ECONOMíA › PROPUESTA DE LAVAGNA AL RESTO DE
AMERICA PARA CAMBIAR AL BID
Cómo hacerle pito catalán al Fondo
Aunque la Argentina no puede aspirar a la presidencia del BID, el Gobierno elevó un plan a 27 países de la región sobre cómo debería funcionar el organismo. El objetivo es liberarlo de la dependencia del Fondo, que le prohíbe prestar sin su autorización.
Por David Cufré
Después de haber estado más de tres años en default, la Argentina no tenía posibilidades reales de ubicar en la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a un candidato propio. El gobierno de Estados Unidos, que cuenta con el 30 por ciento de los votos accionarios, clausuró de entrada cualquier aspiración en ese sentido. El Gobierno sabía de sus limitaciones, pero a pesar de ello se puso como objetivo ganar terreno dentro de la entidad. Roberto Lavagna es quien más energía le dedica a la cuestión. La traumática relación con el FMI y, por carácter transitivo, el frío trato con el Banco Mundial, llevó al ministro a pensar otras estrategias para asegurarse financiamiento a bajo costo, aunque el país eventualmente rompa con las instituciones de Bretton Woods.
Los 27 países asociados al BID, además de la Argentina, recibieron hace diez días un documento firmado por Lavagna. Se titula “Elecciones en el BID: una visión para la institución”, y es una propuesta para modificar el funcionamiento del organismo. Cada una de las recomendaciones apunta a liberar al banco de su dependencia actual del FMI. Busca que gane autonomía para que asuma un rol mucho más activo en el apoyo crediticio a las naciones de América Latina y el Caribe (ALC). De ese modo rompería con el ahogo financiero que impone Washington para forzar a los países –como ocurre actualmente con la Argentina– a aceptar las exigencias del Fondo.
El 13 de junio pasado, Lavagna intentó ganarse el respaldo de sus colegas de Brasil, Antonio Palocci, y de Venezuela, Nelson Merentes, a quienes recibió en el Palacio de Hacienda. Allí planteó la necesidad de trabajar en conjunto para cambiar el perfil del BID. El mismo mensaje transmitió por escrito al resto de los países de la región. Enrique Iglesias dejará la presidencia del organismo en septiembre, pero a fines de este mes arrancará el proceso de elección de su reemplazante. Hasta el momento hay cuatro candidatos postulados. Son el brasileño Joao Sayad, el colombiano Luis Alberto Moreno, el nicaragüense Mario Alonso y el peruano Pedro Kuczynski.
En su documento, Lavagna destaca desde el arranque que el BID “fue creado para ser diferente” del FMI y el Banco Mundial, “cuyo capital y dirección estuvieron desde el inicio controlados por los países industrializados”. En esas entidades, “nuestros países no tienen mayor voz ni voto”, por eso el BID no debe ser identificado “como una pieza más de una arquitectura internacional”.
Uno de los aspectos centrales que habría que cambiar, según el ministro argentino, es la supremacía del Fondo sobre los otros organismos. No puede haber más “condicionalidades cruzadas entre instituciones”, afirma. Ahora, en cambio, el BID y el Banco Mundial bloquean algunas de sus principales líneas crediticias a los países que no tienen acuerdo o la aprobación del FMI. La Argentina es víctima de esa restricción.
Sin querer sonar demasiado crítico, Lavagna advierte que en los últimos tiempos el BID se dejó ganar por la concepción del Fondo. Se nota que el titular de Hacienda no quiere atacar a Iglesias, a quien elogia por su gestión de diecisiete años. Sin embargo, indica que “las tendencias más recientes (de la entidad) no han sido positivas”. La razón es que entre los años 2000 y 2004 bajó considerablemente sus aportes a la región, a un promedio de 2 mil millones de dólares anuales.
“Luego de disminuir los aportes netos de capital en el 2002 y en el 2003, en momentos muy difíciles para la economía de los países de América Latina y el Caribe, el BID se convirtió en el 2004 en un receptor neto de fondos, en lugar de apoyar a la región con fondos frescos”, cuestiona Lavagna. Esta situación, dice, debe cambiar. Por último, alerta por la “excesiva lentitud en el proceso de aprobación de los préstamos”. En la actualidad, el organismo se toma en promedio 21 meses para dar el visto bueno a los créditos y otros 13 meses para desembolsarlos. De ese modo, el BID es funcional al FMI, cuando debería serlo para los países socios, concluye el ministro.