EL MUNDO › EL SENADO RECONOCIO LOS MALOS TRATOS EN GUANTANAMO
Juzgarán a los prisioneros
No sólo las torturas en la cárcel militar de Guantánamo son una realidad confirmada por el Pentágono, sino que el mismo Senado norteamericano está debatiendo la posibilidad de aprobar una ley que dé un status legal a los prisioneros de la base cubana. “Debido a que nadie es culpable, es un enredo legal”, explicó el congresista republicano Lindsey Graham en una audiencia parlamentaria ante expertos en asuntos jurídicos al referirse a la categoría de “combatientes enemigos” que Washington les dio a más de 520 detenidos desde el 2001.
Luego de escuchar el miércoles pasado el informe del FBI, la conclusión de los senadores del comité de las fuerzas armadas podía ser una sola: “Está claro que los malos tratos no procedían de unos policías militares gamberros del turno de noche”, explicó el demócrata Carl Levin. La investigación del Pentágono se basó en 26 denuncias recogidas por el FBI sobre las técnicas utilizadas en los interrogatorios de la prisión de Guantánamo en el segundo semestre de 2002. No sólo se registran los distintos métodos, sino que se confirma que las torturas fueron autorizadas por altos funcionarios. En diciembre de 2002, Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, aprobó 16 técnicas para que los interrogadores quebraran la resistencia de sospechosos de terrorismo, especialmente en el caso de Mohamed Qahtani, el supuesto vigésimo secuestrador del 11 de septiembre.
Un personaje clave en la aplicación de estas creativas técnicas en Guantánamo fue el general Geoffrey Miller, el primer mando en la prisión de la base situada en territorio cubano y que más tarde, con la experiencia adquirida, ayudó en Abu Ghraib. El Pentágono recomendó medidas disciplinarias contra Miller, pero la sugerencia se encontró con la resistencia del mando sur del ejército, que argumenta que no se había violado el reglamento. Si hubiera habido un proceso militar, Miller hubiera sido el militar de más alta graduación sancionado por los casos de torturas y malos tratos en las prisiones militares.
Como en la controvertida prisión de Abu Ghraib en Irak, hubo mujeres que utilizaron en los interrogatorios técnicas de género, un eufemismo que esconde mecanismos para incomodar y violentar especialmente a musulmanes: rociar a un detenido con falsa sangre menstrual o con perfume, frotarse contra él o ponerle en la cabeza prendas femeninas. El informe del Pentágono también confirma que en los interrogatorios de sospechosos se usó “excesivo calor, frío o ruido para incomodar a los presos” y “se alteró su horario nocturno”, pero todo ello estaba autorizado. En consecuencia, reconoce que eran procedimientos “agresivos y creativos”, pero nunca torturas.