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El gobierno colombiano ordenó capturar al jefe paramilitar Diego Murillo, alias “Don Berna” o “Adolfo Paz”, por la muerte de un diputado, y lo excluyó del diálogo con los escuadrones de extrema derecha, con lo que el proceso de paz con esos escuadrones quedó pendiendo de un hilo. El pedido de captura es además un guiño para Washington, ya que Murillo está procesado en Estados Unidos por narcotráfico y está acusado de masacres, secuestros y otros delitos.
Se trata de la medida más dura adoptada por el presidente Alvaro Uribe contra las AUC, en el marco de un proceso iniciado hace dos años, y que ha estado a punto de romperse varias veces por diferencias en torno de los pedidos de extradición de Estados Unidos, las garantías jurídicas para los desmovilizados y las guerras internas en la ultraderecha. El director de la policía, general Jorge Castro, comandaba ayer una operación para detener a Murillo en la zona de concentración de los líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para los diálogos de paz en Santa Fe de Ralito (norte). Un fiscal había expedido una orden de captura el martes contra “Don Berna” por el asesinato en abril de Orlando Benítez, diputado del departamento de Córdoba, donde está Santa Fe de Ralito (700 kilómetros al norte de Bogotá). La Fiscalía, sin embargo, luego suspendió la medida en cumplimiento de un acuerdo que impide detener a los negociadores de las AUC, pero Uribe aclaró que Murillo “no es un negociador y que violó el cese de fuego, por lo que ordenó su arresto”. Murillo “debe comparecer ante la Justicia, señaló un comunicado de su gobierno.