EL MUNDO
La caída del “N° 2” no frenó la violencia
Un triple ataque dejó 62 muertos y 70 heridos. Ocurrió el día después de la muerte del presunto segundo de Zarqawi, jefe de Al Qaida.
Tres autobombas explotaron ayer en la ciudad iraquí de Balad, produciendo la muerte de por lo menos 62 personas e hiriendo a más de 70. Por otra parte, en la ciudad de Ramadí otra autobomba mató a cinco soldados del ejército de Estados Unidos. Fue el ataque más mortífero sobre la tropa estadounidense en varios meses. Los atentados ocurrieron un día después de que los funcionarios de Estados Unidos y de Irak anunciaran que sus fuerzas habían matado al Nº 2 del grupo de Al Qaida, Abdullah Abu Azzam.
Las explosiones en Balad, que parecen haber estado coordinadas, ocurrieron en el espacio de una hora dijo la policía. A las 18.30 hora local la primera bomba explotó en un mercado de vegetales muy concurrido. Cuando la gente se aproximó para ver lo sucedido y para ayudar en el traslado de los heridos, otro suicida hizo estallar el vehículo que conducía en ese mismo lugar cerca de una mezquita chiíta donde se llevaba a cabo una reunión y apenas habían transcurrido unos minutos desde la primera explosión. Un tercer suicida hizo saltar por los aires el vehículo que conducía en el barrio de Bab el Suq.
“La mayoría de las víctimas son civiles y los cadáveres están destrozados o calcinados”, aseguró el director del Hospital General de Balad, Qasem Abud. Al menos 50 de los heridos fueron llevados a una base militar estadounidense cercana, según una fuente del Ministerio de Interior. El jefe de la policía local, Kadim Abdul Razzaq, estaba entre esos heridos. La ciudad fue inmediatamente sometida a un toque de queda.
No resulta claro quién llevó a cabo los ataques, pero los blancos parecen ser los chiítas musulmanes. Balad está poblada mayormente por chiítas, aunque está situada dentro del triángulo sunnita de Irak a unos 80 kilómetros de Bagdad. La violencia reciente en Irak ha tomado un sesgo cada vez más sectario, con una insurgencia dominada por extremistas sunnitas musulmanes atacando a civiles y blancos asociados con el gobierno de Irak liderado por los chiítas.
Las explosiones de ayer fueron la sarta de bombas más mortíferas desde el 14 de septiembre, cuando más de 100 personas murieron en Bagdad en ataques que fueron reivindicados luego por Al Qaida en Irak, el grupo liderado por Abu Musab Al Zarqawi.
Por otra parte, en la ciudad de Ramadí, una bomba mató a cinco soldados del Marine Corps de Estados Unidos. Los soldados estaban asignados a la 2ª Marine División, y fueron atacados mientras conducían operaciones de combate. Con sus muertes, según el Pentágono llegan a 21 el número de tropas estadounidenses muertas en Irak por fuego hostil en los últimos siete días, y 1935 el número de tropas que murió desde que comenzó la guerra en 2003.
En Washington, mientras tanto, el general George Casey, el más alto comandante estadounidense en Irak, le dijo al Congreso que el número de batallones iraquíes capaces de combatir sin el apoyo de Estados Unidos había disminuido de tres a uno. En julio, el Pentágono había dicho que tres batallones iraquíes estaban totalmente entrenados y capacitados para de operar independientemente. Casey le dijo al Congreso que las tropas de Estados Unidos comenzarían a regresar desde Irak el año próximo dependiendo de las condiciones durante y después de la próxima elección ahí.
Gran Bretaña y Estados Unidos advirtieron sobre un aumento en la violencia esperado en las próximas dos semanas antes del referéndum sobre la nueva constitución del país. George Bush dijo de los insurgentes: “Podemos esperar que harán todo lo que esté en su poder para detener la marcha hacia la libertad. Nuestras tropas están listas para ello”. Jack Straw, el canciller británico, en una conferencia en Brighton dijo que se debían esperar “momentos oscuros” en Irak.