EL MUNDO

La gripe del Papa durará siete días (si Dios quiere)

El Vaticano dice que el Pontífice está mejorando de la complicación de la gripe por la que fue hospitalizado el martes. El Papa podría participar el domingo en una videoconferencia.

Por Enric González*
Desde Roma

La salud de Juan Pablo II siguió mejorando ayer y sus colaboradores plantearon incluso la posibilidad de que el domingo participara en el rezo del Angelus, asomándose brevemente a una ventana del Policlínico Gemelli, o permitiendo el ingreso de una cámara de televisión en sus habitaciones privadas para participar en una videoconferencia con seminaristas romanos, congregados el domingo en la basílica de San Pedro, desde su habitación del hospital.
“Los controles de laboratorio han resultado satisfactorios, las condiciones generales y respiratorias de Juan Pablo II registran una evolución positiva”, dijo el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, en su comunicado diario sobre la evolución del estado del Pontífice. El portavoz papal añadió que la laringotraqueítis aguda estaba “en fase de regresión” y que no se habían repetido los espasmos que le impedían respirar y motivaron que se aconsejara, el martes por la noche, su hospitalización urgente.
Navarro-Valls, que fue médico de profesión antes de dedicarse al periodismo, recurrió a un viejo chiste para calcular que la hospitalización de Juan Pablo II podía durar “más o menos una semana”: “Una gripe bien tratada se cura en una semana; mal tratada, en cambio, dura siete días”, bromeó. El alta no parecía inminente, en cualquier caso, ya que fue cancelado su previsto encuentro, el próximo martes, con la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice. En principio, la jefa de la diplomacia de Estados Unidos debería encontrarse en el Vaticano con el secretario de Estado (jefe de gobierno), cardenal Angelo Sodano.
A las múltiples voces de alegría y optimismo por la mejoría del proceso gripal del Papa se contrapusieron dos llamadas a la sensatez. Una fue la del cardenal mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Salud: “No debemos olvidar –dijo– que el Papa tiene 84 años y está gravemente enfermo”. El otro mensaje de prudencia procedió del doctor Corrado Manni, el veterano anestesista del Policlínico Gemelli que participó en la operación de emergencia de 1981, tras el atentado de Ali Agca, y en otras posteriores: “Todas las intervenciones quirúrgicas sufridas a lo largo de estos años lo han debilitado mucho. Karol Wojtila fue un hombre muy fuerte y por eso sobrevivió a los disparos de Ali Agca, pero su estado actual es de gran fragilidad”.
Por el momento, el papa Wojtila seguía sin recibir visita alguna. Ni siquiera la de su amigo Konrad Hejmo, director del Centro para los Peregrinos Polacos en Italia. Los visitantes autorizados se limitan a subir a los apartamentos privados del décimo piso y entrevistarse brevemente con el obispo Stanislas Dziwisz, secretario de Juan Pablo II.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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Una anciana sostiene una pintura del papa Juan Pablo II.
 
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