EL MUNDO › HUGO CHAVEZ INSISTIO EN LA MODERACION Y DISPUSO CAMBIOS EN LAS FF.AA.
Un huracán transformado en una brisa
En el segundo día repuesto en el poder luego del intento golpista militar-empresarial, el presidente de Venezuela anunció para hoy una mesa de diálogo con sectores opositores y reiteró que “hay que hacer rectificaciones”. Inició la purga militar y volvió a cargar contra los medios.
Los opositores ahora dicen que no tienen nada que ver con el golpe. El sigue apocado: adelantó para hoy el llamado “Consejo Federal de gobierno”, en el que participarán todos los sectores con cierto poder en el país. Mientras “sus” hombres se esfuerzan por aclarar que no habrá “cacería de brujas” y piden públicamente a los que se sublevaron que se sienten con ellos a tomar un café, él repite que cometió “muchos errores” y que está dispuesto a rectificarlos. Todo constituye un bonito clima de concordia, si no fuera porque el mismo presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, anunció cambios importantes en la cúpula militar, anticipando lo que en estos días será una “purga” dentro de las Fuerzas Armadas. Las consecuencias de esta purga, el desarrollo en que derive la interna dentro de su movimiento político (ver nota aparte), y la verdadera cara del antichavismo definirán la profundidad del reacomodamiento de placas en la política venezolana que emerge detrás de un intento golpista un tanto burdo.
Caracas amaneció ayer con la resaca de los saqueos, destrozos, detenciones, contradetenciones y enfrentamientos varios que desde el jueves transformó a Venezuela en una extraña repetición del Caracazo mezclado con un golpe trasnochado. Aún anteayer, cuando Chávez ya había reasumido la presidencia del país, los saqueos en Caracas eran masivos y los funcionarios del gobierno no se cansaban de pedir calma en los medios de comunicación. De todos modos, ayer hubo reportes de más saqueos, pero más aislados. Otro signo de distensión fue la salida de los diarios que, como El Nacional, El Universal, Milenio y 2001, no pudieron ser impresos el domingo, y la vuelta de la transmisión de las principales cadenas privadas de televisión, como Venevisión, Globovisión y Radio Caracol TV (RCTV). Chávez sólo suspendió su tono reconciliatorio para el caso de estos medios: “El golpe de Estado fue un juego mediático”.
El presidente venezolano volvió a aparecer en el Palacio de Miraflores, esta vez de traje, y en medio de los anuncios contó los pormenores de su detención y, casi punto por punto, todos los diálogos y decisiones durante los dos días en que estuvo detenido. Hay varios cambios en las Fuerzas Armadas: la comandancia del ejército pasó del general Efraín Vásquez (que fue quien se sumó al golpe para luego restarle el apoyo a Carmona ante la sublevación de varias unidades de su arma) al general Julio García Montoya, que se alzó en Maracay (80 kilómetros de Caracas) a favor de Chávez. En el Comando Unificado de la Fuerza Armada Nacional (Cufan) fue nombrado el general Nelson Benítez Verde, también de una unidad militar de Maracay, en lugar del general Manuel Antonio Rosendo. También hizo un enroque en la Academia Militar: su jefe, general José Aquiles Vietri Vietri, pasó a director, mientras el jefe ahora es el que era subjefe, coronel Armirien Moreno. Chávez ratificó al general Lucas Rincón como general en jefe de las Fuerzas Armadas e inspector general.
El ministro de Defensa, José Vicente Rangel, declaró que Vásquez, el contraalmirante Carlos Molina Tamayo (dado de baja recientemente por pronunciarse contra Chávez en febrero), el vicealmirante Héctor Rafael Ramírez Pérez y los generales de la Fuerza Aérea, Pedro Antonio Pereira Olivares y Daniel José Comisso Urdaneta, permanecen detenidos en Fuerte Tiuna, la principal guarnición militar de Caracas, bajo el cargo de “rebelión militar”. Pedro Carmona, ex “presidente interino” y ex líder de la corporación empresarial Fedecámaras, está en su casa bajo arresto domiciliario. Chávez le dedicó sus palabras: “Le mando un saludo. ¡Qué error tan grave! Cuando ganó la presidencia de Fedecámaras, lo llamé y lo invité a trabajar juntos. La cosa iba marchando bien hasta que le metieron en la cabeza que iba a ser presidente. Ahora está metido en un tremendo rollo”. Desde su casa, Carmona pudo ver, además de la broma del presidente, cómo muchos que lo acompañaban en su aventura se tiraban atrás. “Nosotros no tenemos nada que ver con lo que ha sucedido, pues simplemente participamos en una marcha junto a los trabajadores y no tuvimos ninguna injerencia en la junta de transición que se llegó a nombrar”, declaró el nuevo presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández. En comunicación telefónica con distintos medios desde un lugar desconocido, el líder de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, que lideró la huelga de la semana pasada junto a Carmona, declaró ayer que “no participamos en nada del gobierno de Carmona. Y en cuanto a la suspensión de los poderes públicos, la rechazamos porque atentaba contra el derecho y la libertad del movimiento obrero”. En la clandestinidad, Ortega también habló del tono pacífico de Chávez: “Ojalá que entienda que esto fue una lección, pero su mensaje lo recibo con muchas reservas”. Varios dirigentes de la oposición, entre ellos el ex candidato presidencial Henrique Salas Römer, pidieron que Chávez llame de nuevo a elecciones.
No parece ser la intención del líder de la Revolución Bolivariana. Sí parece abocado a hacer un mea culpa extenso: “Cuando en alguna ocasión me referí a un dueño de un medio y hasta hablé de su papá, pido perdón y estoy dispuesto a rectificar; a veces uno se deja llevar por el impulso”. En terrenos menos anecdóticos, pidió también perdón por la remoción de la plana mayor de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que derivó finalmente en el intento golpista, y adelantó para hoy la instalación del Consejo Federal de gobierno para “lograr el mayor consenso posible”.
Si se trata de un gesto de cintura política o de un verdadero cambio de rumbo, parece pronto a afirmarlo. Chávez dijo en su discurso de regreso que su poder dependía del pueblo y de las Fuerzas Armadas, pero la realidad es que la crisis política que derivó en el intento golpista mostró que las Fuerzas Armadas están “fracturadas”, como admiten los propios militares oficialistas, y que las manifestaciones masivas ya no pertenecen exclusivamente al chavismo. La omisión en su discurso de su movimiento político Quinta República (MVR) como base de poder es sintomática, ya que buena parte de las divisiones en el oficialismo, por izquierda y por derecha, se fueron fraguando allí desde hace dos años (ver nota aparte). Y, en definitiva, esas divisiones remiten a qué queda, y qué quedó en el camino, de la Revolución Bolivariana.