EL MUNDO › BRASIL ESPERA HOY MAS DENUNCIAS Y
PODRIA HABER CAMBIOS EN EL GABINETE DE LULA
O mais grande y dañino espectáculo político
El presidente de Brasil, Lula da Silva, dijo ayer que no “quedará piedra sobre piedra” en la lucha contra la corrupción, en reacción a las denuncias de sobornos contra el oficialismo. El acusador y a la vez acusado, diputado Roberto Jefferson, hablará hoy ante el Congreso.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Diez años atrás un diputado corrupto exigió que el Congreso censurara a la banda Paralamas do Sucesso. El rock que escandalizó al censor repetía en su estribillo que los legisladores eran “300 pícaros (“picaretas”) con título de doctor”, una frase originalmente dicha por Luiz Inácio Lula da Silva, indignado ante una mafia que cobraba “peaje” para aprobar leyes.
Ese cartel legislativo de principios de los ’90 parecía acabado luego de que una comisión investigadora parlamentaria desmontara su modus operandi e identificara a sus capos, entre ellos el prominente Roberto Jefferson.
Jefferson es el mismo que esta tarde, con 80 kilos menos (en el ‘95 pesaba 175 kg), contará su versión sobre la compraventa de votos montada en la actual Legislatura con la supuesta complicidad de operadores ligados a Lula. Anticipándose a lo que pueda ventilar el diputado, que solicitó la presencia de la prensa, Lula prometió ayer no dejar “piedra sobre piedra” en su lucha contra la corrupción.
Las confesiones prometen ser uno de los espectáculos políticos del año, y es seguro que conseguirá más rating que las deliberaciones, también marcadas para hoy, de la Comisión Investigadora del Correo, creada para develar los negocios del acusador-acusado. Todo indica que Jefferson recaudó millones de reales cobrando coimas en las empresas públicas cedidas por el gobierno Lula al Partido Laborista Brasileño (PTB), del cual es presidente hasta hoy: versiones publicadas ayer aseguraban que presentará su renuncia al cargo. A varios diputados y ministros, entre ellos el jefe de la Casa Civil (jefe de Gabinete) José Dirceu, las acusaciones de Jefferson ante la Comisión de Etica Parlamentaria pueden significarles un revés político irreparable.
En la percepción del gran público, ajeno a los enredos de palacio, Jefferson no deja se ser un personaje fronterizo entre ficción y realidad. Muchos lo recuerdan como el abogado del El pueblo en la TV, donde condenaba a maridos infieles o mediaba entre vecinas que buscaban justicia ante cámaras.
Culebrón nacional
El de esta tarde será el último capítulo de un culebrón que comenzó hace 8 días, cuando se publicaron sus primeras revelaciones en una entrevista concedida al diario Folha de Sao Paulo. Allí, diciéndose compungido, involucró a Lula en la compra de diputados e insinuó, a través de voceros, que estaba en poder de 51 cintas donde había registrado las voces más poderosas del gobierno y el oficialista Partido de los Trabajadores, PT.
El segundo capítulo fue este domingo, cuando en otra entrevista eximió de culpas al presidente, pero hundió al PT, al superministro José Dirceu, dio detalles de cómo y dónde eran entregadas las maletas desbordantes de dinero y negó poseer las grabaciones que antes insinuó tener.
Pero no por patético el diputado, que fuera aliado de Fernando Collor de Melo (1989-1992) y Fernando Henrique Cardoso (1995-2003), deja de ser temible y lo sabe: “Si yo caigo, cae la República” alardeó. Y está en lo cierto.
Para Lula el efecto Jefferson ya ha sido demoledor: su principal ministro pende de un hilo y no se descarta que haya una dimisión en masa de todo su gabinete, tal como lo pidió ayer el senador petista Tiao Vianna (ver recuadro). No es la mejor la relación del presidente con su partido, que por primera vez desde que llegó al Palacio del Planalto en 2003, desobedeció su orden de exonerar al tesorero Delubio Soares, indicado como el pagador oficial. Y puede ser peor: si el presidente no logra desmarcarse de las sospechas de corrupción de su entorno, su patrimonio ético quedará comprometido, y con él las chances de reelección el año próximo.
Muchos se preguntan sobre la genealogía de esta crisis. Desde la izquierda del PT la explican en la “claudicación” del gobierno ante el poder financiero y las oligarquías políticas. Desde el ala moderada del partido explican que pactar con esos factores de poder era inevitable para garantizar la gobernabilidad.
Una versión más factual, registrada en Brasilia, sostiene que el comienzo de esta crisis fue en febrero, cuando el gobierno habría rechazado pactar con los diputados que exigían un alto precio para elegir a un petista como presidente de la Cámara. Disgustados, eligieron a Severino Cavalcanti, también conocido como “el rey del bajo clero”. Cavalcanti obtuvo 300 votos. Está faltando otro rock de Paralamas.