EL MUNDO
Regreso sin gloria sirio de su protectorado en Líbano
La ocupación siria de Líbano comenzó hace casi tres décadas. Ayer concluyó, tras presiones de EE.UU. y la comunidad internacional y en medio de denuncias por las víctimas de “desapariciones”.
Por Ferrán Sales*
Desde la base militar de Rayak en el valle de la Bekaa, Siria salió ayer oficialmente de Líbano, tras tres décadas de ocupación. “No los olvidaremos nunca”, gritó un contingente del ejército libanés despidiendo a los 300 últimos soldados sirios, poco antes de que las tropas expedicionarias regresaran definitivamente a Damasco. La ceremonia de adiós se celebró en la base militar de Rayak, en el valle de la Bekaa, a pocos kilómetros del puesto fronterizo de Masnaa. Siria ha dado así por cumplimentado uno de los puntos principales de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, dictada el pasado mes de septiembre, aunque quedan sobre la mesa pendientes de resolverse otras exigencias importantes, entre ellas el desarme de la milicia chiíta de Hezbolá.
“Hemos cumplido la misión sagrada de defender Líbano y su dignidad”, aseguró ayer el jefe del Estado Mayor del ejército sirio, general Ali Habib, en el acto oficial de despedida celebrado en la base de Rayak, al que asistieron los principales jefes militares libaneses, agregados castrenses de las embajadas árabes y un buen número de periodistas internacionales, convertidos en notarios de una ceremonia histórica. Los últimos 300 soldados expedicionarios de Damasco, miembros de las Brigadas Especiales, un cuerpo de elite de la armada siria, que permanecieron en formación durante todo el acto, interrumpieron en diversas ocasiones el discurso militar de su jefe para dar vítores a su país, al presidente Bachir el Assad y sobre todo a sus “hermanos libaneses”, que desde el otro extremo de la explanada, también en formación, les respondieron con un “gracias por vuestro sacrificio”. Sin embargo, la coreografía militar, los discursos emocionados y la música estridente no lograron mitigar la bofetada que la historia y la comunidad internacional estaban dando al régimen de Damasco, al obligarlo a salir precipitadamente de Líbano.
Las últimas fuerzas sirias, embarcadas en ocho vetustos autobuses, regresaron ayer al mediodía a Siria. La población local, acostumbrada desde hace décadas al movimiento continuo de las tropas por la zona, acogió con aparente indiferencia la salida de los militares extranjeros. Sin embargo, una vez que el último vehículo cruzó el puesto fronterizo de Masnaa, hubo un estallido de alegría popular: grupos de vecinos salieron a la calle para bailar y festejar la salida de los ocupantes, mientras daban gritos a favor de Líbano. Líbano recuperó así ayer su libertad. La salida de los soldados sirios ha puesto fin a tres décadas de ocupación que se iniciaron en 1976, como consecuencia de una resolución de la Liga Arabe que pidió al régimen de Damasco el envío de tropas al país vecino para tratar de pacificarlo y mediar en la guerra civil. Siria, que llegó a desplazar a Líbano cerca de 40.000 soldados, ha venido prolongando su presencia, a pesar de que la guerra civil finalizó en 1990 y que los acuerdos de Taif firmados un año después ordenaban la retirada de la fuerza. Durante estos años la presión de la comunidad internacional apenas había hecho mella en las autoridades sirias, que habían optado por sucesivas retiradas de carácter simbólico, desoyendo incluso la resolución de la ONU 1559 de septiembre pasado.
La situación quedó desbloqueada el pasado mes de febrero, tras el asesinato del ex primer ministro Rafik Hariri, el estallido de cólera popular bautizada como la “revolución de los cedros” y las amenazas de Estados Unidos. Todas estas presiones y acontecimientos conjugados han obligado finalmente a Siria a efectuar un repliegue acelerado, casi en desbandada, de los últimos 14.000 soldados acantonados. Ayer la salida de las tropas quedó sellada con este acto oficial de despedida. “Con la retirada de las fuerzas sirias de Líbano, empieza una nueva era política en las relaciones de los dos países”, anunció el primer ministro libanés, Nagib Mikati, desde el Parlamento de Beirut, mientras en el exterior del hemiciclo los familiares de las víctimas de la represión siria en Líbano pedían a gritos noticias sobre los “desaparecidos”. No hay cifras oficiales ni censos creíbles, pero las organizaciones de defensa de los derechos humanos aseguran que millares de libaneses han perecido, víctimas de la represión ejercida por las fuerzas sirias durante las tres décadas de ocupación. Se tiene, sin embargo, la esperanza de que algunos de estos libaneses se encuentren en las prisiones secretas de Siria.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.