijo que tenía inteligencia nueva, luego admitió que la inteligencia tenía cuatro años de antigüedad–, los estadounidenses fueron informados ayer de que en realidad había nueva información que sugería que los terroristas estaban planeando atacar a Estados Unidos. Fue esta nueva información, unida a la información que se remonta a antes de los ataques del 11 de septiembre, la que llevó a las autoridades a elevar el nivel de alerta a naranja o “alto”. En la capital de la nación, junto con Nueva York y Newark, Nueva Jersey, todas citadas como blancos potenciales de Al-Qaida, cuyos operativos aparentemente habían estado llevando a cabo una vigilancia de las instituciones financieras en esas ciudades, esto produjo un aluvión de nuevas medidas de seguridad. Algunos informes sugieren que esas nuevas medidas permanecerán hasta después de las elecciones de noviembre. Los funcionarios en Washington han clausurado varias calles alrededor del edificio del Capitolio, mientras oficiales de la policía han estado llevando a cabo un intensivo entrenamiento con fuerzas antiterroristas israelíes. También hay planes para clausurar algunas calles cerca de la Casa Blanca. Los taxistas en la ciudad dicen que los nuevos cierres de calles están causando caos.
El New York Times informó ayer que la nueva inteligencia llegó por una vía separada de información que no había sido dada a conocer previamente y recién le fue pasada a las autoridades durante el fin de semana. Agregó que los funcionarios dijeron que, combinada con la anterior información sobre la vigilancia de los objetivos por Al-Qaida, reunidos de discos de computadoras tomadas en Pakistán, no quedaba otra opción que actuar. Para aquellos que no tienen acceso a la inteligencia de primera mano hay pocas opciones: uno puede confiar en las autoridades o tratar de ignorarlo todo. Hay ejemplos de personas que hacían ambas cosas ayer.
“Confío en el presidente,” dijo Ann Breaux, una empleada de la Administración de Aviación Federal, también basada en L’Enfant Plaza en la ciudad. “No me dijeron que no viniera a trabajar. Pasé 15 años en el ejército. Puede ser difícil para gente que no tiene experiencia en esto, pero creo que deben confiar en el presidente.” Un poco más lejos, en el Mall, frente al Capitolio, la turista Jackie Cox, de Tennessee, estaba igualmente determinada a seguir haciendo lo suyo. “Creo que nos han malcriado. Estábamos acostumbrados a una sociedad abierta”, dijo. “Esta es una señal de los tiempos.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Policías neoyorquinos fuertemente armados montan guardia al paso de hombres de negocios.
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