EL MUNDO
Cuando los alemanes de la ex RDA empiezan a vitorear “Hola, Lenin”
El Muro de Berlín se derrumbó hace 15 años, pero las desigualdades entre las dos Alemanias no, y las reformas laborales neoliberales del canciller Gerhard Schroeder sólo han agregado leña al fuego, en medio de una población que comienza a añorar el “socialismo real”.
Por José Comas *
Desde Berlín
Las protestas sociales contra los recortes en las prestaciones del seguro de desempleo y la reforma del mercado laboral han provocado un efecto catalizador de los resentimientos acumulados en los Estados federados del Este de Alemania, la antigua República Democrática Alemania –RDA–. Una mayoría de alemanes del Este está descontenta con el funcionamiento de la democracia en Alemania y un 76 por ciento piensa que “el socialismo es una idea buena que ha sido mal aplicada”, según un informe de la Oficina Federal de Estadística.
Miles de manifestantes salen cada lunes a las calles en las ciudades del Este de Alemania para protestar contra los planes de reformas del gobierno de coalición de centroizquierda entre socialdemócratas –SPD– y Los Verdes. Manifestantes enfurecidos reciben al canciller socialdemócrata Gerhard Schroeder –SPD– con cortes de manga y lanzamiento de huevos y piedras. Algunos sondeos demoscópicos pronostican para el 19 de septiembre un maremoto electoral en el Estado de Brandeburgo: un 36 por ciento de votos para los poscomunistas del Partido del Socialismo Democrático –PDS–, el partido surgido de las cenizas de los comunistas que construyeron el Muro de Berlín y convirtieron a la RDA en una cárcel.
Al Bild Zeitung, el oráculo del alma alemana con sus tres millones de ejemplares de tirada y 12 millones de lectores, no le cabe en la cabeza. El jueves se preguntaba en gigantescos titulares: “¿Es el Este desagradecido?”. El viernes siguió con el tema con una nueva pregunta titulada en no menores dimensiones: “¿Ya se ha olvidado todo esto?”. El Bild recuerda a los olvidadizos alemanes del Este lo que era la RDA en cinco fotografías y titulares: “Esperar por un Trabi”, referencia a los 14 años de espera para conseguir un coche de ínfima calidad. “Hacer colas ante comercios vacíos” y recuerda que en Navidad sólo había bananas. “Vivir en viejos edificios insanos”, en los que vivía el 65 por ciento de la población, obligada a esperar siete años por una mínima vivienda de dos habitaciones. “Los viajes se acababan en el Muro”, con mención a miles de muertos que intentaban huir, mientras que ahora “el sol de Mallorca está al alcance por 119 euros por una semana”.
Un informe de la oficial Oficina Federal de Estadística publicado estos días constata que las dos partes de Alemania desde la unificación en 1990 “están integradas en un orden social común, pero hay numerosos indicios que muestran que los ciudadanos de los viejos (República Federal de Alemania) y los nuevos Estados (República Democrática Alemana), desde un principio y aún ahora, constituyen comunidades políticas separadas con diferentes preferencias de valores”. La afirmación “La democracia es la mejor forma de Estado” la aprueba un 80 por ciento de los alemanes del Oeste, pero sólo el 49 por ciento de los del Este. La satisfacción con el funcionamiento de la democracia en Alemania registra también grandes diferencias: un 63 por ciento en el Oeste está contento y sólo un 39 por ciento en el Este. La frase “El socialismo es una idea buena, sólo que ha sido mal aplicada”, la corrobora un 51 por ciento de los alemanes del Oeste y un 76 por ciento de los del Este.
Este descontento social puede encontrar su expresión electoral el próximo 16 de septiembre. Ese día los Estados de Brandeburgo y Sajonia están convocados a las urnas para elegir sus parlamentos. Un sondeo pronostica en Brandeburgo un 36 por ciento de votos para el poscomunista PDS, con un incremento del 13 por ciento; un 27 por ciento para el SPD, con una caída del 12 por ciento, y un 22 por ciento para la democracia cristiana –CDU–, con un descenso del 5 por ciento. Las transferencias netas de recursos del Oeste al Este alcanzan los 83.000 millones de euros anuales, un 4 por ciento, del producto bruto interno –PBI– de Alemania. El ex canciller socialdemócrata Helmut Schmidt escribe esta semana en el semanario Die Zeit que ese porcentaje es lo que Estados Unidos dedica a gastos militares. Todas estas transferencias de fondos, previstas hasta el año 2019, no han conseguido colocar a la antigua RDA a la altura de la Alemania del Oeste. El desempleo en el Este, con un 18,5 por ciento, es más del doble que el 8,4 por ciento en el Oeste. Los ingresos medios anuales son de 27.700 euros en el Oeste y de 17.500 en el Este. Sin embargo, los jubilados cobran más en el Este que en el Oeste. La media de jubilación de los hombres del Oeste es de 998 euros y 1.086 en el Este. La de las mujeres, 466 euros en el Oeste y 654 en el Este.
A la pregunta del Bild si los alemanes del Este son desagradecidos responde el disidente socialdemócrata Oskar Lafontaine, que los errores cometidos en el proceso de reunificación “no son de los alemanes del Este. Por ejemplo, la rápida introducción del marco occidental llevó a la amplia destrucción del tejido industrial, pero la línea de separación ahora en Alemania no transcurre entre el Este y el Oeste sino entre los socialmente débiles y los que viven bien”. Para mañana está prevista la intervención de Lafontaine en los mitines de protesta en Leipzig.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.