Por Eduardo Febbro
Desde París
Manifestaciones sangrientas, amenazas de atentados, manipulaciones político-religiosas, reuniones e intervenciones extraordinarias de los dirigentes europeos, la crisis abierta tras la publicación en un diario danés de 12 caricaturas del Profeta del Islam ha adquirido proporciones que escapan a todo control. Ayer, el diario francés France Soir, el primero en reproducir en Francia las caricaturas incriminadas, tuvo que ser evacuado durante dos horas luego de que se recibiera una alerta sobre la presencia de una bomba. Pese a que France Soir, cuyo propietario es un egipcio, Raymond Lakah, despidió al director y pidió disculpas, el diario sigue siendo objeto de fuertes presiones. Los observadores señalaban ayer que el “colapso” de los dibujos ha derivado en una cuestión política de grandes proporciones que sobrepasa en mucho el marco mismo de la polémica.
Los dirigentes europeos estiman que la publicación en cadena de los dibujos no hizo más que “agregar combustible al fuego del insulto inicial” (Peter Mandelson, comisario europeo de Comercio). Nada indica hoy que “la ofensa” se atenúe. Los responsables de la Unión Europea no saben qué signos emitir para apaciguar las tensiones y evitar que la crisis sea utilizada como un ingrediente destinado a propagar el encono hacia Occidente en un contexto ya marcado por la fractura entre el mundo musulmán y los países occidentales con el telón de fondo de tres conflictos: la invasión de Irak, la guerra en Afganistán y el conflicto israelo-palestino. Reunidos en Bruselas con carácter de urgencia, los representantes de los 25 Estados miembro de la UE volvieron a llamar “a la calma y al diálogo”.
La ruptura muestra signos de ahondarse un poco más cada día, tanto más cuanto que, como lo temían algunos observadores, países como Siria han aprovechado la mecha encendida por las caricaturas para arreglar sus cuentas pendientes con Occidente. Las manifestaciones en defensa del Islam que tuvieron lugar este fin de semana en Damasco y Beirut, el ataque y el incendio de las embajadas de Dinamarca, Noruega, Francia y Chile en la capital Siria son vistos en las capitales occidentales como una manipulación de Damasco. En el Líbano, los grupos políticos antisirios agrupados en el movimiento Fuerzas del 14 de Marzo acusaron a Siria de haber “organizado” los disturbios que estallaron en un barrio cristiano de Beirut con el único propósito de “convertir al Líbano en un segundo Irak”. ¿Cómo explicar que un puñado de dibujos, por más ofensivos que sean, hayan podido alcanzar una dimensión tan política? Los líderes musulmanes acotan que ese “detalle” hizo desbordar un vaso ya lleno por innumerables humillaciones. Mohamed Béchari, presidente de la Federación Nacional de los Musulmanes de Francia (FNMF), sostiene que “en nombre de la libertad de expresión y de la prensa se insulta a los 1200 millones de musulmanes que hay en el mundo. Desde el 11 de septiembre de 2001, los musulmanes pagan un elevado tributo”. El CFCM, Consejo Francés del Culto Musulmán, es aún más contundente. Este organismo no cree que este “escándalo” sea un azar sino algo premeditado: “Esas caricaturas tienen el objetivo de intentar que se profundice la fractura entre el Islam y Occidente y favorecer así el choque entre las civilizaciones”.
El antagonismo central radica en que los dibujos persisten en sembrar la confusión entre Islam y terrorismo. Esa “intención” –manifiesta en las caricaturas– ha incluso radicalizado a los musulmanes moderados, partidarios de un Islam laico y muy activos en la propagación de una imagen del Islam más acorde a la realidad. En este contexto, el muy moderado rector de la Mezquita de París, Dalil Boubakeur, denuncia la mezcla entre Mahoma y el terrorismo: “El profeta no fundó una religión terrorista sino una religión de paz. Nosotros defendemos esa imagen y no aceptamos que sea deformada. Me opongo totalmente a las formas extremistas del Islam, pero no queremos que exista esa confusión. Desde principios de los ’90, por diferentes razones, las bombas de Occidente han caído sobre el mundo musulmán. Las caricaturas danesas son un paso más en esa dirección”. “Quienes defienden a ultranza la libertad de expresión olvidan aceptar que el universo no es Occidente y que existen otras culturas que no incurren, como la nuestra, en la profanación de todas las cosas a través de la imagen.”