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El General Dinosaurio dio la nota errónea en Brasil

El ejército brasileño en una declaración reivindicó la represión en la pasada dictadura, suscitando el escozor del gobierno. Peligra el puesto del ministro de Defensa, Viegas.

Parece el regreso de los muertos vivos. Una nota del ejército que reivindica la represión de la dictadura causó profundo malestar en Brasil. La nota calificó de “revanchista” la divulgación de fotos que muestran al periodista Vladimir Herzog desnudo en una cárcel poco antes de ser asesinado por la dictadura brasileña en 1975. El mando del ejército reaccionó a la publicación de las fotos con una declaración en la que justificaba la represión de la dictadura (1964-85) con un lenguaje que se creía enterrado con la democratización. El episodio se cerró con un pedido de disculpas del Ejército.
La nota oficial afirma que “desde la década del ’60 hasta el inicio de la del ’70 actuó un movimiento subversivo bajo las órdenes de conocidos centros de irradiación del movimiento comunista internacional, con la pretensión de derrocar por la fuerza al gobierno brasileño legítimamente constituido. El movimiento de 1964 (que derrocó al gobierno constitucional del presidente Joao Goulart), fruto del clamor popular, creó sin lugar a dudas las condiciones para la construcción de un nuevo Brasil”, continúa la nota, elaborada en respuesta a las fotos publicadas el domingo por el diario Correio Braziliense. “Las medidas tomadas fueron una legítima respuesta a la violencia de quienes rechazaron el diálogo, optaron por el radicalismo y por la ilegalidad, y adoptaron la decisión de tomar las armas y desencadenar acciones criminales”, dijo la jefatura militar. El Centro de Comunicación del Ejército considera “una acción pequeña reavivar revanchismos o estimular discusiones estériles sobre coyunturas pasadas, que a nada conducen”.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva se indignó con el tenor de la nota. Los medios brasileños dicen que el presidente expresó “extrañeza y contrariedad” en una charla con el ministro de Defensa, José Viegas, y que éste alegó que la nota se hizo sin su conocimiento. Con lo cual podría interpretarse que el funcionario no ejerce su autoridad sobre el ejército. Según Folha de Sao Paulo, la situación de Viegas es delicada y dio como un hecho su desplazamiento del cargo cuando Lula promueva una reestructuración parcial de su gabinete tras la segunda vuelta de las elecciones municipales convocada para el 31 de este mes. El propio Lula fue un preso político a la dictadura, como líder y fundador de un sindicalismo combativo y alternativo a los “pelegos” (burócratas sindicales) controlados por el régimen.
En esas fotos se ve a Herzog, director de TV Cultura y miembro del Partido Comunista Brasileño (PCB, pro Moscú), sentado en un banco en actitud postrada, en una de ellas junto a una mujer que parece gesticular con desesperación. Organizaciones de derechos humanos, obispos católicos y entidades como la influyente Orden de Abogados de Brasil y sindicatos de periodistas dijeron siempre que el asesinato de Herzog fue ocultado por el ejército con la versión del supuesto “suicidio”. El periodista había sido convocado el 24 de octubre de 1975 por los temibles servicios secretos de la dictadura en San Pablo, para aclarar su presunta implicación con grupos subversivos. Se presentó, pero el interrogatorio resultó ser una sesión de tortura, según sus compañeros de celda. Al día siguiente apareció colgado, según la foto difundida por las autoridades.
Tras la publicación de las fotos y de la nota castrense, Joao Pinaud, presidente de la Comisión de Muertos y Desaparecidos Políticos que está procediendo a las indemnizaciones de las familias de las víctimas, amenazó con renunciar por falta de cooperación de las esferas políticas con su trabajo. El abogado también rechazó las acusaciones de “revanchismo”.
El presidente del Partido de los Trabajadores (PT, en el poder), José Genoino, dijo que la nota “desentona con el ambiente democrático de las Fuerzas Armadas”. El secretario de Derechos Humanos, Nilmario Miranda, recordó que el asesinato de Herzog generó “una ola de repudio a la tortura” y “representó el inicio del fin de cinco siglos de aplicación tenebrosa de la tortura en nuestro país”. La muerte de Herzog desencadenó un amplio movimiento de repudio; más de 10.000 personas participaron en unacto ecuménico en su memoria, seis días después. En Brasil hay unas 300 personas declaradas muertas o desaparecidas por la dictadura, de las que apenas se hallaron tres cadáveres.

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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.
 
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